miércoles, 23 de diciembre de 2009

De parte de los que te seguimos todo el año.

Señor,
Ya casi ha llegado la navidad de este año.
Estas lineas son de parte de los que te seguimos todo el año.
Los que somos peruanos sabemos que cuando comenzamos a escuchar a "Los Toribianitos" unas tres mil veces al día es que ha llegado la Navidad...
Y están las calles con los negocios adornados de papanoeles, de pinos dibujados, de trineos, de alces, también hay pintados muñecos de nieve con la naríz de zanahoria, guirnaldas, luces de colores con su cantilena de "Blanca navidad" (aunque por estos lares nunca vemos nieve de verdad) y están los papanoeles que enfundados en trajes de espuma y ropaje rojiblanco sudan la gota gorda para tomarse una fotografia con los niños pequeños que los miran medio asustados porque no saben quién es ese señor barrigón, con barbas de algodón y con un pesado y repitente "Jo jo jo".
Y compran y venden, venden y compran. Venden y venden y vuelven a vender; compran y compran y vuelven a comprar, los peces en el río "por ver a Dios nacer", dicen.
Y comen y comen, y vuelven a comer...
Y beben y beben y vuelven a beber...
Y bailan y bailan y vuelven a bailar...
Los veo a distancia, Señor, los veo a distancia, los observo.
Por unos segundos toda esa parafernalia de compra-venta navideña, de consumismo repentinamente "cristiano" y compulsivamente fiestero parece que me va a envolver, pero felizmente reacciono segundos después y vuelvo a quedarme a distancia.
Y sé que hacemos muy mal, pero muy mal, robándote la fiesta.
Porque te la robamos, Señor. Te hemos robado el cumpleaños y vaya si la pasamos bien. Nos hemos adueñado de tu fiesta y estamos muuuuuuuuuuuuy felices.
"Feliz Navidad", "Que tengas una feliz navidad", "Te deseo una feliz navidad", "Que la pases bonito", "Felices fiestas"...
El que menos cuando le preguntan qué es la navidad responde lleno de emoción: "Es amor, paz, comprensión, armonía, etc."
Sí, es verdad que un poco o mucho de todas esas cosas pueden ser las consecuencias de la Navidad, pero también es impresionante darse cuenta que poquísimos se acuerden de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre por nosotros, el dueño de la Navidad de verdad.
Papá Noel, el pino verde, el trineo y hasta el muñeco de nieve con naríz de zanahoria tienen más raiting que tú, Señor.
Y es que tenemos que vender y mostrar "Lo que le gusta a la gente"
¿Será que a la gente no le gustas tú, Señor?
(.......)
Una cosa es cierta, Señor, todo aquel que de verdad te cree, todo aquel que de verdad se detiene a contemplarte en esta navidad con ojos limpios y puros, todo aquel que ora de verdad no podrá menos que sentirse comprometido con tu Reino, con Tu Palabra, con Tu Verdad.
Y es verdad que tú, hecho un niño recién nacido en Belén, eres muy comprometedor.
Porque nadie que de verdad se te acerque en Belén puede quedarse indiferente ni seguir como antes. No eres un Dios de confites y de lucecitas intermitentes, eres vertiginosamente comprometedor y aguijoneadoramente radical y nos invitas a hacer lo mismo.
Señor, tú comprometes. Tu amistad no es un suspiro, tu amistad obliga a poner la vida, a romperla y derramarla y eso nos cuesta, Señor.
Señor, tú nos pides siempre una decisión radical por tu reino.
Por eso mismo, porque por lo general le tenemos miedo a un Dios que nos compromete y que nos aguijonea en nuestra mediocridad y aburguesamiento, por eso mismo nos hemos inventado distintas navidades:
- La navidad del confite y del dulce. Hasta Dios es un caramelito muy rico, todo es tan dulce, tan tierno, todo es amable, todo es taaaaaan beeeeello. La vaquita está bien peinada, el burrito huele a colonia francesa, los angelitos tocan violines y arpas renacentistas, los pastores son elegantes, la nieve cae sobre el establo (¿Cuándo hubo nieve en Belén?), todo tan lindo, hasta parece un cuentito de hadas. Es la navidad de muchos que nos decimos cristianos, navidad bonita, inofensiva, pero dulcificada en exceso, navidad de melcocha, reducida a un suspiro que al final no tiene mayor importancia en la vida real. Sí, nuestra mejor defensa ante un Dios que aguijonea, compromete y cuestiona es convertirlo en un hermoso cuentito de hadas en el que todo es tan lindo, pero nada más.
- La navidad de lo impersonal, etéreo y gaseoso. "Navidad es paz", "Navidad es amor", "Navidad es compartir". El logo mejor de la navidad es un árbol dibujado con un lápiz de color, como un boseto moderno de arte publicitario. El gorrito blanquirojo en la cabeza de la modelo de televisión. El papanoel gordo, rosado y reilón, con los lentes tipo John Lennon, sentado con esas botas tremendas, ese traje payasesco y ese inaguantable: jo jo jo. ¿Qué se festeja? Nada al parecer, sólo es "la fiesta del amor y la paz", hasta las vedettes y las bailarinas, los cantantes de cumbia y los artistas de telenovela salen en la tele para decir que todos tengan "paz, armonía y felicidad". Pero al parecer ni las neuronas ni la fe de los susodichos llegan a preguntarse, ¿por qué celebramos Navidad? Es un cumpleaños de alguien a quien no conocemos y, al parecer, no tenemos tampoco mayor interés de conocerle. Fiesta impersonal. Peace and love.
- La navidad astral. Hasta los devotos creyentes de los ovnis y demás cosas que dicen ver en el cielo quieren festejar la navidad. Que si el equinoccio de verano, que si esa estrella de Belén era el cometa ese, que todo en la naturaleza y en los astros reclama una navidad, el nacimiento de una nueva estrella, de una luz. Seguramente se imaginan también a un cuarteto de marcianos cantando con gorrito rojiblanco: "Noche de paz, noche de amor..." o al inolvidable E.T. poniendo la estrella arriba en el árbol de la navidad astral, o quizá piensan en un papanoel galáctico jalado en los aires por un trineo de unicornios espaciales. Soñar no cuesta nada. La navidad se transforma en una fantasía soñadora que nos deja un suspiro astral hecho de energía y poderes mentales. Fiesta de los astros.
Y vemos todo eso, Señor.
Y quisiéramos poder gritar unas cuantas cosas en esta navidad.
Pero no. Todos en este tiempo se vuelven buenos, hasta los más inmorales y desvergonzados van a festejar la navidad, hasta van a derramar unos lagrimones cuando se acuerden de su mamá o de su abuelita.
No, no puede existir un cura que en navidad ponga la nota disonante, no.
Todo llama al peace and love. Mira tú los nacimientos (o belenes, como les llamen), todo es armónico, todo es bello. No puede haber alguien que en nombre de Dios "nos malogre la navidad".
Pero vaya que si tengo ganas de gritar cuatro cosas, Señor.
Pero la gente esta como enajenada, les han rociado un gas adormecedor en el que todos se dan abrazos, saludos y besos, lloran de alegría, se emocionan, se enternecen, es la "fiesta de la paz y el amor"
No puede haber un cura que les diga lo contrario. Pero déjame decirte Señor, que me dan ganas de decir lo contrario, de malograr -más que una navidad- varias vidas comodonas y apoltronadas en su mediocridad y en su egoísmo. Y cuánto quisiera que esos ángeles que en varios nacimientos vemos con trompetitas de plástico vengan entre nosotros con unos inmensos despertadores para que nos sacudan y saquen del letargo en el que nos hemos metido casi desde que nos hicimos al mundo.
Porque en Belén todo era raspante: el frío, la noche de invierno, la pobreza, la incertidumbre humana sobre el futuro del niño, la preocupación de un papá pobre (papá legal pero verdadero, José) por darle al pequeño recién nacido todo lo necesario para que viva dignamente...
En Belén era raspante la oscuridad de la fe. Sí, es verdad, los ángeles habían cantado y varios vieron la estrella, pero luego también Dios comenzó a callarse. La Madre, María, guardaba todo en su corazón pero eso no le eximía de sentir ya el dolor propio de colaborar en la salvación de todos, José era un varón justo pero la santidad siempre está de la mano con el dolor propio de quien colabora con Dios. En Belén todo era raspante y tremendo.
Hoy, Señor, me quedo un poco a tu lado, como el viejo perro a los pies del amo, tratando por lo menos de honrar la locura de tu amor tan real y tan encarnado.
No sé qué más decirte, sólo que estoy a tus pies junto con todos los que te seguimos todo el año y no sólo en Navidad.
Bienvenido una vez más, Señor, a este mundo tan sufriente y tan hermoso.
Bienvenido y -como escribió Cortéz- ¡Qué bueno que viniste!
Haz que te ame siempre más.
Aleluya.

domingo, 13 de diciembre de 2009

"Algo más" (Para todos los chicos y chicas que piensan en una vocación especial)

La jornada había resultado un indiscutible éxito pastoral: los niños habían quedado contentos. Nos habíamos dado enteros para animarlos, para hablarles de Jesús, para cantar con ellos, para jugar con ellos, para hacer bromas y divertirlos. La vieja y parchada guitarra había sacado todas las notas posibles al viento. Me sentía realmente cansado pero a la vez satisfecho, contento. Me subí al bus como pude y traté de no quedarme dormido en el viaje. Al llegar a casa casi de inmediato, luego de los saludos de rigor, me encerré en mi habitación.

Uffff. Por fín en mi querido cuarto -pensaba.

Era mi refugio, allí pensaba, escribía, escuchaba música, oraba, era mi mundo, mi rincón de soledad.

Y me puse a orar. Nada especial. Yo le contaba a Jesús lo que habíamos pasado, nuestro éxito apostólico, nuestras anécdotas, tantas impresiones. Tenía la certeza absoluta de que me escuchaba muy atento. En verdad sólo me interesaba eso: saber que me escuchaba aunque no me dijera nada. A media voz iba desgranando el día con el Amigo.

Sentía que valía la pena lo que hacía por su gloria. Estaba contento. Contentos Él y yo. Y no sé, de algún lugar del corazón me salió esto: "Yo quiero darte algo más" "Yo quiero hacer algo más por tí" "¿No tienes algo más para mí?" Yo le estaba dando mis domingos, mis horas, mis jornadas con niños, pero pensaba que hacer algo así todo el tiempo podría ser más bonito todavía.

Hacía algún tiempo que Jesucristo me había fascinado y él y yo lo sabíamos muy bien. Me gustaba hacer algo por su gloria, hablar de él, dibujar, pintar, cantar, escribir, si con eso Él era más conocido. Es verdad: varios amigos y familiares se habían dado cuenta que de un tiempo a esa parte "algo extraño" me estaba pasando. Sí, yo no era el mismo de siempre. Ahora sonreía más, caminaba más rápido, incluso me encerraba en mi cuarto a... orar (algo realmente extraño para un chiquillo normal de 17 años). Mis domingos estaban comprometidos en hacer apostolado. En casa eso no caía tan bien pero yo no me detenía. Después de todo, yo cumplía como universitario y era buen alumno, no me metía en problemas ni tenía conductas inadecuadas.

Y allí estaba yo, orando en aquella noche. Yo pienso que El Jefe -como así le llamaba yo- se había sonreído. Pero me pareció que luego de su primera sonrisa se me quedó mirando, como quien va a decir algo demasiado importante y delicado. Sí, me sentí mirado con aprecio e interés. Y sentí miedo.

Algo me decía que esa mirada -de cariño profundo- era también comprometedora. Una mirada de cariño siempre compromete. Tenía miedo y tenía también una emoción grande, todo junto, hasta armonizado. Me quedé en silencio, tampoco tenía ganas de decir nada y sospechaba que Él iba a hablar en cualquier momento. Me quedé así, un poco asustado y a la espectativa. Y en el silencio del corazón Él me habló. La invitación fue suave pero embriagadora: "¿Y por qué no sacerdote?"

Una revolución se desató en mi interior: miedo más miedo, temor por lo que ya sabía que implicaba una vocación así. Sentí que Él se había detenido y me estaba mirando como esperando una respuesta positiva y más que positiva. Y esa noche no dije nada más en oración. Me quedé en silencio. Pasaron unos segundos y le dije: "Hasta mañana, Señor, tengo sueño". Pero el sueño tardó demasiado en venir. Casi sentía que él estaba cerca de mí aguardando la respuesta, muy interesado en mí pero a la vez respetuosamente paciente.

