domingo, 23 de diciembre de 2007

Pero no se lo digas a nadie, ok?

En estos días de navidad me viene a la mente el recuerdo de mi buen amigo Angel.
Hace buen tiempo que no lo veo, pero él me sorprende de cuando en cuando con un telefonazo que llena mi alma de un oxígeno distinto. Él sabe que yo no puedo llamarle y yo sé que él algún día llamará.
Es una bendición contar con amigos así, con quienes se puede compartir un chiste sin que ninguno se sienta ofendido, con quienes se puede hablar francamente, con quienes se puede decir algunas frases geniales, agudas, locuaces (cuántas locuras compartidas, no?).
¿Y por qué lo recuerdo en especial en estas fechas?
Es sencillo: Ángel sabe bien lo que es la navidad y la ha vivido varias veces de verdad ( Y no sólo en diciembre).
¿Quieren que les cuente cómo es eso?
Aquí les va, con algunos aderezos míos.
Por donde Ángel vive, en estos tiempos hace mucho frío, a veces bajo cero. El bueno éste a veces se escapa de casa (tiene ya su buena edad...) y encapotado con sus atavíos invernales se mete entre la gente. Ángel casi siempre sonríe y tiene un humor que admiro de pé a pá.
Me contó que varias veces había hecho una travesura. Es una cosa sencilla pero que cuando me la contó por primera vez me conmovió y no supe qué decirle.
Cuando Ángel llega al centro de la ciudad se busca algún servicio higiénico y entonces en uno de los compartimentos abre la mochila y se tranforma. El traje serio y empaquetado queda dentro de la mochila vetusta y sale de los servicios con unos pantalones medio rotos y sucios, una chompa desteñida, un gorro viejísimo, una bufanda de color indefinido, unos lentes oscuros y un cigarro en los labios. Medio despeinado y con unas zapatillas muy usadas camina con la mochila a la espalda con el rumbo propio de los que piden unas monedas para atenuar el hambre.
Y Ángel sabe dónde están los que son "del gremio" y se va con ellos.
Allí, a los costados de la Catedral, arrimados a las paredes, los encuentra, les da la mano, les saluda como hermano, bromean, les invita unos cigarros y se sienta con ellos y pasa todo el día conversando con ellos, enfundado en su traje de amigo. Se hace mendigo con los mendigos.
"Pero no se lo digas a los míos, ¿ok?" "Si se enteran, me matan" Disculpa amigo, no sé si estoy traicionando tu confianza, pero cosas así creo que merecen ser conocidas y todos podemos disfrutar de tu atrevimiento.
Tú sabes bien, querido Ángel, que hace dos mil años el mismo Dios se quitó el traje acartonado que nosotros le pusimos y se hizo mendigo y pobre. Y sabes que en Belén no hubo sino frío y silencio, y mucha pobreza y también mucha confianza en que Dios actuaría cuando lo tendría previsto.
Me has dicho que la has pasado bien entre tus amigos mendigos, que les has contado unos chistes tremendos, que han reído juntos y que han compartido de buen grado los cigarros y que al final les has dado también "un poco" de tu dinero. Y yo sé que tú añoras volver a estar con ellos muchos días del año, pero tienes que trabajar y los demás no comprenderían.
Yo sé, buen amigo, que hay muchos secretos entre tú y Dios, sé que tú vas escribiendo un evangelio distinto cada día con aquel: "que no sepa tu mano izquierda..."
Y sé que no le das importancia a esas "menudencias" que puedes hacer.
Y sé que has perdido no una sino mil veces por haber hecho el bien.
Y sé que aquella vez en que me volvía para mi lugar tú lloraste sentidamente y te quedaste varios minutos viendo el avión en que yo me alejaba.
¿Quién te enseñó a tener un corazón tan grande?
Yo creo que un Niño pequeño te lo "sopló" al oído. Ese mismo Niño que es Hijo de María, a quien tú le rezas todos los días el humilde rosario en latín.
Yo pienso que la navidad es el tiempo de todos aquellos que dan sin esperar, de aquellos héroes anónimos que hacen que este mundo sea un poco más habitable y mejor.
Sé perfectamente que tú, buen Ángel, nunca leerás este blog, que seguramente no te interesaría hacerlo y no lo tomo a mal. En tí agradezco a Jesucristo que no dudó en hacerse uno de los nuestros para hacernos compañía y darnos esperanza.
¿Qué bonito es saber que Dios mismo ha tocado y tomado nuestra carne, no Ángel?
Tenemos algo de divinos y eso hace nuestro barro un poquito más bello, ¿no es así, Ángel?
Dios te bendiga siempre y te guarde bueno... y niño.
Feliz Navidad, amigo.
Feliz Navidad, amigos.

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