jueves, 29 de abril de 2010

Ni con Dios ni con el diablo

- Cuidado, no te pronuncies a favor de nadie.
- Hay que tener prudencia, ni con el uno ni con el otro.
- Escucha nomás y no te comprometas.
Estamos rodeados de consejos "prudentes", que en el fondo nos animan a no tomar partido por nada ni por nadie. Se ha hecho ya algo usual el "no poner las manos al fuego por nadie", lo dicen tranquilamente los padres acerca de sus hijos, lo dicen los jefes de sus subordinados y viceversa también. Pareciera que nadie se juega por nada ni por nadie. Quizá también los que dicen que se aman dicen lo mismo o lo piensan en sus adentros... ¿Qué existe detrás de todo esto? Quizá una especie de amargura al ver que "todos" nos fallan, al ver que "nadie" es bueno de verdad, quizá es la triste constatación de que "en nadie se puede confiar" Quizá sea eso lo más "prudente" hoy en día, los más "inteligente", quizá es el resultado de una idea fuerza en nuestro interior: Es imposible ser santo y bueno.
Pero a la vez experimentamos la necesidad de confiar, de confiar de verdad, de recurrir a un verdadero apoyo, de depositar nuestra esperanza en alguien que no defraude, en alguien sí dé la medida, nuestro interior reclama esa esperanza.
Cuánta necesidad tenemos de encontrar referentes de verdad, de bondad, de honestidad, de honradez, de integridad moral, de rectitud de corazón. Tenemos una radical necesidad de encontrar gente veraz y completa: Gente santa.
Muchas personas seguramente "se nos han caído" en determinadas circunstancias y nos hemos desalentado, nos hemos sentido engañados, defraudados, desilusionados y casi con ninguna gana de volver a creer y esperar.
Pero nuestro corazón reclama una esperanza a pesar de todo. No podemos vivir sin esperanza. Es ahí cuando nos damos cuenta de que necesitamos santos de verdad, necesitamos referentes de integridad, de misericordia, de verdad y rectitud.
Estamos llamados, en cuanto bautizados, a ser santos, a ser referentes de una vida nueva y distinta en un mundo que se resiste a creer en que eso es posible y real. Es verdad que también hay "buenos" que se pervierten y que el demonio es astuto para hacer caer a quien debería ser santo, pero también teneos la responsabilidad de apostar por el bien y por la verdad aunque existan quienes ya no crean en todo ello.
Los que apuestan por la santidad apuestan por Dios con radicalidad confiados en el apoyo de su gracia y de su amistad. Oremos por la santidad de la Iglesia, por la vida plena de todos aquellos que estamos llamados a ser sal y luz en un mundo oscuro y desabrido.
Que apostemos decididamente por Jesucristo.