Tuvieron que pasar buenos y largos meses para convencerme de que para ser sacerdote yo había sido puesto en este mundo. Nunca antes me lo había propuesto en serio. Nunca fue una opción de vida para mí, no estaba en mis preferencias, menos todavía en el resultado de mi "test vocacional".

Pero tenía que ser honesto: ese "algo más" me punzaba en el alma cada vez que me quedaba en silencio. Y junto a esa espina, estaba ese luminoso aviso en el corazón que como un letrero de neón decía: "¿Por qué no sacerdote?" Y en el fondo yo sabía que ese misterio me atraía pero no tenía la suficiente valentía para decidirme.

"Algo más" Sí. Algo más reclamaba mi interior. ¿Me vas a decir que te llena todo lo que haces? ¿Me vas a decir que te hace realmente feliz lo que vives ahora? ¿Sólo eso te hace feliz? Sí, podía decir que lo tenía todo: sabía lo que era la alegría de haber ingresado a la universidad bien pronto, sabía lo que era tener el respaldo económico de una familia que me apoyaba en todo, sabía lo que era tener una familia muy normal y estable, sabía lo que era experimentar el cariño de tantos que, familiares y amigos, me querían sinceramente. Sabía lo que era amar a una chica y lo que significaba tener cierto liderazgo entre mis compañeros de clase. Sabía lo que era el campo de la política, había experimentado lo que significaba manejar buen dinero, lo que era una vida cómoda y tranquila. Pero debía ser honesto conmigo mismo... "¿Todo eso te llena? ¿Me vas a decir que todo eso te llena en verdad?"

Y ahí estaba ese "algo más". Sí. Tenía que ser honesto. Todo eso por lo cual muchos eran y son capaces de matar, todo aquello que muchos deseaban locamente y no lo tenían, todo aquello que para unos o muchos era lo máximo en la vida, todo eso... yo lo tenía. Luego supe que para varios amigos y familiares yo les era motivo de envidia incluso. Pero todo aquello no me llenaba. Tenía que ser honesto, tenía que ser veraz. No podía engañar a mi corazón para contentar el parecer común de los demás.

"Algo más" Sí. Me sentía insatisfecho. En poco tiempo todas esas cosas, seguridades, afectos, comodidades me parecieron nada y menos que nada. Las comencé a mirar a una respetable distancia.

"Algo más" Sí. Era el propio Jesucristo el que me estaba proponiendo un camino en el que ese "algo más" se podría realizar y lograr con ello ser más feliz, ser feliz desde lo hondo del alma.

Luego de varios meses de hacerle esperar, le dije al Jefe que sí, que podía contar conmigo para lo que fuera necesario, que asumía ese "algo más", que me confiaba en su palabra que era a la vez promesa.

Han pasado casi veinte años desde esa noche bendita en la que Él me habló de esa manera y me dejó inquieto por el resto de mi vida. ¿Qué debo decir a esta altura del vuelo de mi vida? Que Jesucristo jamás me ha fallado, que ha cumplido su palabra, que Él es fiel.

Sé perfectamente que para varios o muchos Jesucristo no es capaz de llenar de verdad el corazón de una persona normal. Sé que para muchos "la religión"-como le llaman- no es más que una forma de reprimir los impulsos salvajes del ser humano, que ven a Dios mismo como el primer y mayor agresor de la libertad y de la felicidad humanas. Sé también que el triste ejemplo de no pocos sacerdotes y consagrados podría corroborar malamente esas torcidas teorías. Pero frente a todo eso sé que Jesucristo no me ha fallado, no me ha cortado las alas sino que al contrario, me ha concedido libertad desde el hondón del alma.

Andando el tiempo pude ver también a los que se iban, a los que se fueron, a los que llegado un momento parece que llegaron a la conclusión de que no estaban hechos para volar muy alto. Los ví marcharse y renové mi adhesión cordial a Jesucristo. Es verdad que La Iglesia nunca ha sido la más perfecta, que es santa y pecadora a la vez, sancta et meretrix, que ha tenido sus etapas muy oscuras y tristes, que ha tenido y tiene sus pecados, todo ello lo sé y lo he visto tambien desde dentro pero nada de ello ha podido apagar aquel "algo más" sino que al contrario, parece que lo hubiera encendido con más fuerza todavía.

Y sé también que hay un enemigo interior, que al interno de nuestras comunidades de consagrados aletea con alas sombrías: el espectro de la mediocridad, de la tibieza espiritual y moral, ese fluído triste y mortal que, entre consagrados, podemos llamar mentalidad secularizada. Sé que la sal puede perder su sabor y no recuperarlo quizá ya nunca más. Por eso mismo es que cada día vuelvo a ponerme a los pies del Maestro para volver a escucharle.

La vida consagrada es una apuesta por la radicalidad evangélica, es una apuesta por una plena y perfecta realización humana en la entrega total al Señor. Es una opción tan legítima y válida como puede ser la apuesta por el trabajo científico o profesional.

Quiero alentar con el mejor entusiasmo posible a todos los chicos y chicas que piensan en "algo más" para sus vidas. Sepan que ese "algo más" es posible y vale la pena cualquier sacrificio para conseguirlo y hacerlo vida.

El mundo necesita personas, hombres y mujeres, que le digan a las claras que todo lo que él ofrece es poca cosa si se lo compara con la alegría de pertenecer a Jesucristo en totalidad, si se lo compara con el gozo de poder servirle desde la oración y la caridad menuda de cada día. El mundo necesita el testimonio valiente y gozoso de hombres y mujeres que ensanchan el corazón y que no les basta sólo amar una familia, cuatro o cinco personas, sino que quieren ensanchar tanto el corazón que quieren amar a todos como hermanos y hermanas en el Señor.

Que el gozo de pertenecer, servir y representar a Jesucristo el Señor inunde cada vez más corazones jóvenes.

Vale la pena dejarlo todo por Jesucristo.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Abuso ideológico

Caso 1:
En una fría mañana de invierno los escolares esperan al profesor de turno. Entra él muy serio y hasta molesto. Luego de algún saludo inicial el maestro, también dirigente sindical, comienza la clase (si se le puede llamar así), despotricando del gobierno de turno. Pero luego él va a comenzar la faena de anular y ridiculizar a todo aquél que no piense como él.
- ¿Hay en esta clase algún católico? (Lo dice con tono amenazante, casi con sarcasmo). ¿No hay nadie católico aquí? ... Qué bien, porque en mi clase no aceptaré a ningún trasnochado católico. Es más, me lo jalo en primera, así que ya saben.
Varios estudiantes son católicos, pero deciden quedarse en silencio. Ya están avisados, si se declaran católicos desaprobarán el curso sí o sí. Y tendrán que aguantar en cada clase las burlas, los insultos, las ironías, las historias negras de la Iglesia (las reales y las inventadas, que son más)
El aludido profesor habla mucho de pluralidad y de libertad de pensamiento, pero en su clase él es un dictador que no acepta opiniones ni credos distintos a los suyos, es el que levanta la mano haciendo puño para exigir sus derechos pero no sabe respetar los derechos de los demás. Es más: parece que desconoce que existe un derecho humano a la libertad de culto, de opinión y de conciencia moral. No, eso es totalmente desconocido para él. Se tira abajo a los dictadores pero él se ha convertido en uno de ellos. ¿El escenario? Un aula de clases en plena era de la "modernización educativa".
Cuando no existen razones válidas, buenas son las amenazas...

Caso 2:
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Exigimos igualdad de trato, exigimos dignidad, exigimos verdaaaaaaaaad!!!!!!!!!!!
La marcha parece ser un éxito rotundo, todos gritan desaforados y eufóricos. Es el aparente triunfo de "la verdad", de la "igualdad", de la "dignidad"
Pero si alguien osa opinar en contra de ellos, se lo comen vivo..., y sin masticarlo.
Si tú te atreves a criticar con razones frías y válidas sus posturas, de inmediato no te devolverán razones razonadas sino una andanada de insultos y burlas: ¡¡¡¡Revisioniiiiiiistaaaaaaaaaa!!!!!! ¡¡¡¡Traidoooooooooooooooooooorrr!!!!
¿Dónde está la igualdad?
¿Dónde está la verdad?
¿Dónde está la dignidad?
Defensores de la "libertad" que acaban oprimiendo a los que piensan distinto de ellos.
Defensores de la "verdad" que terminan opacando la realidad de las cosas con sus ideologías panfletarias, malrepetidas y anacrónicas.
Defensores de la "dignidad" que terminan haciendo burla de quien sabe pensar con su propia cabeza.
Cuando no se tienen razones válidas, buenas son las burlas....
Dirigentes con piel de cordero.
¿Acaso no pasa algo parecido con Fidel, Hugo y otros pertenecientes a ese anacrónico club de izquierdistas caviar que Latinoamérica tiene que soportar?

Caso 3:
Se goza embarrando todo lo que toca, todo lo que habla, todo lo que piensa.
Está embarrado y quiere que otros -muchos- se embarren con él.
Después de todo -piensa- la vida no vale nada.
Y ahí está enfundado en su ordenador listo para disparar sus adjetivos, pensando: ¿Contra quién escribo esta vez? ¿Hay algo que todavía no he atacado? ¿Hay algo que aún no me he llevado abajo? ¿Hay algo que aún me falta criticar y demoler?
No importa trasnmitir ninguna verdad sino sólo demoler algo o destrozar a alguien.
Con la taza de café y el cigarro encendido, va pensando contra quien lanzarse hoy, cual pittbull al acecho de su presa para caerle y no soltarla sino hasta dejarla medio muerta y desangrada en una acera desierta.
Mañana muchos leerán su artículo, mucho lo tomarán como la revelación divina de la voluntad de un diosecillo que no sabemos de donde viene pero que dice "lo que le gusta a la gente". Mañana muchos leerán su artículo como fieles devotos de una biblia laica que vomita bilis pero que tanto le gusta "a la gente". Y muchos creerán acríticamente todo lo que él escriba, se aceptarán sus ideas mal hilvanadas y furiosas, se beberán sus palabras como quien toma vida eterna, le rendirán culto una vez más. No no dejes sin tus artículos, no nos dejes sin tu carroña, nos va matando pero qué bonito se sieeeeeenteeeee.
Cuando no se tienen razones válidas, buenos son los adjetivos.....

¡¡¡¡¡¡Sufre peruano, sufre!!!!!

Pero aprende peruano a identificar a quienes te lavan la cabeza diariamente.
Aprende a identificar a los abusadores ideológicos que van revestidos de "mente abierta" y de "respetuosos de la diversidad" cuando en el fondo son los modernos dictadores, los solapas perseguidores de la verdad, los monarcas caletas que no permiten que nadie se les pare enfrente y les descubra sus mentiras y sus trapacerías.

Los abusadores ideológicos se aprovechan de quienes lo que menos hacen es ejercer su derecho a pensar con su propia cabeza.

Nuestro ser cristiano y católico hoy en día nos impele a caminar a contracorriente y también a ser valientes para opinar en contra y para vivir distinto y para desenmascarar a los que abusan ideológicamente de los más indefensos y de los más débiles.

