lunes, 8 de noviembre de 2010

La dictadura del corazón (III parte)

No crean que yo escribo estos artículos con un cierto afán de autosuficiencia o como quien marca distancia y se siente superior o otros, no. Escribo como sacerdote dolido, muy dolido, como quien sufre por dentro al ver cuánta gente, cuántos jóvenes, hacen de sus vidas un auténtico mamarracho.
Quisiera poder tener la oportunidad de llegar a miles de jóvenes y de poder hacerles ver, hacerles caer en la cuenta, de que están perdiendo sus vidas en cosas que a la larga sólo les traerán muerte.
Para ilustrar mejor lo que digo, les cuento algo que he realizado en estos días: He pasado por una gran avenida de una zona populosa de mi ciudad, he recorrido en el bus más de ocho cuadras y me he tomado el trabajo de ir contando uno a uno los "hostales" y "discotecas" o "pubs". Me he quedado aturdido al comprobar que en diez cuadras recorridas habían 12 hostales y siete pubs o discotecas, aparte de las consabidas boticas -esas en donde lo primero que te ofrecen los escaparates son preservativos de todos los colores, sabores y precios-. Eran 17 boticas en diez cuadras. Y entre postes de alumbrado público con avisos que decían: "¿RETRASO MENSTRUAL? SOLUCIÓN INMEDIATA, LLÁMANOS YA: telf. 745....." he sentido mucho dolor al ver cómo nuestros adolescentes y jóvenes se van animalizando a vista y paciencia de todos. Y aclaro que no he pasado por una zona "roja" de la ciudad sino por una zona populosa donde la mayoría de los viandantes son adolescentes y jóvenes que caminan a sus casas luego de una jornada de estudios en el colegio o en el instituto....
¿Por qué tanto afecto desbocado y desaforado? ¿Por qué tanto afecto mal encausado y rebajado al nivel de búsqueda incesante de nuevas sensaciones y emociones? Aún cuando el problema puede ser complejo me atrevo a decir que tiene su origen en la familia, o mejor: en la falta de familia.
No creo equivocarme si digo que la gran mayoría, la aplastante mayoría, de esos jóvenes que andan así -mendigando, chupeteando y buscando afecto y sensaciones- ha sufrido o sufre la falta de una familia verdaderamente constituida, es decir: o no conocen a alguno de sus progenitores, o tienen una pésima relación con alguno de ellos -o con los dos- o es que ellos han demostrado tener una mayor inmadurez afectiva que sus hijos. Cierto: también hay jóvenes y adolescentes que no han tenido mayores problemas familiares pero están metidos hasta el cuello en ese mundillo de los afectos desbocados, bueno: se han maleado porque han querido malearse y porque -de paso- nuestra sociedad les ha facilitado enormemente sus procesos de putrefacción moral y espiritual (¿se han puesto a pensar en cuántas radios reggaetoneras y cumbiamberas existen hoy en día? ¿y cuántos diarios "chicha" de medio sol hay en venta en los kioskos de las esquinas? ¿y cuántos programas de TV en donde el morbo y el chisme son la miel que atrapa a los mosca-televidentes?)
Pero volvamos a los chicos que andan por la vida con la carencia afectiva "made in family": ¿Y qué queda si en casa estos chicos y chicas no tienen el amparo ni el apoyo afectivo seguro y maduro de sus padres? Pues: la calle, los amigotes y amigotas, igualmente inmaduros, igualmente solitarios, igualmente insatisfechos, igualmente tristes, igualmente frustrados, igualmente infelices, igualmente "rebeldes", igualmente aburridos... igualmente juergueros, igualmente refugiados en la medialuz de una disco reggaetonera que pondrá tal música como para que todos ellos -insatisfechos, tristes, inmaduros, frustrados, infelices- alucinen que no lo son, es decir: bailarán para que se imaginen que los aman, que los acarician, que los quieren, que son importantes, que los reclaman. Y no importará si es que entre ellos sólo buscan cuerpos, si sólo buscan sensaciones o caricias. Se imaginarán que los aman, aunque en el fondo sabrán que a los otros, igualmente infelices -ellos o ellas, lo mismo da- sólo les interesa sus cuerpos para frotárselos un poco y así tener nuevas sensaciones y olvidar un poco su propia tristeza y su soledad. Y ahí estará ese circuito triste de luces de neón de discotecas-pubs-hostales-boticas-casas donde solucionan el retraso (si fallan las boticas y las pastillas).
¿Y quién les sacará de ese circuito triste y vacío?
¿Me dirán los dueños de hostales, boticas, pubs y discotecas que "negocios son negocios", "business son business"? ¿Me dirán que no tiene nada de malo lucrar con la ruina moral y quizá eterna de tanto joven y adolescente?
¿Quién detendrá toda esa bestialidad promovida desde intereses económicos a nivel nacional e internacional?
¿Quién les hará comprender a esos chicos y chicas que lo único que hacen es servir de carne de cañón de ciertos intereses oscuros que se cocinan para ganar más dinero a costa de la soledad y la infelicidad de todos ellos?
¿Derechos reproductivos y sexuales? Vayan ciertos señores a creer que todos nos chupamos el dedo y somos unos caídos del palto.
¿Y cómo estará el Corazón de Jesucristo?
¿Cuántas lágrimas hoy -sólo hoy, por decir algo- derramará Jesucristo al ver tanta muerte de alma y de cuerpo entre tantos adolescentes y jóvenes?
Piense cada quien lo que piense, yo no dejo de decir que me duele en el alma ver tanta bestialidad en la que ha desembocado toda esta cultura chicha que absorbemos cada día y que se engorda y lucra a expensas de los corazones carentes de afecto y emborrachados por sus sensaciones.