miércoles, 21 de octubre de 2009

"Y el diablo puso su morada"

No resulta muy moderno hablar del diablo, mucho menos resulta tan marketero hablar de sus movidas y maquinaciones. Con todo, aún con el riesgo de sonar medieval, voy a decir algo sobre el enemigo de siempre, el mentiroso por naturaleza.

"Don diablo se ha escapado, tú no sabes la que ha armado..." No sé si Miguel Bosé era totalmente conciente cuando hace buenos años cantaba esa canción pegajosa, pero el hecho es que es así: El diablo anda suelto y su mayor obra es confundir, mezclar lo que no se debe mezclar, teñir de claroscuros lo que antes era meridianamente claro y evidente, bien y mal. No por nada la palabra "diablo" en el original griego denota al que confunde y engaña mezclando las cosas, como aquel pillo que en la feria del pueblo cambia de lugar los vasos en su mesita, para que adivines donde está la moneda que él ha escondido.

Y todo esto sucede en los ambientes más "cool" (el mundo de la moda, de la opinión pública, la farándula, los mass media, etc.) y de esa confusión fabricada y destilada por los medios de comunicación beben y comen miles de miles de personas que no serán tan "cool" pero que son la mayoría de terrestres: los pobres, los ignorantes, los consumistas por adicción, la gente de a pie, esos que nunca nos pareceremos a Angelina Jolie ni a Brad Pitt (no sé si así se escriben esos nombres) pero que somos más humanos y normales que ellos. Y ahí está don diablo y tú no sabes la que ha armado....

Pero es todavía más doloroso constatar que la acción de diablo (demonio, lucifer, luzbel, asmodeo, satán, satanás, il caprone, etc.) se puede anidar fácilmente en el corazón de las personas -no hablamos todavía de la hechicería, la brujería, santería, adivinación, magia, superstición, etc.- cuando optamos por la mentira como estilo para resolver nuestros problemas o sustentar nuestras disimuladas ambiciones personales. Porque si no osamos entrar en cuestiones de satanismo directo, podemos decididamente "coadyuvar" la obra del mal, cuando nos dejamos llevar la mezquindad y la codicia, cuando hacemos de la envidia el leiv-motiv de la vida cotidiana, cuando obramos haciendo realidad ese refrán criollo: "Es el perro del hortelano, que no come ni deja comer"(cambie cada quien el verbo comer por otros tales como: creer, ayudar, apoyar, construir, etc.). Y esto se da en diversos ambientes, de creyentes y no creyentes, de religiosos y laicos, de instruidos e ignorantes, de ricos y pobres.

El diablo pone su morada allí donde hay mezquindad, allí donde la mentira es el estilo de vida aceptado, felicitado y celebrado, allí donde la mediocridad es el único horizonte de la vida cotidiana (ese malnacido: "Con tal que yo esté bien, qué me importa lo demás.... cada uno con su vida").

Y el diablo pone su morada allí donde hay alguien (o un grupo) que detiene el avance del Reino de Dios, allí donde alguien promueve valores ajenos al Evangelio, allí donde hay alguien que pone cortapizas a la verdad, allí donde se obra la injusticia, allí donde se oprime al inocente, allí donde alguien crea el juego, mueve él sólo las fichas, es el único que sabe las reglas y gana el juego al inocente y al pobre.

El diablo pone su morada allí donde el hombre -la mujer- honrado se queda callado por miedo a denunciar lo que debe denunciar. El diablo pone su morada allí donde reina el silencio cómplice, allí donde reina el silencio cobarde.

Y en medio de tantas moradas del diablo, los que queremos ser discípulos de Jesucristo en la verdad y en la justicia vamos caminando como corderos en medio de lobos, enseñando a las ovejas indefensas a gritar y a defenderse y a desenmascarar al lobo, que generalmente esta vestido de oveja.

Y en medio de lobos vestidos de oveja, los que queremos ser discípulos de Jesucristo vamos luchando y esperando el día en que Él venga y separe el trigo de la cizaña.