domingo, 8 de noviembre de 2009

A mi Cristo de Cruz Blanca

Jesús amigo,
Me atrevo a esbozar estas lineas que no sé si alcancen a ser un poema o por lo menos una prosa digna. En todo caso, si fuera algo literariamente bueno y considerable, alcanzaría a ser poco para lo que en verdad quisiera decir.
Aunque han pasado ya 22 años del fogonazo, aún tengo el gusto, el sabor en los labios del alma, de aquellos tres días de los cuales me queda más que el recuerdo. El sabor de tu presencia no se me ha quitado aún a pesar de haber probado tantos sabores distintos y fuertes.
Tenía apenas 16 y mi alma ya estaba medio dormida.
Tú brillaste y tu luz me alumbró, gritaste y quebraste mi sordera, me hablaste y desde entonces soy un mendigo de tu voz. Desde aquél entonces he caminado medio herido por la saeta de tu amistad.
La herida no se me ha curado y -hablando bien en serio- no tengo el menor interés de curarla. No me interesa más que ir por la vida medio herido con la llaga de tu amor, de tu luz, de tu paz.
Y voy herido también porque sé que aún cuando lo intento, son muy pocos, a veces hasta me parece que ninguno, los que me han entendido al tratar de explicarles el gusto que llevo en el hondón del alma.
Y voy herido porque creo que no soy capaz de transmitir un poco de aquella luz y de aquella paz que gusté y de la cual me queda más que el recuerdo. Tú lo has querido así, tienes tus motivos, no soy quien para exigirte nada.
Ahora entiendo mejor a Juan, el medio fraile, que decía que tu amor mata suavemente. Creo que es verdad... y qué hermoso que así sea.
No soy místico, ya me gustaría serlo, pero creo que tú te puedes manifestar a quien quieres, y -en particular- a quien busca en todo la Verdad y no se busca a sí mismo. Tantas veces he tratado de transmitir algo de ese gusto, algo de esa luz y no he podido hacerlo bien... las más de las veces luego de predicar he sentido una amarga desazón al no poder lograrlo.
Y te pido perdón por las veces que no contagié alegría suficiente; cuando casi olvidé tu luz, cuando casi me dejé adormecer por los cantos de sirena que de cuando en cuando escuché.
Gracias por ser el Dios del Encuentro, el Dios de lo imprevisible, el Dios de la paradoja y de la sorpresa, el Dios de lo imposible.
Sabes bien que no te sigo porque me gusten los dogmas ni porque sólo me lo dice La Iglesia, sabes bien que te sigo porque sé que tú vales la pena, porque sé que tú eres mi finalidad última.
No eres un mito y peor aún, nunca has sido mi pretexto neurótico para no "vivir bien la vida".
Te encontré cuando mi corazón buscaba la Verdad, cuando mi alma ansiaba Libertad.
Y en estos 22 años de camino, sé que nunca me has defraudado, que no tengo nada que reprocharte, que nunca has fallado a tu palabra, que siempre has sido leal y fiel a tu alianza conmigo.
Mi Cristo de Cruz Blanca: Gracias por ser El Imprevisible, por ser el Dios que rompe barreras y que no tiene reparo en sentarse a la mesa con los pecadores.
Mi Cristo de Cruz Blanca: Gracias por los que me hablaron de tí, por los traperos, por los búhos de distinto plumaje, por los evangelizadores anónimos, por los apóstoles sin títulos.
Mi Cristo de Cruz Blanca: Hazme recordar, quedo al oído, que quizá mañana o algún día cercano, a la vuelta de la esquina, habrá que volver a coger la mochila y volver a caminar al solitario amparo de tu amistad y de tu herida.
Gracias: Mi Cristo de Cruz Blanca.

Cruz Blanca, Ancón, 8 de noviembre de 1987.

San Nicolás de Tolentino, Cajabamba, 8 de noviembre del 2009.

Alabado sea Jesucristo.

El aborto: matanza de los inocentes

Ofrecemos el siguiente artículo firmado por un hermano sacerdote que puede ilustrarnos más sobre la triste realidad del aborto como matanza de inocentes. ¿Podremos entender todo lo que hay detrás de la industria y la propuesta del aborto?:

Muy estimados amigos, hermanos y hermanas sedientos de verdad y de rectitud en sus corazones. Reciban un cordial saludo. Soy un joven sacerdote católico. No soy muy sabio en los asuntos del mundo, pero desde la fe y de cara a mi conciencia y en presencia de Dios, a quien no puedo engañar, paso a compartirles los sentimientos y reflexiones que experimento al escuchar del tema en la tele, en la radio y por todos los medios.

En primer lugar constato que el tema es de interés; porque de lo contrario no se haría tanto escándalo. Me da pena que en materia tan importante muchos peruanos y en general la humanidad esté tan desinformada y pueda ser tan indolente.

Con el reciente descubrimiento del genoma humano quedó demostrado algo que la Iglesia ha predicado por la fe, desde siglos atrás. Que el ser humano comienza su existencia desde el mismo instante de la fecundación. Esto ya no es objeto de “creencias” sino que es una comprobación científica realizada en el laboratorio. Consecuencia de interrumpir el desarrollo del óvulo fecundado = no habrá un ser humano; consecuencia de permitirle formarse durante la gestación = un ser humano maravilloso y completo, sujeto de derechos como cualquier otro.

Puede tener malformaciones, poner en riesgo la vida de la madre, ser fruto de una violación o de la irresponsabilidad de sus padres, pero él es inocente. Ningún tribunal del mundo en toda la historia de la humanidad ha aprobado concientemente dentro de sus decisiones la condena de un inocente. La condena de los inocentes siempre ha sido un error. En algunos países todavía hoy existe la pena de muerte, para grandes criminales, pero la condena de un inocente es algo absurdo, algo que no se puede concebir si uno tiene un poco de sentido común y sabe qué es la justicia. Pero nosotros hoy, parece que hemos perdido la cabeza. Los violadores hacen de las suyas y pensamos que es justo y aún reclamamos que se permita asesinar al niño en el vientre de su madre… —¡Que se castigue con más rigor al violador! ¿por qué tiene que pagar el niño, que no tiene la culpa? Una chica queda embarazada por su falta de carácter y por el engaño y fascinación de la morbosidad al que contribuye gran parte de la publicidad erotizada de los medios y el libertinaje hecho normal entre los jóvenes, siempre inmaduros para asumir la crianza de una nueva vida; los padres temerosos de ver manchado su abolengo, juzgan que está bien asesinar a su “nieto”, el padre asesinar a su “hijo”; y convencen y obligan a la madre a convertir su vientre en un sepulcro, con la mayor frialdad, porque es la solución de un fastidioso problema.

Otros aceptan que el aborto es necesario para aquellas familias numerosas que no pueden educar dignamente a sus hijos, y cuya madre embarazada nuevamente tendrá que traer un hijo al mundo a sufrir. Se olvida que cada hijo trae su pan debajo del brazo y que a pesar de la irresponsabilidad y falta de continencia de los progenitores, Dios es providente, pero se castiga a los bebes con pena de muerte, como solución al crecimiento demográfico. Se olvida también que la mentalidad contraceptiva ha traído y traerá como ya se constata en Europa y en los países del Norte un crack tremendo a nivel económico, político y social por la inversión de la pirámide poblacional, es decir, por el desequilibrio entre una población anciana numerosísima que tendrá que ser sostenida por una escasa población juvenil para la que será un tremendo reto mantener todo el armazón, el progreso y la fuerza de una nación, lo cual también afectará y de hecho ha afectado a la Iglesia, porque entre menos hijos, menos vocaciones.

Pero esto no es todo. Un médico descubre que el feto tiene malformaciones, recomienda abortar… ¿acaso sólo tienen derecho de vivir los sanos, los bellos, los perfectos? Y los enfermos… por ser enfermos ¿tienen que morir? Entonces para qué hospitales, postas médicas, medicinas. Que instalen guillotinas y sillas eléctricas en las puertas de los hospitales y todo enfermo, todo desfigurado, todo el que ha tenido un accidente y sea juzgado “feo” a los ojos de una mentalidad hedonista, todo el que no tenga la suerte de pertener a esa raza aria, que sea ejecutado! Es lo mismo. El aborto ha sido peor que el holocausto nazi. En aquella horrenda ocasión se mató a 6 millones de personas que habían podido conocer el mundo, los niños abortados son más de 500 millones cada año y no tienen derecho de conocer el mundo, de ver la luz del sol como tú y como yo. ¿Acaso esto no es discriminación? Viva mi madre y la tuya, que no nos abortó! Viva María que no abortó a Jesús!

Si nuestra generación continúa actuando de manera irreflexiva, pasará a la historia como una generación asesina de inocentes. ¿Qué diferencia con el tiránico faraón que ahogó millones de infantes en el Nilo y con el impúdico Herodes que por miedo a perder su corona, bañó Jerusalén con sangre pueril? Se usan estadísticas, se aduce discriminación contra la mujer y se barajan muchos argumentos que enmascaran hipócritamente la única intención de quienes los defienden : usar de la vida sexual como un derecho sin límites, haciendo de un medio secundario que es el placer; el fin primordial y a veces el único fin. Algún día el mundo entenderá que la vida sexual es un gran don dado a los hombres, un don poderoso, capaz de producir nuevas vidas y que impone, porque no somos animales, unos derechos pero también unos deberes. La educación sexual consiste en algo más que en enseñar métodos anticonceptivos, lo que equivale a decirle a los jóvenes : “aprendan a sacarle la vuelta al fin que Dios quiso dar a la sexualidad… tengan sexo placentero sin las responsabilidades anejas del mismo”. Esto no es suficiente, esto es ¡oscurantismo de la verdad! La verdad es que la sexualidad es sagrada e implica la vida psicológica, física y espiritual, integral, de un ser humano y esto no es para jugar. La educación sexual es sobre todo educación en valores, en la castidad, en el pudor, en la verdadera libertad; pues la ley de Dios y la ley natural (inscrita en el corazón humano) enseñan que la institución familiar, el estado matrimonial hecho sacramento, es la mejor defensa de la vida que vendrá como fruto lógico de la convivencia feliz, serena y consciente de una pareja que se ama y que podrá educar sanamente en el amor, ciudadanos equilibrados que luego no serán un problema para la misma sociedad.

Además, sabemos que la Iglesia promueve la paternidad responsable y recomienda los métodos naturales para espaciar adecuadamente la recepción de los hijos y otras muchas virtudes que hacen de la intimidad de la pareja ese medio unitivo y no solo procreativo, de manera que la sexualidad cumpla el objetivo para el que Dios la creó.

Dados estos presupuestos y cuando uno entiende que el único que tiene derecho de dar y quitar la vida es Dios, y es valiente, y no vive del qué dirán, entonces decide defender la vida con todas sus fuerzas y por todos los medios posibles. Esto es lo que hace y debería hacer mejor la Iglesia Católica. Cristo dijo : Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10,10). ¿Quieres entrar en la vida…? —Cumple los mandamientos… no matarás! (Mt 19,17). Lo ha dicho Dios! ¿Y alguien puede cuestionar a Dios y pensar que Él se ha equivocado? Este es un insensato, un necio, un cruel. Un día pagará las consecuencias de la indolencia ante aquel que sufre, ante el indefenso. Los profetas anuncian castigos terribles y recriminan duramente a quienes atentan contra la vida de los pobres, y hay que entender que un niño en gestación es indefenso, débil y mas pobre que nadie!

No se margina a las personas cuando se defienden sus derechos. Una mujer tiene derecho a vivir sana. Las píldoras, como otros anticonceptivos, con sus consecuentes cambios hormonales le hacen daño, son fuente de cáncer, le pueden impedir de por vida ser mamá, le obligan a llevar una vida triste y melancólica. Y además lo más grave : la hacen vivir en pecado, el pecado trae depresión, nostalgia, falta de voluntad, apaga el amor. Por eso tantas mujeres de hoy sufren y no descubren por qué. No es justo que ellas tengan que cargar con la peor parte. Es cierto que una mujer violada sufre grandes traumas psicológicos, pero peores traumas sufre —y eso está comprobado por los psicólogos y sacerdotes que las escuchamos en confesión— cuando aborta. No puede muchas veces dormir, recuerda en su conciencia, (que es la voz de la verdad y la voz de Dios) : yo soy una asesina!. Y aunque quieran hacer desaparecer el llamado complejo de culpa, el hecho sigue ahí… yo lo maté! Mejor si nunca lo hubiera hecho, mejor si alguien le hubiera enseñado y apoyado para haberlo impedido. Te pueden acostumbrar a tener el corazón duro durante muchos años, pero esto no soluciona el problema. Dios es infinitamente misericordioso y perdona. El aborto puede ser perdonado por Dios y de hecho la Iglesia perdona a todo el que se arrepiente. Pero, precisamente esto indica que el aborto es algo negativo, si es pecado, si hace sufrir al hombre, si margina y de la manera más cruel a un inocente, porque no le permite vivir lo cual es la peor marginación, entonces el aborto es algo nefasto, terrible, algo que se debe evitar, no es una opción para un ser inteligente como el ser humano. La mamá que aborta se libera de lo que considera un problema y de una supuesta marginación social, pero a costa de la destrucción y marginación de un alma que no pudo cumplir su misión en la tierra, esto es espantoso y escandalosamente injusto! No hablo aquí de otras consecuencias espirituales y morales que tiene el aborto, pero es del todo claro que el aborto es un mal objetivamente hablando por todos los ángulos por donde se le mire, y por ello no puede ser legitimado aquí ni en ningún lugar de la tierra.

Y se pregunta ¿si todo un país va a permitir que esta situación sea normal? ¿Porque está de moda? ¿Porque otras naciones ya lo hacen? ¿Porque de no hacerlo seremos anacrónicos? Vergüenza nos debería dar de ser fotocopias insensatas de un mundo terco. Y aunque todos lo hagan, si yo entiendo que es malo, yo no lo haré. ¿Cuándo entenderemos que la verdad no es democrática? Aunque el 99 % de la humanidad llegue un día a aceptar el aborto como algo normal, esto no cambiará en un ápice la verdad : el aborto es muerte y la humanidad estará engañada. No se trata entonces de convencer a la mayor cantidad de personas sobre una idea, para que voten en contra o a favor del aborto y demostrar quien gana, no es una subasta… es algo mucho más serio… lo que está en juego no es una ley o el poder de decir : yo tengo la verdad!, sino la vida de una persona, la vida por la cual Cristo dio su propia vida en el acto más grande de infinita generosidad; cómo me recuerda esto el acto heroico de muchas madres que, en casos extremos, han ofrecido su vida por salvar a sus hijos (hay varias causas de canonización al respecto).

