lunes, 15 de junio de 2009

Sagradas costumbres

Pienso muchas veces en Jesucristo como el Divino Ocurrente.
Me da la impresión de que Jesucristo al ser siempre impulsado por el Espíritu ha sido muy libre y quiere que seamos gente muy abierta a la sorpresa divina. Él no nos quiere anclados en costumbres que se repiten muchas veces sin alma y peor todavía, sin fe.
Pero nosotros generalmente vamos buscando seguridades. Incluso en el mundo religioso queremos muchas seguridades para sentirnos bien. Y un modo de asegurarse es seguir una costumbre religiosa, aunque a esa no le corresponda una fe viva.
Y Dios se goza siendo libre, se goza al esconderse y mostrarse en medio de nuestras costumbres, rompe nuestros esquemas, nos asombra, nos saca de nuestras seguridades acostumbradas, nos muestra siempre caminos nuevos, nos dice que todo aquel que ha nacido del Espíritu no sabemos ni de donde viene ni a donde va.
Y pienso también que Dios no puede ser Dios en el corazón de quien está atado a sus propias seguridades, porque obrando así le corta las alas al Espíritu Santo, ofrece resistencia a las maravillas de Dios.
Y lo paradójico es que Dios, el Divino Ocurrente, obra con mucha libertad y está dispuesto a sorprendernos en medio de algo tan inalterable como es nuestra Liturgia.
Pero si en algo debemos mostrar como creyentes más creatividad y audacia es en buscar nuevos y más efectivos modos de evangelizar y llegar con Jesucristo a más personas, allí debemos ir desbaratando nuestras "sagradas costumbres".
Dios infinito, el Imprevisible, nos ayude a ser cada vez más creativos para Su Gloria.