sábado, 10 de octubre de 2009

Las hijas de su madre

San José Marello hace más de un siglo escribió que gran parte de los males de nuestra sociedad se debe a la degradación de la figura de la mujer. Él mismo, siendo obispo, llamaba a los padres de familia a educar a sus hijas para ser muchachas discretas, puras, recatadas, sabias. Y agregaba que por cada muchacha así serían varios los varones influenciados positivamente. Porque, lo querramos o no, son las mujeres las que más influencia tienen en la educación de las futuras generaciones. Por eso mismo José Marello no dudaba en afirmar que sobre las rodillas de una madre se forjan los hombres grandes del futuro, se forja su vida entera, se forjan sus almas.
Yo agradezco a Dios el haber tenido desde niño imágenes muy dignas y nobles de mujeres que han colaborado muy positivamente en mi formación humana. Les debo mucho y las valoro.
Es verdad que no debemos generalizar con facilidad, pero como que hoy el ambiente es casi el mismo, sino idéntico, al que José Marello vivió en su tiempo: la imágen de la mujer se degrada con facilidad. Y no hablo todavía de lo que sufren las mujeres por causa de varones, sino antes, de lo que las propias mujeres no saben valorar y respetar en ellas y de ellas mismas.
Alguien dijo por ahí que las mujeres suelen olvidar fácilmente su valor. Me parece que algo -bastante- de cierto hay en esta afirmación.
A mí no deja de soprenderme el hecho de que pocas mamás -mamás modernas, digo- hablen de verdad con sus hijas sobre la vida, sobre el respeto que deben tener por ellas mismas, sobre cómo comportarse con relación a los varones, sobre valores y virtudes que sólo ellas pueden aportar a la sociedad desde su propio ser femeninas. Muchas veces se deja toda esta función al colegio y eso es exponerlas las más de las veces a tristes extravíos morales, espirituales y humanos (Todavía más, con ciertos manuales educativos que poco o nada tienen de trasfondo verdadera y honestamente ético).
Las chicas crecen así guiadas por sus "sentimientos", siguiendo "el corazón".
¿Y dónde va el corazón cuando no está sujeto a la razón?
¿Dónde irá el corazón que ha anulado la razón, que nunca la ha usado, que nunca la ha estrenado?
¿Dónde irán corazón y razón cuando ni siquiera han oído hablar de los valores y virtudes que no pasan de moda, que son patrimonio humano?
¿Dónde irán el corazón , la razón, los valores y virtudes que no pasan de moda cuando no tienen referencia a la Palabra de Dios: Jesucristo?
Y así se irán, siguiendo su "corazón" (sentimientos, emociones, reacciones hormonales, fantasías, curiosidad, afán de novedad, deseo de experimentar "nuevas sensaciones", etc).
Y al final, ellas mismas se harán daño, volverán a creer que no valen nada o casi nada, se encharcarán en sus miserias (de diverso tipo) ¿y después? Después ellas dirán: La vida no vale nada... y vivirán coherentemente con esa conclusión.
¡Cuánto necesitamos de muchachas nobles, puras, decentes, fuertes, sabias, recatadas, dueñas de sí mismas!
A mí me entristece ver muchachas y mujeres que no respetan a sí mismas, me parece un espectáculo deprimente, grotesco, vulgar, revulsivo.
Este artículo alude a un grupo de "bailarinas" que ofrecen su espectáculo "en tiritas" donde les paguen lo que piden (Sé que ellas no son las únicas, las hay más atrevidas todavía y hasta más famosas). Yo no sé cómo se llaman en realidad, tampoco sé si tendrán sus padres vivos todavía. Quizá ellos hasta les apoyen, quizá están convencidos -convencimiento moderno- de que lo que hacen sus hijitas es "arte", "cultura". Pero semidesnudarse, contonearse, moverse provocativamente y luego hacerse ascos cuando algún varón les mira "con malos ojos" me parece que es propio de gente que sólo goza de una neurona en la cabeza (la neurona suficiente que les permite hacer lo que hacen).
Pues, vayan los lectores a saber quién es la madre de esas chiquillas y de otras como ellas. Seguramente son hijas de su madre.
Y con todo esto, me parece muy curioso que ante estas cosas que públicamente degradan a la mujer (por obra de la mujer misma) las feministas agremiadas (manuelas y floras, entre otras) no digan "esta boca es mía". Por lo menos yo no conozco ninguna manifestación feminista en contra de estas degradaciones actuales de la mujer.
¿No les parece señoras feministas que esto es un atentado contra la dignidad de la mujer?
¿No les resulta evidente que esto es convertir a la mujer en una mercancía que se compra, se vende, se alquila, se usa, se goza y luego se bota?
Posiblemente las señoras feministas me dirán que las mujeres tienen todo el derecho de hacer lo que quieran con su cuerpo.
Entiendo, es el mismo argumento que Uds. usan para legalizar el aborto, claro, claro.
Y al final, ¿quiénes hacen más daño a las mujeres?

Ojalá que podamos hacer algo verdaderamente honesto y bueno por la dignidad de las mujeres, y más todavía, si lo hacen las mujeres mismas.
Con niñas puras, con muchachas recatadas, con mujeres dignas y fuertes tendremos también en el futuro varones firmes, seguros, excelentes ejemplos de humanidad y dignidad.

3 comentarios:

MILA Y ALFONSO dijo...

que interesante ha sido la vida de San Jose Marello,me hubiese gustado estar en ese tiempo. y como ud. dice cuidar la dignidad de las mujeres empezando desde casa con las pequeñas niñas, pues solo asi formaremos hombres y
mujeres firmes .seguros y decididos!






gracias padre avisenos cuando llegue a LIMA

Anónimo dijo...

Buon sera Padre Israel
Muy interesante lo que escribió y ciertamente estoy de acuerdo con Ud. Muchas mujeres creen que "mostrar más" es señal de femeneidad y no se dan cuenta de que en el fondo la situación que se vive ahora está haciendo que la MUJER pierda ese misterio, esa reserva de intimidad que la hace especial, única y realmente diferente, ya que hoy por hoy su actuar abarca tantos e iguales ámbitos como los del hombre.

Fr. Israel del Niño Jesús, RPS dijo...

Así es Mamá Buho. Es una pena que la superficialidad gane tanto entre no pocas niñas y jovencitas y también entre mujeres ya adultas. Qué pena que confundan hoy la belleza con la provocación o la vulgaridad.
Juan Pablo II habló del "genio femenino" y tenía razón, pues bien, ese genio femenino se muestra mejor cuando la mujer es más mujer y no cuando es ahombrada so pretexto de ser igual al hombre. Cada quien en lo suyo sin codicia ni envidia.
Hasta pronto.