No es la Iglesia la que quiere de manera abusiva pensar de esta forma, no es porque ella sea una sociedad dirigida por el género masculino como algunos piensan, o porque ella sea retrógrada, anticuada y conservadora. La Iglesia es fiel a Cristo y Cristo es la verdad. La verdad para que sea verdad tiene que ser eterna y única. Y la verdad es que la vida humana es el principal derecho, un derecho inviolable al que accede toda persona en el instante de la fecundación y esta vida, don inmerecido, se debe defender sin ningún tipo de discriminación, para todo ser humano. El Estado tiene esta responsabilidad. Un Estado protege a las personas y no las pone en riesgo de morir. El Estado tiene el deber de defender a la persona porque ella es la base de la sociedad.

Si hay una situación en la que se duda si se debe proceder, mejor es no aceptarla, porque la duda puede matar. Una vez, y con esto termino… un cazador salió a cazar y entre los matorrales vio a lo lejos algo que se movía, el dudaba si sería un venado o un hombre, pero como estaba de caza, disparó. Cuando se acercó a ver a qué le había dado, encontró que era su propio hermano, quien también había salido de caza y al descubrir tremenda realidad, lloró amargamente y de la desesperación con su propio rifle se voló los sesos. Historia trágica, pero se repite hoy.

El aborto es un episodio moderno del primer asesinato fratricida de la historia, el de Caín y Abel. Hecho por la misma familia a su propio familiar. Dios en el fondo de la conciencia le dirá a quien aborta : la sangre de tu hermano (de tu hijo, de tu nieto, de tu familiar, etc.) clama a mí por justicia desde la tierra (Gn 4,10). Y nada de raro tendría encontrar en estudios serios que una gran causa de suicidio entre los jóvenes y especialmente en muchas mujeres es la desesperación de haber abortado, condenando a un inocente. Recordemos el caso de Judas Iscariote.

Refiriéndome a la noticia de estos días en el Perú, todos protestan porque el tribunal constitucional ha descartado la píldora del día siguiente como peligrosa por que se duda si es abortiva y como se duda, convenía prohibirla porque puede producir abortos y otros efectos secundarios. Esto es un triunfo de la razón, de la honestidad, de los valores, de la justicia. Pero los abogados del diablo le encuentran tres pies al gato y quieren hacernos ver que es “injusto y discriminatorio” en lugar de decir, bueno… si ya se ha prohibido para los sectores públicos, que se adelante ahora el proyecto de ley para prohibir su distribución en el sector privado. Muchos intereses económicos y otras manos oscuras se ciernen para impedir esto, pero si se lograra serían dos goles de la verdad en el mismo partido y se acabarían todas la protestas de discriminación. No es cierto que se incite con ello a las mujeres al aborto inseguro. Esto es tan tonto como pensar que al prohibir infracciones de tránsito, se obliga a los conductores a cometerlas porque lo prohibido es lo que más gusta… hay gente que piensa así, pero al pensar así está equivocada. En este caso, la prohibición libera de un mal y si libera de un mal es algo muy pero muy bueno. Además la autoridad del Estado pesa mucho. Si los grandes, los que saben, los que velan por el bien público autorizan o prohíben algo, esto pesa sobre la sociedad.

Comparto la opinión que prohibir la píldora y el aborto no es lo único que se debe hacer… hay mucho por hacer para defender la vida, existen muchas tareas para todas las instituciones no sólo para la Iglesia, mucho por enseñar, mucho por concientizar, muchas oportunidades que ofrecer, en fin..., educar en la castidad, en la fidelidad del matrimonio y del noviazgo, hablar en los Colegios de la espera en lo que respecta a la iniciación sexual que es en la institución familiar donde se debe vivir con toda la dignidad que ella merece, campañas de salud atendiendo a las mujeres gestantes, oportunidades de trabajo, etc. ¿Por qué no se promueven estos valores y se destaca la grandeza inigualable de la virginidad, contemplando a la Sagrada Familia Virgen : Jesús, José y María? ¡Qué hermoso sería que todos contribuyéramos para que cada ser humano pudiera conservar la pureza dada por Dios desde el instante de su concepción hasta el día en que Dios le mostrara su vocación, su misión en la tierra! Esto daría como fruto un mundo ordenado, lleno de paz y de justicia, de verdadera alegría y de santidad. Aquí está el secreto para construir el mundo nuevo que todos anhelamos.

Yo le pido a Dios todopoderoso que ilumine la mente de los científicos, médicos, políticos, empresarios y sabios de este mundo y fortalezca la fe de los sacerdotes y miembros de la Iglesia, para que todos seamos también sabios según Dios. Qué Él nos permita sacar la verdad de ese ocultamiento en que se encuentra, y seguir luchando para que un día la sociedad sea más feliz y ame más a Nuestro Señor Jesucristo y al Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida, para Gloria del Padre de quien procede todo don perfecto, especialmente el don de la vida.

Unidos en el Señor Jesús,

P. José Humberto Ángel, MSA

miércoles, 21 de octubre de 2009

"Y el diablo puso su morada"

No resulta muy moderno hablar del diablo, mucho menos resulta tan marketero hablar de sus movidas y maquinaciones. Con todo, aún con el riesgo de sonar medieval, voy a decir algo sobre el enemigo de siempre, el mentiroso por naturaleza.

"Don diablo se ha escapado, tú no sabes la que ha armado..." No sé si Miguel Bosé era totalmente conciente cuando hace buenos años cantaba esa canción pegajosa, pero el hecho es que es así: El diablo anda suelto y su mayor obra es confundir, mezclar lo que no se debe mezclar, teñir de claroscuros lo que antes era meridianamente claro y evidente, bien y mal. No por nada la palabra "diablo" en el original griego denota al que confunde y engaña mezclando las cosas, como aquel pillo que en la feria del pueblo cambia de lugar los vasos en su mesita, para que adivines donde está la moneda que él ha escondido.

Y todo esto sucede en los ambientes más "cool" (el mundo de la moda, de la opinión pública, la farándula, los mass media, etc.) y de esa confusión fabricada y destilada por los medios de comunicación beben y comen miles de miles de personas que no serán tan "cool" pero que son la mayoría de terrestres: los pobres, los ignorantes, los consumistas por adicción, la gente de a pie, esos que nunca nos pareceremos a Angelina Jolie ni a Brad Pitt (no sé si así se escriben esos nombres) pero que somos más humanos y normales que ellos. Y ahí está don diablo y tú no sabes la que ha armado....

Pero es todavía más doloroso constatar que la acción de diablo (demonio, lucifer, luzbel, asmodeo, satán, satanás, il caprone, etc.) se puede anidar fácilmente en el corazón de las personas -no hablamos todavía de la hechicería, la brujería, santería, adivinación, magia, superstición, etc.- cuando optamos por la mentira como estilo para resolver nuestros problemas o sustentar nuestras disimuladas ambiciones personales. Porque si no osamos entrar en cuestiones de satanismo directo, podemos decididamente "coadyuvar" la obra del mal, cuando nos dejamos llevar la mezquindad y la codicia, cuando hacemos de la envidia el leiv-motiv de la vida cotidiana, cuando obramos haciendo realidad ese refrán criollo: "Es el perro del hortelano, que no come ni deja comer"(cambie cada quien el verbo comer por otros tales como: creer, ayudar, apoyar, construir, etc.). Y esto se da en diversos ambientes, de creyentes y no creyentes, de religiosos y laicos, de instruidos e ignorantes, de ricos y pobres.

El diablo pone su morada allí donde hay mezquindad, allí donde la mentira es el estilo de vida aceptado, felicitado y celebrado, allí donde la mediocridad es el único horizonte de la vida cotidiana (ese malnacido: "Con tal que yo esté bien, qué me importa lo demás.... cada uno con su vida").

Y el diablo pone su morada allí donde hay alguien (o un grupo) que detiene el avance del Reino de Dios, allí donde alguien promueve valores ajenos al Evangelio, allí donde hay alguien que pone cortapizas a la verdad, allí donde se obra la injusticia, allí donde se oprime al inocente, allí donde alguien crea el juego, mueve él sólo las fichas, es el único que sabe las reglas y gana el juego al inocente y al pobre.

El diablo pone su morada allí donde el hombre -la mujer- honrado se queda callado por miedo a denunciar lo que debe denunciar. El diablo pone su morada allí donde reina el silencio cómplice, allí donde reina el silencio cobarde.

Y en medio de tantas moradas del diablo, los que queremos ser discípulos de Jesucristo en la verdad y en la justicia vamos caminando como corderos en medio de lobos, enseñando a las ovejas indefensas a gritar y a defenderse y a desenmascarar al lobo, que generalmente esta vestido de oveja.

Y en medio de lobos vestidos de oveja, los que queremos ser discípulos de Jesucristo vamos luchando y esperando el día en que Él venga y separe el trigo de la cizaña.

Ven Señor Jesús, ven, no te tardes demasiado.

No olvides a tus ovejas que deben vivir en medio de lobos.

Ven.

lunes, 12 de octubre de 2009

Llegó Herodes al Perú

Amigos lectores de "Para ser diferentes", les ofrezco este artículo firmado y que considero en este blog sobre este tema triste y delicado: la propuesta del aborto eugenésico en el Perú. Concuerdo plenamente con la opinión de su autor. Sé que en varios países esto se permite pero ojalá para el Perú verdaderamente católico no sea más que una breve pesadilla, una muy mala broma y nada más... ojalá.

A PROPÓSITO DE LA PROPUESTA DE DESPENALIZAR EL ABORTO
¡Llegó Herodes!
Por: Luis Solari de la Fuente*

Un canal de televisión hizo una encuesta sobre la despenalización del aborto de niños por nacer, en casos de detección de alguna discapacidad prenatal y en casos de violación, aprobada por la comisión revisora del Código Penal.
El 79% de las llamadas estuvieron en contra de despenalizar. ¿Cómo así esta amplísima mayoría estuvo representada por la minoría de la comisión? Porque las personas que votaron no han sido elegidas por votación popular. ¿Por qué se permite que los que emiten opinión voten, cuando solo los parlamentarios tienen facultad legislativa?
Dos delegados de los colegios de abogados tuvieron votos opuestos. Sucedió lo mismo con el Ministerio de Justicia. Esto significa que votaron representándose a sí mismos, sin posición institucional.
El delegado de la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) votó por la despenalización, sin que ese tema haya sido debatido institucionalmente ni se haya consultado a los rectores. ¿Cómo puede permitir el presidente de la ANR un voto inconsulto? ¿O es que las universidades van a comenzar a enseñar que se pueden incumplir los tratados internacionales que protegen la vida humana desde la concepción?
El delegado del Poder Judicial, que abogó y votó por la despenalización, conoce perfectamente la amplísima protección jurídica que tienen los niños por nacer, que por su debilidad requieren precisamente cautela de su libertad de desarrollo. ¿No es el Estado el primer cumplidor de los tratados internacionales, la Constitución, los códigos y las leyes? ¿Tal voto representa al Poder Judicial o a sí mismo? Es indispensable que esa respuesta la dé el presidente del Poder Judicial.
¿Y cómo votará la Defensoría del Pueblo en la reconsideración planteada? ¿Defenderá al pueblo inocente?
Estos choques intrainstitucionales existen solamente porque se ha permitido votar en esta materia a quienes no hemos elegido para hacerlo. En este tipo de comisiones, cuando en una materia no existe consenso, siempre se ha procedido a consignar en el texto las diversas sugerencias, sin ser votadas, y luego los legisladores debaten y votan con representación popular lícita.
El eugenismo internacional aterrizó en el Perú. Su equipaje: considerar que hay gente “inservible” y que, por tanto, hay que matarla. Lo anticipé hace casi un año en “Tras bambalinas” y luego en “Jalados en conducta”. Parece que Herodes hubiera llegado al Perú, pues plantear que nos convirtamos en un país en el que se dé muerte a las personas con discapacidad antes de nacer, no solo es eugenismo espartano o nazi, sino que pretende implantar una política herodiana en nuestra patria: matar inocentes.
Peor aún, pretender implantar pena de muerte para el niño —que es absolutamente inocente— en los casos en que ni el violador tiene esa pena, sería decirle al mundo que el derecho peruano desprotege, castiga y mata a los débiles e inocentes.
La triste tesis de que legalizar el aborto reduce su frecuencia es más falsa que título de Azángaro. Se “inflan” las cifras, como también se ha hecho en nuestro país (explicado en “No mentirás, no matarás”), para usarlas como argumento. En los países en que se legalizó, se multiplicó.
¿Y quiénes son aquí los primeros promotores de tal eugenismo herodiano? Organizaciones esencialmente financiadas con dinero foráneo, de países que no han suscrito la Convención Americana sobre Derechos Humanos que, pregonando un falso derecho a matar al hijo, en la práctica incitan a las madres a hacerlo en vez de acogerlas, acompañarlas y atender a ambos. ¡Increíble que connacionales se presten a esto!
En realidad, se trata de “abrir” nuevos mercados para toda la reciente generación de productos que ya existen para realizar abortos mediante fármacos. Triste y vergonzoso papel de quienes se prestan a todo esto y consiguen asombrosamente introducir eugenistas —como también está sucediendo en otros países— en las esferas donde se pretenden “adaptar” los códigos y las leyes. ¿Qué prevalecerá: la defensa de los intereses o la defensa de la vida?