lunes, 19 de abril de 2010

Piedras de escándalo

En las últimas semanas, curiosamente en torno a la Semana Santa, los que somos parte de la jerarquía eclesiástica católica hemos sido apedreados todos por igual desde varios puntos internacionales. Desde el Santo Padre hasta el último clérigo católico todos hemos sido puestos en el filo de la sospecha con acusaciones que no sólo son muy delicadas sino que además son supuestamente avaladas o probadas, acusándose a los clérigos católicos de "crímenes de lesa humanidad" incluso. En algunos espacios informativos se decía sin mucha claridad que incluso habrían existido "videos comprometedores" que llegarían a incriminar al Santo Padre. He sido testigo del escándalo que se ha producido en gente muy sencilla que sin haber visto tales pruebas las ha sufrido no poco.
Los puntos desde los cuales se han difundido esta serie de acusaciones son modernos areópagos de la comunicación social que sistemáticamente y de modo muy bien organizado lanzan periódicamente diversos ataques no sólo a La Iglesia Católica sino que se atreven a poner en cuestión a la misma persona de Jesucristo, el Señor y Salvador Universal.
Prácticamente cada año a las alturas de la Semana Santa preveo que tendremos algo parecido, algún remezón que nos mueva a preguntar qué está pasando. Siempre venderán y ganarán millones los que hagan noticia a costa de la fe de la Iglesia Católica, es un negocio redondo para cualquiera que presuma de ser periodista o algo parecido. Y si es algo montado sobre la base de alguna cadena noticiosa internacionalmente famosa, pues será mayor negocio todavía. A ellos se unirán todos los que por diversos motivos (desde los sicológicos hasta los monetarios) de inmediato y sin importar mayor cosa se unirán a decir o afirmar algo en contra de todo lo que huele a Iglesia Católica. Incluso en algunas zonas de los E.U.A. se comenta entre la gente que hoy es un buen negocio hacer un juicio a alguna arquidiócesis católica acusando a cualquier sacerdote de haber sido ultrajado sexualmente, las leyes lo protegerán siempre más que a la Iglesia Católica. No por nada varias diócesis o arquidiócesis católicas en el mundo se han declarado en bancarrota presionadas por tantas supuestas demandas ya bien probadas.
Es verdad que entre elementos clericales han habido y hay quienes, indignos y falsos, jamás tuvieron que ser ordenados sacerdotes o haber profesado los votos religiosos, pero también es verdad que ni son la mayoría ni es lo que la Iglesia quiere y pide de sus elementos clericales y religiosos.
Pero el barro está echado y nos ha salpicado a todos y como ha sucedido y sucede en algunos lugares, existirán personas que hoy nos mirarán distinto, quizá hasta con desprecio o desconfianza -yo mismo lo he notado en carne propia- porque hay quienes usando de los medios de comunicación social, en cuestiones de Iglesia Católica, siempre generalizan lo negativo sin más motivo que su propio hígado o su bilis acumulada. Pero claro, cuando La Iglesia intenta defenderse o aclarar las cosas no nos darán más que dos o tres segundos y como nota de segunda categoría o sin importancia. Si un pseudo intelectual quiere escribir algo en contra de La Iglesia siempre encontrará un diario "prestigioso" que lo publique a una o dos páginas enteras si es posible, pero si se tratara de un sacerdote o una autoridad eclesiástica a lo sumo lo pondrían en "sección religiosa" (si es que existe en ese diario) o quizá en un recuadro pequeño al lado de anuncios sobre mascotas y champú para perros. Si se trata de presentar un "informe" sobre algún "lado oscuro" de La Iglesia el noticiero le dará un buen espacio o incluso lo presentará como una serie a lo largo de varios días con "nuevos" destapes cada vez. Pero si se tratara de que algun miembro del clero católico quiere expresar el sentir y el pensar eclesial sólo se le mencionará y la noticia pasará tan rápida que demostrará la poca importancia que se le da. ¿No tenemos todos igualdad de oportunidades? ¿No vivimos en una sociedad que se jacta de ser pluralista y dialogante? ¿No hay pluralismo al hablar de Jesucristo y de La Iglesia? ¿No es acaso una asolapada dictadura anticlerical la que vivimos?
A esta altura de este escrito, todos los "hombres de prensa" saben que cada diario, cada noticiero televisivo, cada noticiero radial tiene su "línea editorial" que es como la suprema voluntad que dirige cada publicación o emisión, que es la que tamiza qué se informa y qué no se informa, que se publica y que no se publica, cuánto de extensión de le da a esta noticia y cuánto se le corta a esta otra -no me digan que no sé de qué hablo-, y ¿eso qué es? Es verdad que no cualquier ciudadano de a pie es dueño de un diario o de un canal de televisión pero también habemos ciudadanos -y sacerdotes- que no nos chupamos el dedo y sabemos bien que toda noticia publicada, escrita o editada para las cámaras lleva una intencionalidad y que no es 100% objetiva, eso no pasa de ser un slogan o frase publicitaria. Pero qué curioso: cuando se trata de publicar, editar o "informar" algo sobre algún mal comportamiento de "La Iglesia" todos presumen de ser muy objetivos (...)
¿Qué hay detrás de todo este armazón de escándalos pretendidos o reales?
Los "hombres de prensa" lo saben bien y ellos dirán cuál es su intencionalidad.

sábado, 3 de abril de 2010

¿Dónde te han puesto, Señor?

¿Dónde te han puesto, Señor?
Sólo veo imágenes azucaradas de ti.
Te quiero ver tal cual eres
y sólo me encuentro con estampas rosadas.

¿Dónde te han puesto, Señor?
Entro en tu Iglesia y hallo definiciones,
Poca vida y razones mil,
Yo sólo te quiero ver y hablar.

¿Dónde te han puesto, Señor?
Parece que a tu palabra
Se empecinan en adornarla
Y ya no grita como tú la hacías gritar.

¿Dónde te han puesto, Señor?
Ya no oigo hablar de ti,
¿Es que también eres víctima del “rating”?
¿Es que no te podemos mostrar por miedo a “agredir”?

¿Dónde te han puesto, Señor?
Intuyo tu presencia fresca y palpitante,
Siento que vives más que yo
Y percibo que no te dejamos ser Dios.

¿Dónde te han puesto, Señor?
No se habla de ti para no ser “intimista”,
No se te canta a ti para no ser “romántico”,
No se alegran contigo para no ser “carismáticos”.

