¿Mi último artículo antes de la era de la “ley mordaza”?
Desde hace ya varios meses, no sólo semanas, que he venido pensando
escribir este artículo. Por un lado mis continuas ocupaciones de comunidad y de
apostolado y por otro lado, el sucederse como en cascada de una serie de
acontecimientos cada uno más sorprendente que el otro en la escena política
peruana, han hecho que retrasara la publicación de estas letras. Ahora lo hago,
con más convicción que nunca.
Nos encontramos ante el despunte de la más artera, miserable y solapada
dictadura en el Perú. Pero ojo, ya no se trata de un señor que aparece y que
con tanques y tropas se tumba todo orden establecido y se endiosa a la vista de
todos, prensa anulada mediante. Ahora la dictadura es silenciosa, sutil, y poco
a poco gana terreno, y se enquista en el trono de un poder que es
kilométricamente más poderoso que el poder que puede ostentar un simple presidente
de la república o un folclórico congreso. Se trata del endiosamiento de una
idea, de una mentira con trazas de verdad. Es el poder de una mentira que no
resiste a la más mínima comprobación científica. Es una mentira avalada por la
emoción, por el sentimiento y la subjetividad antojadiza de algunos y apoyada
por el entumecimiento neuronal y la fragilidad psicológica de varios en nuestro
país.
La dictadura que está por aparecer ha encontrado un ambiente social,
cultural y afectivo ideal. Ha encontrado a nuestro país en medio de una grave
crisis familiar y moral. No voy a entrar a proporcionar estadísticas, pero como
quien confiesa y escucha a muchas personas en el contacto pastoral, puedo decir
sin temor alguno a equivocarme que la institución del matrimonio y de la
familia están muy afectadas en nuestro país. Y el fruto de todo ello es la
aparición de una generación o dos que llevan sobre sus espaldas un fuerte
desamparo y fragilidad afectiva y psicológica que les bloquea en muchos casos
la capacidad de un sereno discernimiento moral sobre sus actitudes, sobre sus
ideas y opiniones. Quien piensa, pierde. En suma: no se piensa, se siente… y
eso basta. Y entonces si yo siento que soy una mesa, soy una mesa; si siento
que soy un árbol, soy un árbol. Y puede que yo sea un árbol atrapado en el
cuerpo de un hombre y que tú seas un poste de luz atrapado en el cuerpo de una
mujer. Seguramente un capricho de los astros o del destino o de la masa de
energía fallada que me tocó en suertes, luego de la gran explosión y del
enfriamiento planetario.
La dictadura en ciernes no podía encontrar mejor terreno ni mejores
súbditos. Con la generación que rinde culto a “Esto es guerra” y que tiene como
única enciclopedia de vida a “Al fondo hay sitio”; con el grueso de la población
que tiene a la televisión como único medio de instrucción cultural y que por
ello disfruta alegremente de los chismes del espectáculo que literalmente les
llueven mañana, tarde y noche; con una población adulta que va perdiendo
esperanzas porque ya mil veces les han engañado y que concurre a votar cada
tres o cinco años con un real sentimiento de “sea todo para no pagar la multa”;
con una clase política que hace más de treinta años perdió la decencia y el
cerebro; con un sistema educativo enfocado en cuidar el formalismo de los
programas, que rinde homenaje a la rimbombancia de los títulos, que está
confiado en la solidez y en la belleza de las estructuras físicas –colegios
emblemáticos, les dicen-, que se siente complacido con la impecabilidad de los objetivos
transversales, que confía ciegamente en la visión y misión claramente definidas
pero que en el concreto influyen poco y cambian casi nada –porque los colegios
siguen produciendo lo mismo de siempre-; con una fe religiosa que no ha llegado
a cuestionar la vida cotidiana y práctica de los mismos creyentes ni ha logrado
convencerles de que esa misma fe debe performar sus vidas; con un sistema
judicial podrido de corrupción desde su raíz; con todo esto y más la dictadura
próxima tiene el plato servido.
Pero esta dictadura no viene sola, se la han inventado como una manera
“inteligente” para asegurar un reino en el que el dinero por lo bajo y el
sometimiento mental, cuando no físico, están a la orden del día. Avanza
silenciosa y frente a ella todos los medios de comunicación –radio, televisión,
periódicos, etc.- se rinden infaliblemente. Es así que de pronto todos dicen lo
mismo, de la noche a la mañana todos opinan igual. De pronto se olvidan de los
problemas realmente cruciales –ya no importa el solucionar el problema de la
inseguridad ciudadana, ni el problema de los bajos sueldos, ni la minería
indiscriminada que envenena el agua y mata la naturaleza, ni los tentáculos
oscuros de Odebrecht-, al margen de todo ello, ahora todos deben hablar, pensar
y escuchar lo mismo, esa idea que impera, "lo que le gusta a la gente”, lo
que ha dicho el dueño del medio que se debe decir esta mañana, lo que dijeron
que se dijera hoy, lo que hay que repetir machaconamente. Dijo alguien:
“Miente, miente, que algo queda”.