(*) Ex primer ministro

sábado, 10 de octubre de 2009

Las hijas de su madre

San José Marello hace más de un siglo escribió que gran parte de los males de nuestra sociedad se debe a la degradación de la figura de la mujer. Él mismo, siendo obispo, llamaba a los padres de familia a educar a sus hijas para ser muchachas discretas, puras, recatadas, sabias. Y agregaba que por cada muchacha así serían varios los varones influenciados positivamente. Porque, lo querramos o no, son las mujeres las que más influencia tienen en la educación de las futuras generaciones. Por eso mismo José Marello no dudaba en afirmar que sobre las rodillas de una madre se forjan los hombres grandes del futuro, se forja su vida entera, se forjan sus almas.
Yo agradezco a Dios el haber tenido desde niño imágenes muy dignas y nobles de mujeres que han colaborado muy positivamente en mi formación humana. Les debo mucho y las valoro.
Es verdad que no debemos generalizar con facilidad, pero como que hoy el ambiente es casi el mismo, sino idéntico, al que José Marello vivió en su tiempo: la imágen de la mujer se degrada con facilidad. Y no hablo todavía de lo que sufren las mujeres por causa de varones, sino antes, de lo que las propias mujeres no saben valorar y respetar en ellas y de ellas mismas.
Alguien dijo por ahí que las mujeres suelen olvidar fácilmente su valor. Me parece que algo -bastante- de cierto hay en esta afirmación.
A mí no deja de soprenderme el hecho de que pocas mamás -mamás modernas, digo- hablen de verdad con sus hijas sobre la vida, sobre el respeto que deben tener por ellas mismas, sobre cómo comportarse con relación a los varones, sobre valores y virtudes que sólo ellas pueden aportar a la sociedad desde su propio ser femeninas. Muchas veces se deja toda esta función al colegio y eso es exponerlas las más de las veces a tristes extravíos morales, espirituales y humanos (Todavía más, con ciertos manuales educativos que poco o nada tienen de trasfondo verdadera y honestamente ético).
Las chicas crecen así guiadas por sus "sentimientos", siguiendo "el corazón".
¿Y dónde va el corazón cuando no está sujeto a la razón?
¿Dónde irá el corazón que ha anulado la razón, que nunca la ha usado, que nunca la ha estrenado?
¿Dónde irán corazón y razón cuando ni siquiera han oído hablar de los valores y virtudes que no pasan de moda, que son patrimonio humano?
¿Dónde irán el corazón , la razón, los valores y virtudes que no pasan de moda cuando no tienen referencia a la Palabra de Dios: Jesucristo?
Y así se irán, siguiendo su "corazón" (sentimientos, emociones, reacciones hormonales, fantasías, curiosidad, afán de novedad, deseo de experimentar "nuevas sensaciones", etc).
Y al final, ellas mismas se harán daño, volverán a creer que no valen nada o casi nada, se encharcarán en sus miserias (de diverso tipo) ¿y después? Después ellas dirán: La vida no vale nada... y vivirán coherentemente con esa conclusión.
¡Cuánto necesitamos de muchachas nobles, puras, decentes, fuertes, sabias, recatadas, dueñas de sí mismas!
A mí me entristece ver muchachas y mujeres que no respetan a sí mismas, me parece un espectáculo deprimente, grotesco, vulgar, revulsivo.
Este artículo alude a un grupo de "bailarinas" que ofrecen su espectáculo "en tiritas" donde les paguen lo que piden (Sé que ellas no son las únicas, las hay más atrevidas todavía y hasta más famosas). Yo no sé cómo se llaman en realidad, tampoco sé si tendrán sus padres vivos todavía. Quizá ellos hasta les apoyen, quizá están convencidos -convencimiento moderno- de que lo que hacen sus hijitas es "arte", "cultura". Pero semidesnudarse, contonearse, moverse provocativamente y luego hacerse ascos cuando algún varón les mira "con malos ojos" me parece que es propio de gente que sólo goza de una neurona en la cabeza (la neurona suficiente que les permite hacer lo que hacen).
Pues, vayan los lectores a saber quién es la madre de esas chiquillas y de otras como ellas. Seguramente son hijas de su madre.
Y con todo esto, me parece muy curioso que ante estas cosas que públicamente degradan a la mujer (por obra de la mujer misma) las feministas agremiadas (manuelas y floras, entre otras) no digan "esta boca es mía". Por lo menos yo no conozco ninguna manifestación feminista en contra de estas degradaciones actuales de la mujer.
¿No les parece señoras feministas que esto es un atentado contra la dignidad de la mujer?
¿No les resulta evidente que esto es convertir a la mujer en una mercancía que se compra, se vende, se alquila, se usa, se goza y luego se bota?
Posiblemente las señoras feministas me dirán que las mujeres tienen todo el derecho de hacer lo que quieran con su cuerpo.
Entiendo, es el mismo argumento que Uds. usan para legalizar el aborto, claro, claro.
Y al final, ¿quiénes hacen más daño a las mujeres?

Ojalá que podamos hacer algo verdaderamente honesto y bueno por la dignidad de las mujeres, y más todavía, si lo hacen las mujeres mismas.
Con niñas puras, con muchachas recatadas, con mujeres dignas y fuertes tendremos también en el futuro varones firmes, seguros, excelentes ejemplos de humanidad y dignidad.

lunes, 5 de octubre de 2009

El derecho de ser diferentes

"El mundo jamás ha perdonado a quienes superan un poco su mediocridad" Esta frase de Martín Descalzo me parece luminosa y retadora, describe de algún modo el drama que pueden estar viviendo muchas personas, hombres y mujeres, dentro y fuera de la Iglesia, que han decidido defender su derecho, derecho humano, de ser distintos del mundo mediocre que les puede rodear.
A los que han logrado superar un poco la mediocridad de su entorno hoy los conocemos como: héroes, santos, genios, líderes, maestros, guías, visionarios, gente con personalidad. Para mucha gente no han sido -no son- más que locos o desenfocados. Dios les llama de otro modo: Fieles, hijos buenos, gente de confianza, gente fiel a su propia alma, gente honrada, parecidos a Jesucristo.
Es verdad, el mundo (Entiéndase por "mundo" la mentalidad extraña al Evangelio) jamás perdonará a quienes le hagan quedar en ridículo, a quienes le superen un poco y le muestren nuevos y mejores modos de vivir, a quienes le muestren con su propia vida que lo que él nos dicta no es la verdad.
Y el mundo tiene sus secuaces: los mediocres. Mediocres son los que se conforman con pensar como piensa la mayoría, los que viven como vive la mayoría, los que aman lo que ama la mayoría, los que deciden como decide la mayoría. Mediocre es todo aquel que sólo ve y vive por sus personales intereses.
Es un secuaz del mundo todo aquel que -pudiendo serlo- renuncia a ser águila para ser una vulgar gallina por el sólo hecho de temer volar alto, por el sólo hecho de tener miedo de quedarse un poco en soledad. Es mundano todo aquel que es cobarde, todo aquel que miente -que se miente a sí mismo- para obligar a su alma a volar bajo.
No sólo el pecado es la herencia del mundo, lo es también la traición a la propia alma, el aceptar una vida mediocre, sin ideales altos, sin más motivación constante que el emperrado deseo de satisfacer los propios gustos y vivir una vida burguesa, acomodada al sentir y pensar común. Un cristiano mediocre es un traidor al Evangelio. Un consagrado, una consagrada, un sacerdote mediocres son los más grandes traidores a la causa de Jesucristo, aquellos que estaban entre nosotros pero no eran de los nuestros, como decía San Juan.
Rompe con el mundo y le vence todo aquel que se atreve a pensar distinto usando de su derecho de ser distinto, de su derecho de soñar en medio de gente que ya no sueña porque le resulta peligroso para su comodidad y su aburguesamiento. Rompe y vence al mundo todo aquel que se atreve a ser él mismo sin que nadie le dicte lo que va a pensar y decidir. Rompe con el mundo todo aquel que no renuncia a seguir lo que le dicta su propia alma, su propio corazón, su conciencia recta.
Los santos, los héroes, los leales a sí mismos han roto y han vencido al mundo. Han vencido al mundo quienes tienen un amor tan grande que eso les permite tener una verdadera pasión por el bien y por la verdad.
El mundo, la mediocridad, fabrica seres aplatanados, seres sin más ideales que satisfacer la pequeña vida egoísta. Los que se atreven a mirar más alto y más arriba son los que le vencen, pero por ello mismo la pagan caro: se quedan en soledad, sufren la incomprensión, sufren la persecución (oculta, solapada o descarada). A los que vencen al mundo se les suele llamar locos, obsesos, fanáticos, estrechos de mente, fijados en una idea, individuos peligrosos. Dios los llama: Amigos.
Jesucristo, El Señor, fue el primero que venció al mundo y los santos que le han seguido le han entendido muy bien, por algo todos ellos de diversas maneras han experimentado el sufrimiento propio de los que deciden ser veraces y fieles a su propia alma.
El mundo pregona hoy con todas sus fuerzas que lo que más vale es la "tolerancia", sin embargo ese mismo mundo que afirma ser muy tolerante se torna el más intolerante y el más férreo y abusivo dictador cuando ve que alguien osa y se atreve a pensar distinto de él, cuando observa que alguien piensa distinto de él. Esa es la intolerancia -absoluta incoherencia- de los pretendidos "tolerantes", secuaces del mundo.
Ser cristiano en un mundo tolerantemente intolerante es apostar por ser diferentes, es apostar por hacer prevalecer el derecho humano de ser distintos (léase: el derecho de pensar con la propia cabeza y el derecho de ser fiel a la propia alma).
Yo sé que hay gente que lucha cada día, que pasa cada día misteriosos via crucis por ser fieles a su propia alma. A todos ellos estas palabras muy simples pero muy auténticas: Nunca se rindan.
Por eso:
Vaya mi abrazo fuerte y efusivo para todos aquellos cristianos y cristianas, para todos aquellos líderes y visionarios, para todos aquellos pensadores y soñadores, para todos aquellos sacerdotes y religiosas que han optado por vivir a fondo perdido su derecho de ser diferentes.
Vaya mi abrazo fuerte y efusivo para todos aquellos que en este momento sufren en su carne y en su alma los golpes propios del mundo que, llamándose tolerante, no tolera que le contradigan y que le hagan ver que está muy pero muy equivocado.
Vaya mi abrazo fuerte y entusiasta para todos aquellos que sintiendo el peso de ir a contracorriente se ven tentados de retroceder: no lo hagan, no vendan su alma ni su conciencia al mundo, no la cambien por algunos favores pasajeros ni por la sonrisa complaciente de quienes hace tiempo han optado por la vulgaridad de una vida sin ideales, sin altura de miras, sin más motivación que pasarla bien con apariencia de ser justos.
Y recuerden que: Los que no se rindieron, los que blanquearon su manto en la sangre del Cordero, los que lleguen de la gran tribulación, recibirán la corona de la vida y Dios los tendrá por amigos siempre.
Por ello:
Nunca se rindan.
Nunca renuncien a su derecho de ser diferentes.
Nunca.
Nunca.
Nunca.

