Pero ahora me doy cuenta de que ese mismo Dios, Yahvé, que eligió a Abraham cuando -viejo y cansado- ya sólo tenía en su horizonte la seguridad de una ancianidad tranquila, lineal, sin mayores sorpresas, con el panorama de la muerte bastante lógico y cercano, ese mismo Dios es el que se empeña en que yo -bien poca cosa- no descanse demasiado en la travesía hacia la Patria verdadera. Ese mismo Dios me ha vuelto a llamar. Sí, a pesar de mis 39 años soy un llamado.
Hasta hace poco -meses nomás- pensé que había hecho todos los discernimientos posibles en mi vida, los más importantes. Discerní mi vocación a la vida consagrada, mi vocación al sacerdocio, etc. Hasta hace poco pensaba que quizá tan sólo me quedaba por discernir diariamente si me tenía que poner ésta o aquella camisa, de si tenía que decir tal o cual palabra en determinada predicación, pero que en suma, ya no tenía que hacer mas grandes, arriesgados o trabajosos discernimientos. Todo estaba lineal en mi vida, previsible, tranquilo. Qué seguro me sentía.
Y es verdad, lo tenía todo hasta hace muy poco: muchos amigos, seguridad económica, respaldo, prestigio innegable, es decir: un carril seguro por el cual no había más que caminar, una senda hecha y marcada, previsible y tranquila, una vida lograda, realizada... Después de todo -pensaba- yo no soy Abraham -no tengo su edad- ni algo parecido ni nadie me pide salir de mi aldea y andar sin rumbo.
Sin embargo Dios me ha vuelto a llamar. Y siento que la historia sagrada de su intervención en mi vida renace hoy y ahora. Dios me está llamando. Y de modo semejante a Abraham Él me ha pedido que salga de mi tierra y que vaya a donde Él me mostrará. Yo no sé exactamente cuál será su plan pero no puedo dejar de pensar que estoy emocionado y que me asombra su nueva llamada. Siento que Él me está urgiendo a iniciar un nuevo camino dentro de la vida consagrada en La Iglesia, continuando con mi sacerdocio pero de modo diferente.
No sé si a Abraham le habrían llamado "loco" sus amigos y familiares, pero aunque la Biblia no dice nada al respecto, me imagino que algunos -o muchos- así lo habrían tratado. Es que fue algo demasiado audaz su vocación: se trataba de un anciano casado con una mujer estéril al cual se le pedía salir de su tierra y al que se le prometía tener una descendencia numerosa e incontable. Pienso que habría escuchado a sus espaldas el comentario o el murmullo burlón de quienes -muy razonables- pensarían que a ese viejecillo ya le estaba atacando, y bien fuerte, la demencia senil.
Y Dios, el mismo Dios de Abraham, el Dios Vivo, el Dios Jesucristo me está llamando.
Sé que no soy digno de sus llamadas ni de su mirada, menos todavía de su amor ni de su misericordia, pero sé a la vez que me emociona pensar que se esté fijando una vez más en mí. Es una esperanza para mí, porque no me acostumbro al Dios de los recuerdos de antaño ni me acostumbro a hablar de Él como quien habla de una historia muy bonita pero muy antigua. Él no deja de sorprenderme.
¿Y qué le voy a responder si me está llamando?
Le diré que sí. Que aunque ya no soy ese chiquillo, ese adolescente de 16 o ese jovencito de 18, aún tiene en mí un corazón dispuesto a servirle; le diré que también a mis 39 puedo darle mi sí, que no me acostumbro a contar una historia de hace más de 22 años, que creo firmemente que hoy y aquí puedo empezar a seguirle; le diré que me ilusiona pensar que Él quiera hacer algo nuevo en mí y conmigo o por medio de mis fuerzas. Le diré también que me tenga paciencia, porque los que somos "viejos" ya nos hemos acostumbrado a nuestras seguridades y no nos resulta muy simpática la aventura ni la adrenalina. Pero le diré también que luego de superar mis resistencias podrá tener en mí a un nuevo adolescente de 39, con el alma incandescente y apasionada por Su Reino.
Dios mismo se ha detenido a mi puerta y ha tocado, le he abierto y le he dicho que sí, que cuente conmigo, que estoy dispuesto a todo por Su Reino y por eso he vuelto a agarrar la vieja mochila y la guitarra y he comenzado a caminar con direccióna donde Él me diga. Y así, a la buena de Dios y cantando voy nuevamente detrás de Su Aventura.
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¿Qué me pide Dios hoy a mí? Iniciar una nueva familia religiosa. ¿Una nueva familia religiosa? Sí, aunque ya hayan muchas en el ambiente eclesial. La Familia religiosa de los Siervos de la Reina de la Paz (Reginae Pacis Servorum, R.P.S. Monjes, monjas y laicos de rostro sonriente y sereno al servicio de La Iglesia). ¿Para trabajar en parroquias y colegios? No, no será su ámbito de trabajo propio, ellos serán fundamentalmente contemplativos y orantes en silencio y soledad con Dios para luego compartir lo orado en el brve apostolado directo que tendrán. ¿Tendrán un hábito propio? Sí, porque el mundo de hoy necesita signos y porque los consagrados deben notarse en medio del pueblo de Dios. ¿Quién será el modelo y protector especial de los R.P.S.? Nuestra Madre Santa María, la Reina de la Paz. Seguiremos sus recomendaciones de orar con el corazón, estar a los pies de Jesús Eucaristía, familiarizarnos con la Biblia, ayunar dos veces por semana y confesarnos periódicamente.
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No dejes de creer en mí, Señor, regálame cada mañana tu paz y tu audacia, tu seguridad y tu libertad.
Y gracias por fijarte en mí, por volverme a llamar a ser Padre de muchos y para siempre.