Ven Señor Jesús, ven, no te tardes demasiado.

No olvides a tus ovejas que deben vivir en medio de lobos.

Ven.

lunes, 12 de octubre de 2009

Llegó Herodes al Perú

Amigos lectores de "Para ser diferentes", les ofrezco este artículo firmado y que considero en este blog sobre este tema triste y delicado: la propuesta del aborto eugenésico en el Perú. Concuerdo plenamente con la opinión de su autor. Sé que en varios países esto se permite pero ojalá para el Perú verdaderamente católico no sea más que una breve pesadilla, una muy mala broma y nada más... ojalá.

A PROPÓSITO DE LA PROPUESTA DE DESPENALIZAR EL ABORTO
¡Llegó Herodes!
Por: Luis Solari de la Fuente*

Un canal de televisión hizo una encuesta sobre la despenalización del aborto de niños por nacer, en casos de detección de alguna discapacidad prenatal y en casos de violación, aprobada por la comisión revisora del Código Penal.
El 79% de las llamadas estuvieron en contra de despenalizar. ¿Cómo así esta amplísima mayoría estuvo representada por la minoría de la comisión? Porque las personas que votaron no han sido elegidas por votación popular. ¿Por qué se permite que los que emiten opinión voten, cuando solo los parlamentarios tienen facultad legislativa?
Dos delegados de los colegios de abogados tuvieron votos opuestos. Sucedió lo mismo con el Ministerio de Justicia. Esto significa que votaron representándose a sí mismos, sin posición institucional.
El delegado de la Asamblea Nacional de Rectores (ANR) votó por la despenalización, sin que ese tema haya sido debatido institucionalmente ni se haya consultado a los rectores. ¿Cómo puede permitir el presidente de la ANR un voto inconsulto? ¿O es que las universidades van a comenzar a enseñar que se pueden incumplir los tratados internacionales que protegen la vida humana desde la concepción?
El delegado del Poder Judicial, que abogó y votó por la despenalización, conoce perfectamente la amplísima protección jurídica que tienen los niños por nacer, que por su debilidad requieren precisamente cautela de su libertad de desarrollo. ¿No es el Estado el primer cumplidor de los tratados internacionales, la Constitución, los códigos y las leyes? ¿Tal voto representa al Poder Judicial o a sí mismo? Es indispensable que esa respuesta la dé el presidente del Poder Judicial.
¿Y cómo votará la Defensoría del Pueblo en la reconsideración planteada? ¿Defenderá al pueblo inocente?
Estos choques intrainstitucionales existen solamente porque se ha permitido votar en esta materia a quienes no hemos elegido para hacerlo. En este tipo de comisiones, cuando en una materia no existe consenso, siempre se ha procedido a consignar en el texto las diversas sugerencias, sin ser votadas, y luego los legisladores debaten y votan con representación popular lícita.
El eugenismo internacional aterrizó en el Perú. Su equipaje: considerar que hay gente “inservible” y que, por tanto, hay que matarla. Lo anticipé hace casi un año en “Tras bambalinas” y luego en “Jalados en conducta”. Parece que Herodes hubiera llegado al Perú, pues plantear que nos convirtamos en un país en el que se dé muerte a las personas con discapacidad antes de nacer, no solo es eugenismo espartano o nazi, sino que pretende implantar una política herodiana en nuestra patria: matar inocentes.
Peor aún, pretender implantar pena de muerte para el niño —que es absolutamente inocente— en los casos en que ni el violador tiene esa pena, sería decirle al mundo que el derecho peruano desprotege, castiga y mata a los débiles e inocentes.
La triste tesis de que legalizar el aborto reduce su frecuencia es más falsa que título de Azángaro. Se “inflan” las cifras, como también se ha hecho en nuestro país (explicado en “No mentirás, no matarás”), para usarlas como argumento. En los países en que se legalizó, se multiplicó.
¿Y quiénes son aquí los primeros promotores de tal eugenismo herodiano? Organizaciones esencialmente financiadas con dinero foráneo, de países que no han suscrito la Convención Americana sobre Derechos Humanos que, pregonando un falso derecho a matar al hijo, en la práctica incitan a las madres a hacerlo en vez de acogerlas, acompañarlas y atender a ambos. ¡Increíble que connacionales se presten a esto!
En realidad, se trata de “abrir” nuevos mercados para toda la reciente generación de productos que ya existen para realizar abortos mediante fármacos. Triste y vergonzoso papel de quienes se prestan a todo esto y consiguen asombrosamente introducir eugenistas —como también está sucediendo en otros países— en las esferas donde se pretenden “adaptar” los códigos y las leyes. ¿Qué prevalecerá: la defensa de los intereses o la defensa de la vida?

