Hace algún tiempo,
cuando un amigo me contaba las “creencias” propias de su pueblo natal, quedé
muy sorprendido al escuchar, por ejemplo, que sus paisanos solían comer
lentejitas los días lunes y la razón era muy simple: atraían dinero para la
casa. Traté de sonreír discretamente y
me di cuenta de que hace rato también las lentejitas entraron al mundo de las
supersticiones populares. Y como las
lentejitas, hay muchos otros alimentos y cosas que se usan o que se evitan para
que todo “vaya bien” y para que no nos pase nada “malo”.
¡Si nuestras vidas
dependieran de unas lentejas…! De fondo
está el tema tan extendido de las supersticiones. “Creencias”, les dicen. Es una absoluta verdad que la Sagrada
Escritura, la Biblia, condena firmemente este tipo de “creencias”. Algunas personas han llegado al extremo de
unir incluso este tipo de cosas con elementos de religiosidad católica. Y
claro, los detractores de la fe católica se llenan la boca afirmando que
nuestra fe impulsa y ama las supersticiones.
Y nada puede ser más falso e injusto.
Cierto que nos falta
instrucción de fe. Y claro, cuando no
hay experiencia auténtica de Jesucristo, llenamos el corazón y el ansia
religiosa con una increíble variedad de “creencias”, que más que eso son
supersticiones.
Una vez un amigo
ingeniero me contaba que muchos de sus colegas han optado, cuando construyen un
edificio, en obviar el piso número 13.
Claro, el número 13 es, según estás “creencias”, de mala suerte. Y ciertamente, quieren ahorrarse un “mal
destino”.
Lo más triste y nefasto de
las supersticiones es que se concede a ciertos objetos, gestos o ritos
“poderes”, “fuerzas” o “virtualidades” que de hecho no tienen. En una palabra: divinizamos las cosas, gestos
o ritos. Y divinizar una cosa creada es
ofender gravemente a Dios. Porque es
afirmar tácitamente que algo que Él ha creado tiene más poder y más
inteligencia que Él mismo. Se confía más
en una creatura que en el Creador. Se
llega a depender de una cosa, de un gesto o de un rito. Acabamos esclavizados, dependientes,
confiados en cosas que no nos dan la salvación.
Las supersticiones:
-
infunden
temor,
-
cortan
la visión de eternidad: nos hacen pensar sólo en esta vida, en esta tierra, en
las cosas que vemos;
-
nos
hacen fijar la atención más en la “suerte” que en la salvación eterna;
-
se
piensa en cómo vivir sin fatalidades más que en vivir santamente;
-
se
piensa que la muerte es como un monstruo malvado y no una simple puerta a la
eternidad, como en verdad lo es para un seguidor de Jesucristo.
-
ya
no hay pecado en el horizonte, simplemente se habla de “mala suerte”;
-
ya
no hay necesidad de salvación, sino de “protección”;
-
ya
no hay campo para la oración, sino para “invocaciones”;
-
ya
no importa la conversión personal sino el “cumplimiento exacto” de ciertos
ritos, gestos o el uso exacto de objetos que traen “suerte”;
-
ya
no hay mandamientos divinos que cumplir sino “cábalas” y “ritos” que realizar
sin falta ni tardanza;
-
ya
no hay libertad personal sino un “destino” que depende de los astros, de las
cosas, de los colores, de los alimentos o de los números;
Pienso que como
verdaderos católicos, deberíamos hacer una especie de limpieza total de
supersticiones. Yo propongo que un buen
día nos atrevamos a renunciar a cualquier creencia absurda y supersticiosa que
en el fondo nos aparta de la confianza en el verdadero y único Dios Vivo:
Jesucristo.
Todo lo que los
Evangelios no consideren como válido para salvarnos, no lo debemos
aceptar. Para ello ciertamente habrá que
estudiar más la Palabra de Dios, realizar más seguido –si es posible
diariamente- la Lectio Divina, por ejemplo.
Cuántas veces he
observado que algunas personas que se dicen muy de fe están tan apegadas a
ciertas “creencias” que más son supersticiones y necedades. ¡Cuánta confianza se pone en aquello que no
salva ni da vida eterna! ¡Cuánto tiempo
gastado en supercherías! ¡Cuánto dinero
desperdiciado en necedades! ¡Cuánto
miedo y esclavitud por aferrarse a cosas que desagradan a Dios y que son
abominación!
Y no hemos hablado mucho
de los famosos horóscopos, absurdas invenciones, necias programaciones,
estúpidas predicciones que arrastran a tanta gente a una vida dependiente de
cosas que nunca les salvarán ni les darán vida eterna. Y tantos fetiches, amuletos y demás cosas que
se llevan entre las prendas con la finalidad de que todo nos “vaya bien”. ¡Tanta inútil creencia en energías, chakras,
vibraciones, magnetismos, áureas!
Definitivamente, cuando
se saca a Jesucristo del corazón, de la propia vida, se vende el futuro a
charlatanes y se embarga la vida en supercherías. También el internet está plagado de cosas
así. Me sonrío al ver o al recibir a
veces algunas fotos con mensajes que terminan así: “Envíala a tus contactos en
este momento y en nueve segundos recibirás una bendición”. Lo más probable es que recibas una buena
descarga de virus.
Jesucristo ha venido a
darnos vida y vida en abundancia, no permitamos que ciertas “creencias” sin
fundamento arruinen nuestro camino de salvación y distraigan nuestro espíritu
de su empeño por vivir una vida auténticamente santa y ofrendada al Señor.
1 comentario:
Padre eso de las lentejitas es un mita de mi familia ahora por ud, he aprendido que lentejitas se prepara cualquier dia y eso he escho esta semana ya no hize un lunes por eso y muchas cosas mas quiero darle las gracias a ud, y a la madre Karina por todas las cosas k nos enseñan domingo a domingo, gracias por todo Padre quisiera imitarlos aunque sea un poquito para estar y agradarle a Dios y a nuestra Reyna de la Paz,
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