miércoles, 3 de abril de 2013

Acerca del "Caso Sarna"

El último Jueves Santo, a poco de haber concelebrado en la Misa Crismal con mi Obispo y todo el clero de la diócesis, un grupo de jóvenes, chicos y chicas, se me acercaron muy entusiastas para saludarme.  Entre foto y foto me hicieron recordar que hace poco más de un año yo les había predicado en un retiro y en ese entonces les había referido el "Caso Sarna".  Se acordaban muy bien del tema, yo ya casi lo había olvidado, a decir verdad.

Pero luego de aquel día he venido pensando que merece la pena ponerlo a consideración de todos los que ojean o leen este blog.  Les cuento el "Caso Sarna":

Hace poco más de un año, cuando mi pequeña Comunidad vivía en otro lugar, un Santuario Mariano, cierto día apareció un perrito de raza indefinida, un cruce de cruces, no muy grande, con pelaje negro en el lomo, con cara de "Yo estoy siempre alerta".  No sabíamos de dónde venía.  Luego nos enteramos de que el guardián del Santuario se lo había recogido de la calle tiempo antes y lo había curado de una fuerte sarna que lo había atacado.  El perrito de puro agradecido se quedó en su casa y se curó completamente.

Pero ahora estaba en el Santuario, se había venido siguiendo a su dueño y protector. Y el guardián le puso de nombre "Sarna".  Al principio nos miraba con desconfianza y nos ladraba.  Luego nos fuimos haciendo sus amigos.  Sarna se ganó nuestro afecto.  Siempre atento a todo, corría velozmente cuando había que espantar extraños, sentía ruidos que otros perros no sentían.  Pero lo más increíble es que comenzó a venir a nuestros momentos de oración en la pequeña capilla que usaba nuestra Comunidad.  Nos esperaba a la puerta hasta que terminemos nuestras oraciones, nos acompañaba durante el Rosario, nos seguía casi todo el tiempo, tanto que el dueño de Sarna se puso un poco más que celoso.  El hecho es que Sarna casi casi podríamos decir que se hizo piadoso.  Siempre presente para los momentos de oración, incluso a veces lograba entrar en la capilla y se estaba quieto y en silencio mientras nosotros orábamos.

Varios de nosotros ya casi pensábamos que Sarna se había "convertido", que estaba llegando a olvidar su perrunidad.  Era increíble.  Y así pasó un buen tiempo, siempre contento nos seguía para la oración.  Todo iba muy bien.  Pero de pronto llegó el día.  El día del desborde de sus instintos perrunos.  Le vino el tiempo inocultable de querer aparearse con una perra, se puso inquieto, se desesperó y... se fue.  No le vimos durante varios días o a lo sumo así como volvía se desaparecía de nuevo, impulsado por sus conquistas perrunas y su instinto canino.

Esto trajo a mi Comunidad a una breve meditación, que es la que compartí con aquellos jóvenes y que ahora comparto con todos ustedes:  A veces sucede que somos muy creyentes, muy de Iglesia, muy cristianos, muy de Dios hasta que... Hasta que se nos alborotan las hormonas.  Y entonces, igual que Sarna, salimos disparados y desaparecemos del horizonte cristiano hasta que no nos pase la "locura" o el ataque de nuestras propias pasiones.

Y es verdad que he conocido también jóvenes y jovencitas, algunos y algunas también no tan jóvenes, que en cierto momento se habían entregado notablemente al Señor y todo iba bien hasta que...  Hasta que hizo aparición en sus vidas: Aquel afecto que los desbocó, aquel enamorado o enamorada que les robó la pureza, la fe, la decencia, el amor a Jesucristo...  Aquel afecto desordenado que los dejó hechos un desastre moral o espiritual.  Y créanme si les digo que ya he visto varios casos, no escribo teorizando.

Y en aquel retiro que prediqué les puse el "Caso Sarna" para poner a consideración de ellos y ellas que ese caso se puede repetir en nuestras vidas si Jesucristo no ha entrado hasta lo más profundo del alma.  Si un afecto repentino puede más que un principio espiritual o moral...  Si Jesucristo, su amor, su gracia, quedan borrados o relegados a un segundo plano por la aparición de un afecto humano... ¿Qué podriamos pensar?  Lo que podríamos pensar es que estamos en casos parecidos al "Caso Sarna".

¿Será que Jesucristo, Su gracia, no son capaces de ser más fuertes que los afectos humanos y que no pueden resistir el ataque de las emociones repentinas?

Cristianos y católicos muy fervientes hasta que...  Hasta que les da el ataque de "sarnitis aguda"...  Salen disparados impulsados por sus afectillos mal ordenados, por sus hormonas exaltadas o por la borrachera repentina de sus emociones y sensaciones...

Sarna volvía, luego de su extravíos, flaco y herido, cansado y medio desanimado, hasta diría que se le veía medio avergonzado.  Y claro, le recibíamos siempre, aunque bromeábamos sobre su drama.  Pienso en aquellos hermanos y hermanas que luego del "ventarrón" de algún afecto desordenado se quedan medio desechos y desolados.  Dios siempre nos da la oportunidad de volver, de recomenzar, de renacer.  Pido por "la vuelta a casa" de los que alguna vez se extraviaron.  Y que los que "permanecemos" en el redil sepamos acogerlos.