Y claro, al servicio de esta dictadura está un gobierno fantoche, que
de lujo no tiene sino su propia ineptitud y su amoralidad. Y para hacer viable
su servidumbre a la dictadura naciente puede también –recordando las viejas
técnicas de Nerón al incendiar Roma- provocar incendios, los metafóricos y los
reales, para que le hagan de “cortina de humo” y así la gente no se dé cuenta
de que están por robarles la libertad de pensar y discernir por sí mismos, lo
último que ya les queda, luego de que por años les han saqueado sus sueldos, su
esperanza y su propia fe.
Pero también están al servicio de esta dictadura ciertas elites
intelectuales, ciertos círculos de profesores, desde los que enseñan a los
niños, pasando por los que educan a los adolescentes llegando hasta los que
enseñan en algunas universidades. De pronto, todos –o casi todos- piensan lo
mismo. Y quien no ha renunciado a pensar por sí mismo, y quien no se traga
ningún cuento tiene que pasar por ese feo momento en el que te das la vuelta y
resulta que ya te miran mal porque tú no piensas como la mayoría. Y se inventan
palabras, que ahora son los mayores y más temidos proyectiles: homofóbico,
intolerante, trasnochado, dogmático, cerrado, oscurantista, ignorante, etc. Se
reclama tolerancia hacia los nuevos “estilos de vida” pero ya no se tolera a
quien decide –en plena libertad- pensar y hablar conforme a lo que le indica su
propia conciencia moral. Ahora eso no se podrá. Son crímenes de odio. Es
intolerancia, es discriminación. El odio ahora pasará a ser un delito. ¿Cómo
harán para medir el odio? ¿Fabricarán un aparato para hacer la medición? Si lo
logran, deberán primero aplicarlo a quienes odian la verdad que les dicta su
propia naturaleza humana inscrita en sus cuerpos –que ahora también quieren
operar para borrar su huella-.
Sí, la dictadura está por comenzar. Y como toda dictadura, debe –sí o
sí- perseguir a los que le contradicen: silenciarlos, encerrarlos,
ridiculizarlos por lo menos. Y entonces la mentira disparada cada día por los
medios va generando una vergüenza a pensar rectamente, un cierto miedo a ser
impopular, un miedo a “quedar mal”, un miedo a ser políticamente incorrectos, y
por ello los buenos, los honrados a veces se quedan callados, y entonces nadie
–o casi nadie- dice nada. Sí, miedo. Ese mismo miedo del que se vale toda
dictadura para someter, controlar, sojuzgar y silenciar, cuando no matar. El
miedo es –siempre lo ha sido- el arma del Demonio para impedir que los hijos de
Dios tomen autoridad.
Pero no he dicho el nombre de la dictadura que pretende apoderarse de
nuestro país, lo digo ya: La dictadura LGTBI (lobby lésbico, gay, transexual,
bisexual, intersexual). Aunque el nombre es insuficiente, puesto que –fieles a
sus principios- cada día van encontrando nuevos modos de expresiones sexuales,
identidad de género le dicen: eco sexuales, trans especies, zoo sexuales, etc.
Podría también decirse: La dictadura LGTBIPQRSTUVWXYZ…
La dictadura LGTBIPQRSTUVWXYZ pondrá como cultura y como religión a la
Ideología de Género. Entonces aprenderemos a negar lo evidente, bajo pena de
cárcel, supongo. ¿Qué la Ideología de Género es un invento de algunos? ¿Qué la
ideología de género es un psicosocial? Pues, habrá que revisar los últimos
decretos, decisiones, normas y medidas de los ministerios de educación, de
justicia, de salud, y de la mujer en los últimos meses, cuando no ciertas
decisiones de alguna universidad supuestamente católica y pontificia.
Posiblemente algunos de mis lectores no sepan exactamente qué es la
Ideología de Género, pues aquí se los voy a resumir: Es un conjunto cerrado de
ideas que no admite críticas y que se impone por la manipulación de las masas y
por la compra de los medios, sosteniendo que no existe la naturaleza humana y
que el aspecto biológico del sexo no condiciona la psicología de las personas y
que por tanto el género de ellas sería el sexo construido socialmente (Yo me
hago varón, tú te haces mujer, la sociedad te hace varón, la sociedad te hace
mujer por los estereotipos que se te imponen, patriarcado mediante, etc.). La
ideología de género busca no sólo “rehacer” la sexualidad humana, sino que va
más allá: quiere reelaborar la historia, la ciencia y la misma religión con
“perspectiva de género” (enfoque de género, teoría de género, etc.). En
historia eliminan o minusvaloran los personajes varones para centrarse en el aporte
anónimo de las mujeres. En teología rechazan la paternidad de Dios y pretenden
la existencia de una divinidad femenina. No es novedad que en ciertos círculos
religiosos hoy se rece incluso la oración del Señor así: “Padre-Madre que estás
en el cielo…” Ya algún teólogo católico en el oriente hace algunos años levantó
polvareda con una publicación en la que afirmaba que hay que adorar a “Jesusa
Cristusa”. Ni qué se diga de la extraña pretensión lingüística de algunos
comunicadores y escritores de poner en cada cosa: todos y todas, hermanos y
hermanas, ciudadanos y ciudadanas, amig@s, etc., aunque ya la Real Academia de
la Lengua lo ha desautorizado formalmente.