(*) Ex primer ministro

sábado, 10 de octubre de 2009

Las hijas de su madre

San José Marello hace más de un siglo escribió que gran parte de los males de nuestra sociedad se debe a la degradación de la figura de la mujer. Él mismo, siendo obispo, llamaba a los padres de familia a educar a sus hijas para ser muchachas discretas, puras, recatadas, sabias. Y agregaba que por cada muchacha así serían varios los varones influenciados positivamente. Porque, lo querramos o no, son las mujeres las que más influencia tienen en la educación de las futuras generaciones. Por eso mismo José Marello no dudaba en afirmar que sobre las rodillas de una madre se forjan los hombres grandes del futuro, se forja su vida entera, se forjan sus almas.
Yo agradezco a Dios el haber tenido desde niño imágenes muy dignas y nobles de mujeres que han colaborado muy positivamente en mi formación humana. Les debo mucho y las valoro.
Es verdad que no debemos generalizar con facilidad, pero como que hoy el ambiente es casi el mismo, sino idéntico, al que José Marello vivió en su tiempo: la imágen de la mujer se degrada con facilidad. Y no hablo todavía de lo que sufren las mujeres por causa de varones, sino antes, de lo que las propias mujeres no saben valorar y respetar en ellas y de ellas mismas.
Alguien dijo por ahí que las mujeres suelen olvidar fácilmente su valor. Me parece que algo -bastante- de cierto hay en esta afirmación.
A mí no deja de soprenderme el hecho de que pocas mamás -mamás modernas, digo- hablen de verdad con sus hijas sobre la vida, sobre el respeto que deben tener por ellas mismas, sobre cómo comportarse con relación a los varones, sobre valores y virtudes que sólo ellas pueden aportar a la sociedad desde su propio ser femeninas. Muchas veces se deja toda esta función al colegio y eso es exponerlas las más de las veces a tristes extravíos morales, espirituales y humanos (Todavía más, con ciertos manuales educativos que poco o nada tienen de trasfondo verdadera y honestamente ético).
Las chicas crecen así guiadas por sus "sentimientos", siguiendo "el corazón".
¿Y dónde va el corazón cuando no está sujeto a la razón?
¿Dónde irá el corazón que ha anulado la razón, que nunca la ha usado, que nunca la ha estrenado?
¿Dónde irán corazón y razón cuando ni siquiera han oído hablar de los valores y virtudes que no pasan de moda, que son patrimonio humano?
¿Dónde irán el corazón , la razón, los valores y virtudes que no pasan de moda cuando no tienen referencia a la Palabra de Dios: Jesucristo?
Y así se irán, siguiendo su "corazón" (sentimientos, emociones, reacciones hormonales, fantasías, curiosidad, afán de novedad, deseo de experimentar "nuevas sensaciones", etc).
Y al final, ellas mismas se harán daño, volverán a creer que no valen nada o casi nada, se encharcarán en sus miserias (de diverso tipo) ¿y después? Después ellas dirán: La vida no vale nada... y vivirán coherentemente con esa conclusión.
¡Cuánto necesitamos de muchachas nobles, puras, decentes, fuertes, sabias, recatadas, dueñas de sí mismas!
A mí me entristece ver muchachas y mujeres que no respetan a sí mismas, me parece un espectáculo deprimente, grotesco, vulgar, revulsivo.
Este artículo alude a un grupo de "bailarinas" que ofrecen su espectáculo "en tiritas" donde les paguen lo que piden (Sé que ellas no son las únicas, las hay más atrevidas todavía y hasta más famosas). Yo no sé cómo se llaman en realidad, tampoco sé si tendrán sus padres vivos todavía. Quizá ellos hasta les apoyen, quizá están convencidos -convencimiento moderno- de que lo que hacen sus hijitas es "arte", "cultura". Pero semidesnudarse, contonearse, moverse provocativamente y luego hacerse ascos cuando algún varón les mira "con malos ojos" me parece que es propio de gente que sólo goza de una neurona en la cabeza (la neurona suficiente que les permite hacer lo que hacen).
Pues, vayan los lectores a saber quién es la madre de esas chiquillas y de otras como ellas. Seguramente son hijas de su madre.
Y con todo esto, me parece muy curioso que ante estas cosas que públicamente degradan a la mujer (por obra de la mujer misma) las feministas agremiadas (manuelas y floras, entre otras) no digan "esta boca es mía". Por lo menos yo no conozco ninguna manifestación feminista en contra de estas degradaciones actuales de la mujer.
¿No les parece señoras feministas que esto es un atentado contra la dignidad de la mujer?
¿No les resulta evidente que esto es convertir a la mujer en una mercancía que se compra, se vende, se alquila, se usa, se goza y luego se bota?
Posiblemente las señoras feministas me dirán que las mujeres tienen todo el derecho de hacer lo que quieran con su cuerpo.
Entiendo, es el mismo argumento que Uds. usan para legalizar el aborto, claro, claro.
Y al final, ¿quiénes hacen más daño a las mujeres?