sábado, 3 de octubre de 2009

Nixon Leodán

Desde hace más de año y medio que soy párroco en una extensa provincia andina del Perú. No he llevado la cuenta de cuántos bautismos habré celebrado en estos meses pero calculo que son varios cientos. Una de las cosas que a veces me ha sorprendido, pero más: divertido, es el hecho de tener que escribir y escuchar ciertos nombres que los papás, gente muy humilde, ha decidido poner a sus hijos.
Recuerdo aquella vez que bauticé a Ronaldinho, un niño que no tenía ningún parecido con aquella estrella del fútbol pero que así se llamaba. Y aquella tarde en la que me encontraba cansado y debía bautizar a una fila de niños pequeños entre los cuales estaba esperando su turno Zinadine Zidane... Un colega me refirió que una vez en una comunidad tuvo que bautizar a Nolberto Solano (por lo menos era producto peruano).
Pues, hace poco en una comunidad muy pobre me encontré bautizando a: Nixon Leodán. Cuando lo bautizaba me puse a pensar que seguramente su mamá era admiradora de aquel presidente norteamericano o que quizá su papá era un fanático melancólico del cantante chileno que ahora está calvo y bien gordo. Bueno, el hecho es que Nixon Leodán algún día será grande y no sé si le gustará su nombre, quizá sí, quizá no.
Nuestra gente sencilla tiene una lógica muy curiosa al poner nombres a sus hijos. Muchos ponen nombre a sus hijos recordando las personas que les han ayudado, personas a las que admiran, incluso personajes de la televisión, del mundo de la farándula, del fútbol, de la música; también hay papás que en sus hijos quieren de algún modo inmortalizar hechos o acontecimientos relevantes, como aquel padre de familia que le puso a su hijo: Conflicto, en aquellos años en que el Perú tenía un conflito fronterizo con el Ecuador...
Recuerdo haber tenido yo una confusión de sentimientos al haber escuchado los nombres de ciertas señoras ya mayores tales como: Erótida y Circuncisión.
Pero por otro lado, no pocas veces los nombres que los padres modernos ponen a sus hijos reflejan una cierta alienación cultural. Conocí hace un tiempo a un niño que se llamaba: Shuázneger (supongo que aludiendo al actor de Terminator), y aquella vez que un papá furioso quiso que su niña se llamase: Venus (por la tenista norteamericana). Hay varios Jackson y Taylor diseminados en nuestros pueblos andinos y puede ser que contemos decenas de Sharon entre nuestras niñas. Recuerdo que el primer nombre extraño que oí de niño fue: Aysenjahuer (supongo que aludiendo a un histórico mando militar norteamericano).
Pienso que el nombre de algun modo describe a la persona y es de validez eterna. Seremos juzgados por Dios según nuestro nombre, Él nos conoce por nombre y así nos llamará por la eternidad.
Yo no sé cómo responderán muchos padres de familia que a la hora de buscar nombres a sus hijos parece que lo toman a broma o les parece que están nombrando a una mascota de la casa. Porque si hay que decir algo más, algunos nombres creo yo que son una tremenda falta de caridad de parte de los progenitores. Y no voy a enumerar en este momento por no hacer sentir mal a nadie más.
Me gusta llamarme Israel, se lo agradezco a mi padre, aunque durante varios años tuve problemas emocionales por mi segundo nombre, pero gracias a la fe y a la teología creo que los he superado. Deo Gratias por ser Serafín.
Qué bueno saber que Dios nos ama y nos llama por nuestro nombre.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Los dueños de la fe

Llevo ya algunos años de seguimiento del Señor y no dejo de asombrarme de ciertas actitudes que a mí me parecen por lo menos chocantes en el ambiente de fe. He titulado este artículo "Los dueños de la fe" para hacer alusión a algunos creyentes o grupos de creyentes que terminan adueñándose de las cosas de la fe, las convierten en sus armas y llegan a considerarse muy por encima de todos los demás, jerarquía incluída, creyéndose poseedores de una extraña e indocumentada infalibilidad.

Caso 1:
Los celosos cuidadores de la fe.
Es un grupo de personas mayores, que por diversas circunstancias de la vida hoy por hoy son los celosos guardianes de las "santas" costumbres de fe: ellos saben todo acerca de la historia de cada florero del templo, de cada imagen, de cada altar. Están atentos a cualquier peligro de modificación, de cambio de ubicación de floreros-imágenes-altares. Ellos son los sempiternos encargados de tal y cual procesión, ellos conocen los secretos arcanos de cómo se hace tal o cuál rito. Están siempre atentos a eliminar, enfrentar o denunciar cualquier "novedad". Nada ni nadie los puede detener: en misa estarán medio cabizbajos, medio dormidos, pero alzarán las cejas apenas adviertan que hay "peligro" de ofensa a sus "santas" costumbres. Allí están, agazapados y atentos, ellos son los cuidadores de la fe.

Caso 2:
Los "Cristianeitors" (equivalente cristiano del "Terminator").
Estos son un poco más agresivos. Usan una espada afilada que llaman "Tradición". Si tuvieran que vestirse consecuentemente, tendrían que usar botas, cotas de malla de acero, escudos, lanzas y andarían montados en caballos, es decir serían cruzados modernos. Son los defensores natos de "la fe", imbuidos de un extraño celo cristiano que les hace actuar anticristianamente: mienten, difaman, calumnian por lo bajo contra quienes les parecen enemigos.

Caso 3:
Los "auténticos católicos". No son tan agresivos pero se creen los dueños de la fe, los dueños del grupo, de la asociación, de la manzana, del barrio, de la parroquia, de La Iglesia. Gracias a ellos muchos aprenden a ser virtuosos pero estos "auténticos católicos" son un mal marketing para nuestra fe, porque generalmente se vuelven antipáticos y provocan la repulsa de los demás.

En fin, yo he individuado estos grupos de "dueños de la fe", seguramente Uds. podrán identificar también otros "dueños". Yo pienso que hoy como ayer siguen siendo necesarias la humildad y la sencillez para guardarnos de caer en estos errores. Porque si hay algo que caracteriza a los dueños de la fe es la poca humildad que respiran y el mucho orgullo que les atrapa. Y, agrego más, me permito decir que estos fenómenos los he visto más entre laicos y seglares que entre clérigos y religiosos.

Qué bueno volver a escuchar en el evangelio a Jesús que nos invita a ser como niños, a aceptar el Reino con el corazón de niños. Sí, porque Él también sufrió el ataque de los dueños de la fe de su tiempo, el ataque de fariseos, escribas y maestros de la ley.

Que Él nos conceda sencillez y humildad, oro fino en el campo de la virtud.

domingo, 23 de agosto de 2009

Complejos católicos

La única fe verdadera es la Fe en Jesucristo, presente en La Iglesia Católica.
(así, como suena)

Sé que escribir lo que acabo de escribir es exponerme a ser considerado como intolerante, poco dialogante, poco abierto de mente, estrecho de miras, oscurantista, etc. Sin embargo creo que lo escrito es una simple consecuencia lógica de nuestra aceptación del misterio de Jesucristo.

Sin embargo, hoy por hoy somos los católicos precisamente los que nos hemos empecinado en pensar y afirmar que no somos "los únicos" depositarios de la fe verdadera. Resulta algo muy curioso constatar que mientras que los creyentes de otras religiones defienden su fe a "capa y espada", los católicos somos los únicos en el campo religioso que afirmamos -con paz de corazón- que "no tenemos toda la verdad" (Léase: "No somos la única Iglesia fundada por Cristo", "No poseemos todos los medios de salvación", y en definitiva: "Jesucristo no es el único salvador de mundo").


El P. Manaranche, S.J., hace varios años escribió un muy enjundioso libro titulado "Querer y formar sacerdotes" en el que dedica la primera parte a una reflexión bastante profunda sobre las bases de la fe cristiana. En una de sus páginas el autor, refiriéndose al relativismo teológico y religioso que respiramos hoy, afirma que los católicos tenemos, en el mercado religioso, una actitud muy parecida a la de un individuo que, sentado en lo alto en la rama de un árbol, ha sacado un serrucho y muy sonriente va cortando la rama en donde está sentado...


Y es que la fe en Jesucristo, de la cual es depositaria la Iglesia Católica, se cimienta precisamente en el principio de la absolutez y universalidad. Es decir: Si la fe católica no se la toma como absoluta en su contenido y universal en su alcance de salvación simplemente termina no siendo ella misma, se degrada, se deforma, deja de ser ella misma, se falsifica a sí misma, se desnaturaliza... No es más fé católica ni cristiana.


Sin embargo, actualmente somos muchas veces los católicos atacados por un extraño y virulento complejo religioso: Damos razón a todos, damos espacio a todos, escuchamos a todos, a todos les concedemos razón y -curiosamente por otra parte- dudamos de la validez, la absolutez y la universalidad de nuestra propia fe.



A esto se le llama muchas veces "ecumenismo", "actitud abierta", etc. Pero el ecumenismo es una cosa totalmente distinta y la mente abierta es mucho más saludable.

Lamentablemente nuestras inmensas masas católicas sufren de una pavorosa ignorancia en materia de fe, es más, no tienen mayor afecto por su propia instrucción religiosa, no les interesa formarse en la fe, prefieren vivir y hacer sus ritos como siempre lo han hecho sin preguntarse mayormente, sin cuestionarse.

Nuestros obispos reunidos en la última conferencia episcopal de Aparecida nos están urgiendo a poner énfasis en la formación en la fe para ser discípulos y misioneros de Jesucristo. Los tiempos actuales no están ya para sostener una fe "del carbonero", una fe ignorante de su propio alcance o de sus implicancias prácticas. Una "religiosidad" que no se base en un encuentro personal con Jesucristo simplemente será alienante e improductiva en términos de caridad, solidaridad y esperanza. Una "religiosidad" que no se centre en la amistad personal con Jesucristo tan sólo llegará a ser una absurda, trasnochada, cadavérica y ridícula defensa de simples "tradiciones -y constumbres- religiosas".

La fe en Jesucristo da para mucho más. El depósito de la fe que guarda y administra la Iglesia Católica da para la transformación del mundo, para que cualquier persona que busca honestamente pueda encontrar en ella las respuestas más necesarias para vivir y luchar por el futuro.

Estamos urgidos pues, a encontrarnos con Jesucristo, a volver a los evangelios, a amar a la Iglesia para superar tantos y variados "complejos" católicos.

domingo, 16 de agosto de 2009

Rebeldes

Hace varios años el buen José Luis Martín Descalzo nos regaló un artículo titulado "Rebeldes de pacotilla". En ese sabroso escrito el autor ponía a consideración de sus lectores el caso o la actitud de aquellos que llamándose "rebeldes" sólo se dedican a destruir sin proponer nuevas construcciones, aquellos que sólo critican sin proponer nuevas alternativas de solución, aquellos que luego de la pataleta inicial o de la rasgadura de sus vestidos luego no tenían más que hacer o decir. Esos son los rebeldes "de pacotilla".

El tema da para mucho más. Es muy fácil ser rebelde de esa manera: gritar, patalear, encadenarse a una reja, hacer una mentirosa huelga de hambre, rasgarse las vestiduras mediáticamente, pintarrajear una pared, malograr un jardín, romper unos vidrios, volarse un foco, un fluorescente, tirar una piedra, destruir una puerta y gritar una arenga exigiendo justicia y libertad, escribir un volante, un artículo furioso, redactar una carta infamante impulsados por una falsa auréola profética... Pero qué difícil es una rebeldía que implique construir algo nuevo, algo mejor, algo decididamente superior y saludable.

Martín Descalzo en el artículo mencionado nos decía que son auténticamente rebeldes los que construyen algo nuevo, los que miran más lejos, los que miran más arriba de sus propias narices. Son rebeldes los que construyen.

Y es que el mundo avanza gracias a quienes saben mirar más allá y gracias a los que miran más arriba. Esos rebeldes son saludables, esos rebeldes son hoy muy necesarios para nuestra rutinaria sociedad.

En ese sentido me gusta contemplar a los santos como auténticos rebeldes: hombres y mujeres que se atrevieron a más, que no se contentaron con una vida mediocre y amodorrada, que no se sintieron bien mirando sólo su propio provecho, que -incluso-no se engolosinaron en su propia rebeldía; hombres y mujeres que no quisieron aburrirse de "ser buenos", gente que miró más lejos que sus contemporáneos, gente que no se sintió satisfecha con un cristianismo comodón y aburguesado, gente que no se enamoró de las cosas de Dios sino del Dios de todas las cosas.
Qué hermosa rebeldía la de la santidad verdadera.

Y qué plena la vida de quienes asumen en sus vidas totalmente la rebeldía del evangelio (Habrá que leerlo bien para ver en cada página del evangelio un grito auténtico de rebeldía y no un interminable ronroneo propio de una gata melosa).

Qué hermosa es la vida cristiana si se la asume así: como propuesta rebelde en un mundo mentiroso y oscuro; como alternativa rebelde en una sociedad muerta en su mediocridad; como un camino luminosamente rebelde en medio de nuestros grupos humanos tan aplatanados en su comodidad o en sus cuatro gustos y caprichos.