A prepararse antropólogos, biólogos, hematólogos, ginecólogos, etc.,
porque tendrán que olvidar pronto todo lo que aprendieron durante años, ya que
estará prohibido pensar y hablar distinto a como lo hacen los activistas
LGTBIPQRSTUVWXYZ. Tendrán que condenar y quemar los manuales de medicina y de
biología básicos. ¿Quemarán bibliotecas? Quizá los libros y manuales sean los
primeros en irse a la cárcel. Y entonces en los formularios para trámites
tendrán que incluirse los más de ciento veinte géneros que han inventado los
activistas LGTBIPQRSTUVWXYZ, para no discriminar digo… ¿Harán lo mismo con los baños
públicos? Porque si es así, en pro de la no discriminación cada institución
tendría que construir y equipar servicios higiénicos para todas las identidades
de género… no me imagino un pequeño restaurant con ciento veinte baños…
Y esta dictadura, de hecho, tendrá el respaldo internacional del
secularismo a ultranza que hoy se respira en varias naciones. Por ello quizá
mañana si algún “menteabierta” ve que te santiguas frente a una iglesia te
denuncie por intolerancia o por falta de respeto a los que no creen. Quizá
mañana quede yo detenido por el simple hecho de llevar mi hábito religioso.
Quizá este artículo sirva para que yo sea denunciado por homofóbico e
intolerante. Quizá el decir que Jesucristo es el camino, la Verdad y la Vida
mañana sea visto como fundamentalismo. Y si fuese así, tendríamos que cambiar
también el Himno Nacional, ya que allí cantamos que los peruanos no debemos
faltar al voto solemne hecho al Dios de Jacob. O quizá, para ser más tolerantes
tendríamos que agregar varias estrofas más, entre ellas una dirigida a Alá,
otra a Buda, otra a Khrisna, otra a la Pachamama, otra a la energía, otra a las
vibras, etc. Pero entonces tendríamos que hacer votos solemnes a cada uno de
ellos…
Y frente a todo esto que está cocinándose, mientras el peruano de a pie
ve la televisión y escucha reggetón, me pregunto entre otras cosas: ¿Dónde está
la voz de los laicos católicos? ¿Dónde está la voz del Consorcio de Colegios
Católicos? ¿Dónde está la voz de los profesionales honrados y capaces? No voy a
preguntarme dónde están las conferencias de religiosos católicos (Confer),
porque ya sé dónde están y sospecho por qué se han quedado muy calladitos.
Es un hecho probado y comprobado el que las dictaduras se valen del
silencio de los inocentes y de la pasividad de los buenos, como también de los
medios de masas debidamente comprados, “aceitados” les dicen. ¿Qué pasará con
los peruanos de a pie? ¿Nos quedaremos callados ante tanto zafarrancho de
género? ¿Tendremos que endosar a la historia del Perú aquél feo día en el que,
dejando atrás un pasado casi glorioso de cultura y de fe, el extravío gay pasó
a modificar todo lo anterior? ¿Todavía habrá gente que piense que la ideología
de género es el “progreso”? ¿Progreso hacia qué? ¿Hacia dónde?
Yo no pido la muerte de nadie, eso no. Tampoco odio a nadie, ni a los
activistas LGTBI, ni a los que se han alineado con ellos, “aceitada” o miedo
mediante. Mi artículo no es muestra de odio, no puedo odiar puesto que soy
cristiano y católico. Pero sí puedo y debo manifestar mi indignación pues veo
que la mentira se la quiere hacer pasar por verdad y con categoría de ley.
Tengo algunos amigos que se definen homosexuales y no los condeno en absoluto,
pero ellos mismos saben lo que deben y no deben hacer pues son honrados con
ellos mismos y con Dios y no se atreverían a hacer pasar lo suyo como una
opción más de vida, equiparable a las otras. Me opongo abiertamente al imperio
de la decadencia moral y espiritual de mi país.
No quiero que se destruya la institución de la familia y del matrimonio
en mi país. No quiero que pese sobre mi patria una maldición ni una condena. No
quiero ser cómplice de una barbarie. Quizá no tenga manera de influir en
ciertas esferas de opinión pero mi palabra es ésta y no otra. No temo
“quemarme” política o eclesialmente: como monje y sacerdote no aspiro a cargos
sino a salvarme y a contribuir en la salvación de mis hermanos.
Ruego a todos mis hermanos sacerdotes y religiosos que celebren y
ofrezcan Misas cada día por la liberación espiritual del Perú, por la liberación
espiritual de los gobernantes y de los comunicadores, por la liberación
espiritual de los profesores y de los mismos evangelizadores. Que ni el miedo
ni la vergüenza nos paralicen ni nos callen.
Que San José, que es Patrono del Perú, nos ayude a ser fieles al
Evangelio y que él, que es Terror de los demonios, ponga en fuga a todos
aquellos malos espíritus de desidentificación y de confusión que rondan nuestra
sociedad peruana.