Ojalá que podamos hacer algo verdaderamente honesto y bueno por la dignidad de las mujeres, y más todavía, si lo hacen las mujeres mismas.
Con niñas puras, con muchachas recatadas, con mujeres dignas y fuertes tendremos también en el futuro varones firmes, seguros, excelentes ejemplos de humanidad y dignidad.

lunes, 5 de octubre de 2009

El derecho de ser diferentes

"El mundo jamás ha perdonado a quienes superan un poco su mediocridad" Esta frase de Martín Descalzo me parece luminosa y retadora, describe de algún modo el drama que pueden estar viviendo muchas personas, hombres y mujeres, dentro y fuera de la Iglesia, que han decidido defender su derecho, derecho humano, de ser distintos del mundo mediocre que les puede rodear.
A los que han logrado superar un poco la mediocridad de su entorno hoy los conocemos como: héroes, santos, genios, líderes, maestros, guías, visionarios, gente con personalidad. Para mucha gente no han sido -no son- más que locos o desenfocados. Dios les llama de otro modo: Fieles, hijos buenos, gente de confianza, gente fiel a su propia alma, gente honrada, parecidos a Jesucristo.
Es verdad, el mundo (Entiéndase por "mundo" la mentalidad extraña al Evangelio) jamás perdonará a quienes le hagan quedar en ridículo, a quienes le superen un poco y le muestren nuevos y mejores modos de vivir, a quienes le muestren con su propia vida que lo que él nos dicta no es la verdad.
Y el mundo tiene sus secuaces: los mediocres. Mediocres son los que se conforman con pensar como piensa la mayoría, los que viven como vive la mayoría, los que aman lo que ama la mayoría, los que deciden como decide la mayoría. Mediocre es todo aquel que sólo ve y vive por sus personales intereses.
Es un secuaz del mundo todo aquel que -pudiendo serlo- renuncia a ser águila para ser una vulgar gallina por el sólo hecho de temer volar alto, por el sólo hecho de tener miedo de quedarse un poco en soledad. Es mundano todo aquel que es cobarde, todo aquel que miente -que se miente a sí mismo- para obligar a su alma a volar bajo.
No sólo el pecado es la herencia del mundo, lo es también la traición a la propia alma, el aceptar una vida mediocre, sin ideales altos, sin más motivación constante que el emperrado deseo de satisfacer los propios gustos y vivir una vida burguesa, acomodada al sentir y pensar común. Un cristiano mediocre es un traidor al Evangelio. Un consagrado, una consagrada, un sacerdote mediocres son los más grandes traidores a la causa de Jesucristo, aquellos que estaban entre nosotros pero no eran de los nuestros, como decía San Juan.
Rompe con el mundo y le vence todo aquel que se atreve a pensar distinto usando de su derecho de ser distinto, de su derecho de soñar en medio de gente que ya no sueña porque le resulta peligroso para su comodidad y su aburguesamiento. Rompe y vence al mundo todo aquel que se atreve a ser él mismo sin que nadie le dicte lo que va a pensar y decidir. Rompe con el mundo todo aquel que no renuncia a seguir lo que le dicta su propia alma, su propio corazón, su conciencia recta.