Admiro la rebeldía de los que construyen, de los que critican y luego tienen la fuerza y la grandeza de alma suficientes para inventar nuevos caminos de fe, de esperanza, de caridad, de servicio, de eternidad. La fe cristiana así vista es no un calmante, no una droga o un somnífero sino más bien una catapulta que nos lanza a la vida, con la adrenalina propia del Espíritu, un fuego que nos enseña a vivir plenamente esta vida gastándonos por un ideal noble: el Reino de Dios. Porque, no olvidemos, la vida eterna sólo será posible para los que antes, en esta vida, han sabido vivir a plenitud sus penas y alegrías.

Qué hermoso sería que existan más cristianos auténticamente rebeldes, no los de pacotilla (que un momento gritan y luego se amodorran en sus comodidades y no están dispuestos a sacrificar nada para conseguir sus presuntos ideales).

Que Jesucristo nos conceda vivir bien su palabra de fuego, su palabra auténticamente rebelde.

lunes, 3 de agosto de 2009

Una Misa dominical (II parte)

Había leído el evangelio de la mejor manera.

Durante la homilía, tuvo que superar cierto desaliento repentino. Algo le decía que varios de sus oyentes, feligreses de costumbre, no tenían mucho interés por acercarse a Jesucristo de verdad. Trató de espantar esos pensamientos, sonrió y prosiguió su homilía. El P. Antonio de Almagrande es un cura ya muy curtido en lo duro del trabajo pastoral pero con la gracia del Jefe conserva fuego juvenil en su viejo corazón.

Se esforzó por pronunciar una homilía clara y contundente, aunque las palabras le salían con dificultad en algunos momentos. Sí, pensaba, quizá era su presunción, o su vanidad las que le fastidiaban hoy más que nunca. Después de todo, la obra era de Dios mismo, él sólo era un servidor, hacía su parte y nada más. Pero ahí estaba la voz que le incaba de dentro, que no le dejaba tranquilo, que le hacía pensar que su gente necesitaba más que nunca una palabra firme, una palabra fuerte, cortante, hiriente. Es que, ¿de qué otro modo podría vencerse tanta indiferencia de "los buenos", tanta pasividad, tanta indolencia ante el misterio de su propia salvación. El P. Antonio sufría por dentro, sufría el evangelio, sufría la palabra de Dios, sufría ante tanta cerrazón y superficialidad...

Creo en Dios Padre, creador del cielo y la tierra....
Lo dijo con el alma, como queriendo obtener de su adhesión de fe una nueva esperanza, algo que le impulsase con nuevas fuerzas.

Durante las peticiones a él se le ocurrió pedir al Señor que concediera a su pueblo la gracia de despertar... Los percibía dormidos con los ojos abiertos, sordos con los oídos sanos, inmóviles con los miembros sanos y fuertes. Señor, concédenos despertar....

Señooor te ofrecemos el vinoooo y el paaaaan....
Al poner un poco de vino en el cáliz recordaba cuando por primera vez celebró el sacrificio, era tan joven que hasta sintió que la casulla le quedaba muy grande. Esa mañana estuvo muy emocionado, de tanta emoción casi se le cae el cáliz. De pronto, pensando en ello, se supo transportado a otro mundo, como si se abriera una gran puerta luminosa y cálida y alguien que le llamaba desde adentro: Antonio, Antonio... Sí, él sospechaba que no había sido el mejor de los párrocos áun cuando lo intentaba. Desde joven seminarista se había fijado en su colega santo: El Santo Cura de Ars, ése buen sacerdote que convirtió a su pueblo por su amor a Jesucristo, por su piedad encendida, por su penitencia tremenda. Sí, él se sentía bien lejos de ese amado y respetado modelo, ahora sentía que la vida se le iba como agua de las manos, que quizá no había logrado todo lo que había soñado... Y ahora.. Esa voz: Antonio, Antonio... Sentía su corazón ya muy cansado, quizá también un poco desilusionado a falta de conquistas pastorales tremendas. Y esa voz: Antonio, Antonio... Se sentía bien poca cosa, bien limitado. Esa voz se le transformaba en sonrisa tierna. Él de pronto se sentía mirado y compadecido. Su colega del pueblo vecino le había dicho en alguna ocasión: Sólo un cura comprende el corazón de otro cura... ¿Era acaso un cura el que le llamaba? No, no podía ser, él era el único cura en el pueblo. Pero sentía que esa voz le miraba y le comprendía. ¿Quién eres?, preguntó atrevido. Soy un colega tuyo. He fracasado muchas veces y mi único gran éxito ha sido cargar con todo lo que tú cargas y con las cargas enteras de todos tus colegas de todo el mundo...

Tomad y comed... Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros...
Los monaguillos se miraban sorprendidos, no sabían si seguir tocando las campanillas. El P. Antonio se había quedado contemplando el Cuerpo de Jesús Sacramentado. Lo miraba como quien mira al ser amado, como quien mira su propia alma, como quien mira su propia niñez e inocencia. A unos metros Doña Ernestina miraba su reloj, la misa se le estaba haciendo muuuuuy larga, qué barbaridad. Y entre colegas se quedaron conversando. Claro, después de todo, Jesucristo es el único y eterno sacerdote.

Tomad y bebed... Esta es mi sangre derramada por vosotros... Y el P. Antonio miraba el cáliz como si fuese su primera misa.

Así, Antonio, lentamente vas derramando tu sangre conmigo, ¿lo ves? Así se salva al mundo, amigo. Don Pablo, el gerente del banco del pueblo, que había venido por la misa de su abuela difunta, se sentía un poco incómodo de tanta "espiritualidad", como le llamaba.

El crío aquél había terminado de comerse la pasta del cancionero parroquial, su mamá estaba feliz de haberlo neutralizado a tiempo. Pero ahora el chiquitín estaba muy atento a lo que el anciano párroco hacía, estaba como embelesado, como arrobado contemplando al viejo cura con cara de abuelo bueno. Sólo los niños entienden a Dios...

Así, Antonio, extiende los brazos para que te parezcas un poco más a mí, para que también a tí te crucifiquen, para que también tú puedas presentar la vida como ofrenda... El P. Antonio leía despacio el misal, lo rezaba con calma, como tratando de comerse cada palabra. El viejo cura en medio de todo se sentía felíz aunque con un dolor que le traspasaba el alma. Sí, para eso había nacido, para extender sus brazos, pedir por sus hermanos, para sufrir por ellos, para hablarles de parte de Dios, para hacerLe presente, esa era su vida.

Señor Jesucristo que dijiste a tus amigos la paz les dejo....
Él se sorprendía de estar ya a esa altura de la celebración. Gracias a Dios, pensaba, que se había dejado llevar por el misal y por su buena memoria, se había entretenido con El Amigo en medio de las rúbricas y ahora estaba mirando al Santísimo Sacramento sobre el altar, lo miraba y le pedia paz para él y para su pueblo.

Al partir el pan se sintió en medio de los dos amigos de Emaús, pero, si era él, sólo él... No, ya no era él, era Jesús salvando y dando vida por sus manos, sintió más verdaderas que nunca las palabras de Pablo: "Yo no soy yo, es Cristo quien vive en mí". Le temblaban las manos de emoción, partía el pan con sumo cuidado y al ver desgajarse la humilde oblea veía también que su vida estaba partida y repartida, que lo suyo era sin retorno, que el misterio de Jesucristo se hacía presente y palpitante por su ofrenda personal.

Al dar la comunión se sintió plenamente acompañado, arrobado en Jesucristo.

Luego, un monaguillo se le acercó asustado: Padre, ya han pasado diez minutos desde que se sentó a orar y la gente se está impacientando. Se incorporó de inmediato y pronunció la oración final. Dió la bendición con emoción de sacerdote joven y recién estrenado.

Te den graciasss todos los puebloooos, que tooodos los pueeblos te deeeen graaacias....
Llegó a la sacristía y al volverse al Cristo aquél de la pared, le pareció que le sonreía.
Y él también sonrió. Los monaguillos susurraban algo.
Los fieles se volvieron a sus casas, cada quien comentando algo distinto: que si el estandarte que se cayó, que si el perro, que si aquel niño que lloraba, que si el párroco hoy estuvo muuuuy distraído....

El P. Antonio se fue más contento, sabiendo que Jesús hacía su obra en él.

martes, 14 de julio de 2009

Una Misa dominical

Ha llegado el domingo, Día del Señor.

Desde temprano las campanas del templo de San Hilario El Risueño están repicando a fiesta.

El párroco, el P. Antonio de Almagrande, se ha puesto la talar más elegante y se alista para la celebración tempranera.

En el templo ya se van acurrucando las buenas señoras de la Legión de María, infaltables y devotas; también están, con ceño adusto y porte recogido, los señores de la Hermandad de San Cunegundo de Cienfuegos. Ah! El sacristán se ha querido lucir hoy más que de costumbre: ha hecho un adorno tal del altar mayor que casi todos se han quedado boquiabiertos para admirar el arte de Filobonio, vaya que lo ha logrado. Entre las telas y las flores se asoma tímidamente la puertecita del sagrario...

Sí, ya han llegado los miembros del coro parroquial, se han puesto también sus galas, esos ponchos tan divertidos que les ha cosido doña Hermelinda con tanto esmero. Pero hoy están más nerviosos que nunca: Carlos, el guitarrista ventiúnico de la parroquia, no llega todavía. Los cantores no saben bien qué deben cantar y no se sienten seguros sin su improvisado director.

En la sacristía el P. Antonio trata de hacerles entender a sus monaguillos que durante la consagración no se habla porque es un momento muy santo. Juanillo y Pepe no saben bien que significa "momento muy santo" pero dicen sin pestañear: "Sí padre". El P. Antonio ruega en sus adentros que sea el mismo Jesús que les enseñe porque sabe bien que esos engendros no le han entendido una vez más. El párroco quiere comenzar sus oraciones antes de salir a la Misa pero no puede porque entra corriendo Susanita y le dice que no ha llegado Carlos, que no habrá guitarra, que posiblemente no habrá coro...

Tin, tin, tin, tin, tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin. El reloj de la Iglesia ha marcado las 7 de la mañana. El P. Antonio siente eso que llaman ataque de stress...

Doña Roberta ha tomado el micrófono y está diciendo la monición de entrada, los del coro se miran nerviosos. Un perro asustado ha entrado en el templo, entra corriendo, como perseguido por la perrera municipal.

Vayamos jubilooooosos al altarrrr de Diooooooos... Es Herminia la que con voz temblorosa ha comenzado el canto, los demás cantores le siguen con esfuerzo porque ha comenzado muy alto. El padre Antonio trata de no incomodarse demasiado.

Al sagrado altar nos guieeeee... Doña Carmen está entrando, como siempre, con un ligero retraso. Como siempre se ha puesto esos tacones tan... bulliciosos. Casi todos voltean a verla. Lo ha logrado: todos se han dado cuenta de que ha entrado. Además: ella tiene su sitio bieeeeeen adelante y hasta ahí tiene que llegar le duela a quien le duela.

El coro ha logrado terminar con voces aullantes la canción de entrada.

El P. Antonio se seca un sudor repentino, sonríe y dice: En el nombre del Padre y del Hijo y del...

Buaáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!! Ayyyy!, es uno de los cinco niños que hoy serán bautizados. Mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaá!!!! La pobre mujer intenta en vano hacer entender a su crío de dos años que estamos en la Iglesia y que es un momento muuuuy sagrado y que no debe llorar. Lo mece, le canta algo pero el crío no se convence de que no debe llorar justo ahora en plena liturgia solemne...

El Señor esté con ustedes... El perro ha llegado a los pies del altar y se queda mirando al sacerdote de turno, mueve la cabeza y comienza a ladrar: guau, guau, guau, gua gua gua guauuuuuu!!!!.

Corren dos monaguillos: Fuera, fuera perro!!! El Padre Antonio carraspea y trata de sonreír: Vamos a ofrecer esta misa por... Y va anunciando las intenciones de misa mientras que el perro no se deja amedrentar por los dos monaguillos y les muestra los colmillos, gggrrrrr. Doña Tremebunda comenta con su amiga: Qué horror, ese perro..., qué barbaridad!!! Pero no se mueve para botarlo.

El P. Antonio tiene ganas de agregar a las intenciones: También vamos a pedir por el dueño de ese perro... Felizmente aparece el Sr. Claudio, que no le teme a los perros, y de un sólo patadón ha hecho volar al perro a la puerta de la Iglesia. Ohhhhhh!!!! Han dicho todos, entre sonrientes y asustados. Mientras el coro intenta comenzar el Kyrie.