¿Dónde te han puesto, Señor?
Yo sé donde te han puesto, Jesús:
Te han fabricado una hornacina,
Han puesto un vidrio y una malla,
Te han puesto flores y luces,

La mejor custodia y el mejor viril,
Las piedras preciosas, el pan de oro,
La escultura colonial y el olor a naftalina.
Has terminado casi ahogado entre piezas de museo,
Muchos pasan ante ti y contemplan tu custodia,
Y hasta se preguntan,
Si no será mejor exhibir la custodia sin ponerte a ti.

¿Dónde te han puesto, Señor?
Han hecho de ti una historia muy piadosa, muy rosa,
Te han puesto el pelo largo y la mirada celestial,
Han alargado tu manto y te han solemnizado.

¿Dónde te han puesto, Señor?
Te quisieron tanto que te escondieron y sólo exhiben tu foto,
Te quisieron tanto que pensaron que no eras tan humano como nosotros,
Te quisieron tanto que tuvieron temor de mostrarte a ti “para no ofenderte”.

¿Dónde te han puesto, Señor?
Muchos ni lo saben ni quieren complicarse la vida averiguándolo.
A muchos de tus creyentes les da miedo pensar que sigues vivo,
Les aterra pensar que tu corazón palpita
joven y fuerte, hoy también.

¿Dónde te han puesto, Señor?
Están cuidando bien “tu empresa”, la vigilan, la defienden con las uñas,
Se han hecho los fuertes y los sabios y lo son,
Te han encerrado en el título «Cuestión religiosa» para que no toques su libertad.

¿Dónde te han puesto, Señor?
Tu presencia siempre resultó incómoda para muchos y eso no cambia hoy.
Y tú sigues palpitando y no te cansas, disimulas tu silenciamiento,
Prefieres pensar bien, prefieres pensar que no sabemos lo que hacemos,
Quieres pensar que somos unos chiquillos engreídos y nada más.

¿Dónde te han puesto, Señor?
A veces, cuando me toca sufrir y llorar en silencio,
A veces, en esas tardes oscuras y perdidas sin cosas especiales,
A veces, cuando te miro en medio de mi dolor,
A veces, cuando atino a callarme, te escucho, Señor,
Y tu voz cálida y tierna me llena el alma de paz
Y me hace sufrir y llorar mil veces más,
Y así, en esos días perdidos te encuentro.
Cuando me desmorono
y se me desgarra el corazón, te oigo, Señor
Y te veo otra vez y te vuelves a ir una vez más.

¿Dónde te has puesto, Señor?
Yo sé donde te has puesto, Jesús:
Te has puesto en aquellos que mueren por amor cada día,
Te has puesto en medio de nuestro negocio mezquino,
Te has puesto allí donde no te llaman, para interceder por cada uno;
Te has puesto allí donde creemos que no estás.

¿Dónde te has puesto, Señor?
Te has puesto lejos de las mentes estrechas,
Te has puesto a distancia de los corazones encogidos,
Te has puesto a cierta distancia de las “almas” solemnes y serias.
Te has sentido ‘algo perdido’ en medio de tanta complicación y te has ido.

¿Dónde te has puesto, Señor?
Te has puesto en aquel chiquillo de polo y jeans
que te canta agradecido e ilusionado,
Te has puesto cerca de aquel que se estremece con tus palabras,
Te has puesto cerca de aquel que ora en silencio y con sencillez

¿Dónde te has puesto, Señor?
Te has puesto cerca de los que saben alegrarse con Dios,
Te has puesto en la mano amiga, en el abrazo sincero.
Te has puesto en ese corazón destrozado que no pierde la esperanza,
Te has puesto en esa mesa pobre pero fraterna en ti.

¿Dónde te has puesto, Señor?
Te has puesto donde no te buscan, te has puesto donde no te quieren ver,
Te has puesto –simpático y joven- sin mucha solemnidad ni boato
y así de fresco, en medio de los creen con pureza y sencillez;
Te has puesto al margen de los que hicieron de tus cosas
una pura diplomacia y una seguidilla de políticas y puestos.

¿Dónde te has puesto, Señor?
Sigues en tu cruz, ensangrentado, sigues diciendo: «Tengo sed»,
Te has puesto allí y sigues reinando desde una cruz,
Te has puesto hermoso y dulce estando así de sufriente y dolorido,
Te has puesto en mi cruz y te has puesto a mi lado.

¿Dónde te has puesto, Señor?
Aquí estás, Señor. Aquí estás.
Te has puesto a mi lado, Señor.
Aunque muchos no saben donde te han puesto.