Los santos, los héroes, los leales a sí mismos han roto y han vencido al mundo. Han vencido al mundo quienes tienen un amor tan grande que eso les permite tener una verdadera pasión por el bien y por la verdad.
El mundo, la mediocridad, fabrica seres aplatanados, seres sin más ideales que satisfacer la pequeña vida egoísta. Los que se atreven a mirar más alto y más arriba son los que le vencen, pero por ello mismo la pagan caro: se quedan en soledad, sufren la incomprensión, sufren la persecución (oculta, solapada o descarada). A los que vencen al mundo se les suele llamar locos, obsesos, fanáticos, estrechos de mente, fijados en una idea, individuos peligrosos. Dios los llama: Amigos.
Jesucristo, El Señor, fue el primero que venció al mundo y los santos que le han seguido le han entendido muy bien, por algo todos ellos de diversas maneras han experimentado el sufrimiento propio de los que deciden ser veraces y fieles a su propia alma.
El mundo pregona hoy con todas sus fuerzas que lo que más vale es la "tolerancia", sin embargo ese mismo mundo que afirma ser muy tolerante se torna el más intolerante y el más férreo y abusivo dictador cuando ve que alguien osa y se atreve a pensar distinto de él, cuando observa que alguien piensa distinto de él. Esa es la intolerancia -absoluta incoherencia- de los pretendidos "tolerantes", secuaces del mundo.
Ser cristiano en un mundo tolerantemente intolerante es apostar por ser diferentes, es apostar por hacer prevalecer el derecho humano de ser distintos (léase: el derecho de pensar con la propia cabeza y el derecho de ser fiel a la propia alma).
Yo sé que hay gente que lucha cada día, que pasa cada día misteriosos via crucis por ser fieles a su propia alma. A todos ellos estas palabras muy simples pero muy auténticas: Nunca se rindan.
Por eso:
Vaya mi abrazo fuerte y efusivo para todos aquellos cristianos y cristianas, para todos aquellos líderes y visionarios, para todos aquellos pensadores y soñadores, para todos aquellos sacerdotes y religiosas que han optado por vivir a fondo perdido su derecho de ser diferentes.
Vaya mi abrazo fuerte y efusivo para todos aquellos que en este momento sufren en su carne y en su alma los golpes propios del mundo que, llamándose tolerante, no tolera que le contradigan y que le hagan ver que está muy pero muy equivocado.
Vaya mi abrazo fuerte y entusiasta para todos aquellos que sintiendo el peso de ir a contracorriente se ven tentados de retroceder: no lo hagan, no vendan su alma ni su conciencia al mundo, no la cambien por algunos favores pasajeros ni por la sonrisa complaciente de quienes hace tiempo han optado por la vulgaridad de una vida sin ideales, sin altura de miras, sin más motivación que pasarla bien con apariencia de ser justos.
Y recuerden que: Los que no se rindieron, los que blanquearon su manto en la sangre del Cordero, los que lleguen de la gran tribulación, recibirán la corona de la vida y Dios los tendrá por amigos siempre.
Por ello:
Nunca se rindan.
Nunca renuncien a su derecho de ser diferentes.
Nunca.
Nunca.
Nunca.