El niño del primer llanto se ha quedado asustado, mira a su mamá y comienza un nuevo: Buaaaaáaaaaa!!!!! Don Claudio se pregunta cómo podría ahora callar al niño...

Gloooooriaaaaa, glooooria a Diooooos en el cieeeeloooooo....

El Padre intenta recogerse en su espíritu, mientras que a unos metros los monaguillos se ríen disimuladamente de la patada que recibió el perro, qué buena estuvo, jajaja.

Tú que quitaaas el pecaaaado del muuuundoooo....

Don Eustaquio, el anciano sordo del barrio de Santa Calamuchita, le codea a la Sra. Cristina y habla fuerte: ¡¿El Padre ha dicho el nombre de mi mamita? Yo he pagado la misa por mi mamita, ¿eh?! La Sra. Cristina trata de hacerle callar pero él vocifera: ¡¡¡Yo le he pagado al secretario ayer nomás, ¿quéeee?!!! La Sra. Cristina está roja de vergüenza pero finalmente lo hace callar no sabemos cómo.

Porque sólooooo túuuu eres saaaaantooooo...

El niño del bautismo se está comiendo el cancionero de la parroquia... Su mamá no encontró nada más que darle a su crío para entretenerlo un poco.

Uuuuuuuun mensajiiiiiiiiiitooooooo, tienes un mensajiiiiiitooooooooooooooooooo!!!!! El teléfono celular de Rosanita está avisando que le ha llegado un mensaje, qué tierno, qué oportuno, sí...

Con el Espíritu Saaaaantoooooo en la gloriaaaaa de Dioooos Paaaaaadreeeeeeeee......

¡¡¡¡¡Plaaaaaaaaaaffffffffffff, pink pluf plam, plam, plick, clashhhh!!!!! Sí, señores, se cayó al suelo el estandarte de la Archicofradía de San Hilarión el Risueño. Ohhhhhh!!!! En la cara de las señoronas devotas está el gesto sorprendido y la risita nerviosa y disimulada por la ceremonia solemne fastidiada gracias al estandarte mal colocado. Don Claudio de nuevo, a recoger el estandarte. Gracias Claudio por tu vocación de arreglatodo, por ser tan sinvergüenza de no temer ponerte de pie y arreglar las cosas mientras que todos sólo llegan al: Ohhhhhh!!! y de ahí no pasan, piensa el padre Antonio.

Oreemooooooooos...

Mientras que el anciano párroco pronuncia algo resignado la oración colecta, la doña Esther se arregla un poco el moño: Va a salir a leer la primera lectura y quiere demostrarle a la Sra. Ana que ella sabe leer mejor la lectura en la misa, ya lo verán, sí señor, ¿qué cosa?.



Lectura del libro del deuteromonio... El P. Antonio carraspea fuertemente pero doña Esther ni se da cuenta del error, ella lee con una impostación solemne pero juntando de vez en cuando palabras que están separadas por comas, cambia de nombres a los personajes bíblicos y termina: Es palabra de Dios... Y sale doña Ana para el salmo: lo canta con lo mejor de su voz, nomás que en vez de decir impíos ha dicho "ímpios" y en vez de "se gloría" ha dicho "se gloria", pero acaba su salmo elegantemente. Cuando le toca el turno a Don Pepe él lee la Epístola y termina: "Y todo lo que vistéis, aprendistéis, escuchastéis de mi, ponedlo por obra..." Mientras le escucha, el P. Antonio se da cuenta que debe enseñar a sus lectores a leer mejor, pero... si son profesores!!!

(Continuará...)

domingo, 12 de julio de 2009

¿Será que ellos valen más que los no-nacidos?

Debo aclarar que suelo llevarme bien con los animales, me gustan en especial los perros, esas simpáticas criaturas que se distinguen por su fidelidad y cariño que lo demuestran con una libertad admirable e indisimulable.
Por otro lado, debo decir que sólo dos veces presencié una "corrida de toros" de la que salí espantado y escandalizado. Nunca me han gustado las famosas "pelea de gallos" y no entiendo bien la lógica de esa diversión.
No puedo decir que soy "amigo de los animales" porque para serlo tendría yo que ponerme a su nivel y, aunque no soy perfecto, no me creo animal. Sin embargo los respeto desde niño, por ello nunca me atreví a tomar una honda y matar palomas, por ejemplo.
Con todo, me siento muy mal, bastante escandalizado y confundido cuando veo por los medios de comunicación más sociedades de amigos y protectores de los animales que sociedades y asociaciones de amigos de los niños no-nacidos. Quiero decir que no dejo de quedarme pasmado y perplejo al ver que se defiende con entusiasmo, sentimiento y pasión la vida y el bienestar de los animales (perros, gatos, canarios, pericos, monos, osos, focas, ballenas, caballos, etc) pero al mismo tiempo no observo muchas personas -observo muy pocas- que tengan esa misma vehemencia para defender la vida humana de aquellos que por no poder hablar no se pueden defender: los niños no-nacidos que son diariamente asesinados en el vientre de sus madres con el pleno o parcial consentimiento de sus madres.
No dejo de quedarme sorprendido cuando veo que, por ejemplo, en las playas de un país civilizado cientos de personas luchan por salvar la vida de unas ballenas moribundas y lloran a su lado, hacen vigilias para pedir que salven a esos cetaceos... pero ellos mismos no dicen nada para defender los derechos de miles de miles de niños que mueren en el vientre de sus madres porque son considerados poco menos que muelas picadas que hay que sacar del cuerpo para dejen de doler y fastidiar.
¿Será que ahora los seres humanos sólo podemos ser "amigos de los animales" pero no -en absoluto- podemos ser amigos de los no-nacidos?
Y hasta parece que varios de los encarnizados defensores de los animales son, por otro lado, defensores de políticas abortistas.....
¿Será posible que tengamos lágrimas suficientes para llorar por un perro o un gato que se muere pero no tengamos esas mismas lágrimas disponibles para llorar por los miles de miles de abortos que se cometen en nuestros civilizados y muy cristianos países occidentales?
¿Tendremos que aceptar que ahora la vida de un gato, de una foca bebé, de un canario, valen mucho más y son más defendibles que la vida de un niño que se gesta en el vientre de su madre y que está a punto de ser asesinado porque es considerado enemigo de la libertad personal de sus progenitores?
¿Nos causa más lástima ver una ballena muriéndose que ver el cuerpo de un niño perfectamente formado quemado por un ácido y encharcado en su propia sangre dentro de un balde y listo para ser botado a la basura o ser llevado a un lugar donde lo convertirán en producto cosmético?
No, no me parece justo que se defienda tanto a los animales pero que nadie o casi nadie levante la voz para protestar por la mentalidad abortista que día a día crece en nuestros países.
Mil veces más levantaré mi voz por los no-nacidos.

lunes, 15 de junio de 2009

Sagradas costumbres

Pienso muchas veces en Jesucristo como el Divino Ocurrente.
Me da la impresión de que Jesucristo al ser siempre impulsado por el Espíritu ha sido muy libre y quiere que seamos gente muy abierta a la sorpresa divina. Él no nos quiere anclados en costumbres que se repiten muchas veces sin alma y peor todavía, sin fe.
Pero nosotros generalmente vamos buscando seguridades. Incluso en el mundo religioso queremos muchas seguridades para sentirnos bien. Y un modo de asegurarse es seguir una costumbre religiosa, aunque a esa no le corresponda una fe viva.
Y Dios se goza siendo libre, se goza al esconderse y mostrarse en medio de nuestras costumbres, rompe nuestros esquemas, nos asombra, nos saca de nuestras seguridades acostumbradas, nos muestra siempre caminos nuevos, nos dice que todo aquel que ha nacido del Espíritu no sabemos ni de donde viene ni a donde va.
Y pienso también que Dios no puede ser Dios en el corazón de quien está atado a sus propias seguridades, porque obrando así le corta las alas al Espíritu Santo, ofrece resistencia a las maravillas de Dios.
Y lo paradójico es que Dios, el Divino Ocurrente, obra con mucha libertad y está dispuesto a sorprendernos en medio de algo tan inalterable como es nuestra Liturgia.
Pero si en algo debemos mostrar como creyentes más creatividad y audacia es en buscar nuevos y más efectivos modos de evangelizar y llegar con Jesucristo a más personas, allí debemos ir desbaratando nuestras "sagradas costumbres".
Dios infinito, el Imprevisible, nos ayude a ser cada vez más creativos para Su Gloria.

sábado, 23 de mayo de 2009

Sanidad

Dicen que todos tenemos, quien más quién menos, nuestros propios achaques, es decir: nuestras pequeñas o grandes dolencias de salud. Me parece que es cierto. Pero me resulta impresionante la obsesión que tienen no pocas personas en el cuidado de su salud física. Quizá por ello es que la ciencia médica es hoy por hoy -junto a la industria de armamento- un excelente negocio.

Y digo que me impresiona la obsesión por la salud física, me sorprende todo lo que algunos hacen por sentirse bien o lucir bien, como también me asombra su angustia cuando pierden salud, cuando son víctimas de alguna enfermedad grande o pequeña.

Y claro, no faltan los que ofrecen curaciones rápidas y prontas, los que ofrecen salud total, los que prometen sanación total. No faltan los "pastores" o "enviados de Dios" para sanar a los demás. Y nuestra gente, esas personas obsesionadas y angustiadas por salud, va muy fácilmente detrás de ellos para pedirles, para rogarles que los cure, que los sane, que les quite su enfermedad porque "si hay salud, hay todo", dicen.

No voy a hacer una apología de la enfermedad ni tampoco voy a decir que debemos preferir el sufrimiento, no voy a canonizar el dolor por el dolor ni a fustigar cualquier curación y sanación. Lo que pretendo decir es que muchas de esas enfermedades podrían desaparecer si antes y por sobre todo buscásemos una auténtica SANIDAD.

¿Qué entiendo por sanidad?

Ante todo, aquello que invocaba San Pablo en la carta a los Filipenses: "Por lo demás hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud o valor, ténganlo en aprecio. Todo cuanto han aprendido, recibido y oído y visto en mí, pónganlo por obra y el Dios de la paz estará con ustedes" (4, 8-9).

Pienso que esa sanidad es hoy mucho más necesaria que varias sanidades o sanaciones del cuerpo. Para no caer en la dictadura del cuerpo tendríamos que pensar más en lo que nos ha exhortado San Pablo.

La verdadera sanidad es la del corazón. Porque, ¿de qué nos valdría un cuerpo robusto, una salud de hierro si el interior está a oscuras?

Jesucristo lo había dicho muy claramente: "De dentro del corazón salen las malas intenciones, los asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Eso es lo que contamina al hombre, no el comer sin lavarse las manos" (Mt 15, 19-20)

Es muy claro que en la mente y en el corazón de Jesucristo lo que más vale es la interioridad del hombre, su corazón sano y limpio. Todo lo demás, lo externo, será sólo el reflejo de lo que se lleva en el corazón. La sanidad es entonces cuestión del corazón más que una simple corrección externa o pulcritud.

¿Acaso no estamos muy necesitados de esta sanidad en nuestro mundo de hoy?

Esta sanidad no se consigue en una campaña de "explosión de milagros" (que es un excelente negocio religioso para ciertos "pastores"). Esta sanidad del corazón es un proceso del Espíritu Divino, es una obra de Dios que toma su tiempo y tiene sus etapas. Pero es preciso dejarse trabajar por el Espíritu, de lo contrario nos quedaremos con las fachadas huecas de una religiosidad insignificante.

Optar por una vida sana será optar por actitudes que contagien paz, alegría, esperanza, optimismo, luz, claridad, bondad, amabilidad, ternura, servicio. Esa es la mejor ecología humana que podemos ofrecer al mundo. Necesitamos gente así, gente sana de verdad, aunque quizá lleven una enfermedad física pero interiormente sanos y luminosos. Esa gente es como Jesucristo.

A este respecto los que nos llamamos creyentes en Jesucristo deberíamos preguntarnos si logramos dar el testimonio de una vida sana en este mundo. Porque es triste encontrar a veces círculos religiosos, grupos o asociaciones de fe, que incluso pueden llevar una etiqueta muy militante y ortodoxa pero que carecen de esta sanidad de alma. Sobre todo los que somos católicos podemos caer en ese error: el creer que son suficientes las fachadas de fe, los gestos y los ritos externos y a la vez olvidar que lo fundamental es honrar a Dios con un corazón sano y que una oración y un rito son más agradables a Dios cuando son avalados por un alma desprendida, humilde y veraz.

Pidamos a Jesucristo, el Señor, el don de un alma sana para darle gloria, ser felices y hacer felices a los demás.