sábado, 3 de octubre de 2009

Nixon Leodán

Desde hace más de año y medio que soy párroco en una extensa provincia andina del Perú. No he llevado la cuenta de cuántos bautismos habré celebrado en estos meses pero calculo que son varios cientos. Una de las cosas que a veces me ha sorprendido, pero más: divertido, es el hecho de tener que escribir y escuchar ciertos nombres que los papás, gente muy humilde, ha decidido poner a sus hijos.
Recuerdo aquella vez que bauticé a Ronaldinho, un niño que no tenía ningún parecido con aquella estrella del fútbol pero que así se llamaba. Y aquella tarde en la que me encontraba cansado y debía bautizar a una fila de niños pequeños entre los cuales estaba esperando su turno Zinadine Zidane... Un colega me refirió que una vez en una comunidad tuvo que bautizar a Nolberto Solano (por lo menos era producto peruano).
Pues, hace poco en una comunidad muy pobre me encontré bautizando a: Nixon Leodán. Cuando lo bautizaba me puse a pensar que seguramente su mamá era admiradora de aquel presidente norteamericano o que quizá su papá era un fanático melancólico del cantante chileno que ahora está calvo y bien gordo. Bueno, el hecho es que Nixon Leodán algún día será grande y no sé si le gustará su nombre, quizá sí, quizá no.
Nuestra gente sencilla tiene una lógica muy curiosa al poner nombres a sus hijos. Muchos ponen nombre a sus hijos recordando las personas que les han ayudado, personas a las que admiran, incluso personajes de la televisión, del mundo de la farándula, del fútbol, de la música; también hay papás que en sus hijos quieren de algún modo inmortalizar hechos o acontecimientos relevantes, como aquel padre de familia que le puso a su hijo: Conflicto, en aquellos años en que el Perú tenía un conflito fronterizo con el Ecuador...
Recuerdo haber tenido yo una confusión de sentimientos al haber escuchado los nombres de ciertas señoras ya mayores tales como: Erótida y Circuncisión.
Pero por otro lado, no pocas veces los nombres que los padres modernos ponen a sus hijos reflejan una cierta alienación cultural. Conocí hace un tiempo a un niño que se llamaba: Shuázneger (supongo que aludiendo al actor de Terminator), y aquella vez que un papá furioso quiso que su niña se llamase: Venus (por la tenista norteamericana). Hay varios Jackson y Taylor diseminados en nuestros pueblos andinos y puede ser que contemos decenas de Sharon entre nuestras niñas. Recuerdo que el primer nombre extraño que oí de niño fue: Aysenjahuer (supongo que aludiendo a un histórico mando militar norteamericano).
Pienso que el nombre de algun modo describe a la persona y es de validez eterna. Seremos juzgados por Dios según nuestro nombre, Él nos conoce por nombre y así nos llamará por la eternidad.
Yo no sé cómo responderán muchos padres de familia que a la hora de buscar nombres a sus hijos parece que lo toman a broma o les parece que están nombrando a una mascota de la casa. Porque si hay que decir algo más, algunos nombres creo yo que son una tremenda falta de caridad de parte de los progenitores. Y no voy a enumerar en este momento por no hacer sentir mal a nadie más.
Me gusta llamarme Israel, se lo agradezco a mi padre, aunque durante varios años tuve problemas emocionales por mi segundo nombre, pero gracias a la fe y a la teología creo que los he superado. Deo Gratias por ser Serafín.
Qué bueno saber que Dios nos ama y nos llama por nuestro nombre.