lunes, 11 de octubre de 2010

Sueña Joel

Estoy volviendo a casa luego de una jornada llena de cosas hechas por amor a Dios: clases, celebración de la Misa, algunas confesiones, redactar algunos documentos, etc. Ahora he puesto todo de mi parte para acomodarme en un diminuto asiento de una desvencijada combi de marca no identificable. Me siento doblado en tres o quizá en cuatro, bueno eso ahora no importa, lo importante es que curiosamente ya me siento cómodo así (Siempre me he preguntado si los japoneses que hicieron estos vehículos alguna vez habrían imaginado que sus combis cargarían tantas personas demás con bultos incluidos…) Bueno, en la combi popular nadie hace comentarios de si va cómodo o no, de si la combi es vieja o no, de si el asiento está cómodo o no, aquí se aceptan las cosas tal y como vienen y punto. Eso ya lo he aprendido también yo. Todos vamos pensativos.
Y me he acurrucado de tal modo que frente a mí va una señora bastante pobre llevando a sus dos críos, uno va sentado en sus faldas y el otro está bien acurrucado a su ladito, casi apretado contra la ventana. Me ha impresionado este último chiquitín, está bien dormido, mientras que su hermanito juega con sus manos y su madre tiene la mirada pensativa. Yo estoy viendo al que va dormido, tiene una expresión muy tierna, está bien dormido, nada lo despierta, ni los baches, ni los frenazos, seguro está muy cansado, habrá jugado bastante, quizá esté mal alimentado, en fin.
Y me pongo a pensar qué soñará ahora aquél pequeño, quizá está soñando con que vive en una casa grande, quizá sueña que su mamá ya no tiene que lavar tanta ropa ajena, o quizá sueña que él ahora tiene tres comidas al día, que por fin tiene los juguetes que había soñado tanto, que por fin su casa tiene piso de cemento, quizá está soñando que ahora su casa tiene puerta, que ahora tiene techo fuerte, que ahora tiene agua. Mientras lo voy mirando y contemplando veo que un sacudón fuerte del vehículo le ha hecho despertar en parte. Digo en parte porque él ha intentado abrir los ojos, pero el sueño, ese gigante, le ha vencido. Así, a medio abrir le ha vencido y él ha vuelto a dormirse.
La combi sigue su ruta, hay bulla y música por todas partes. Ni el asqueroso reggaetón que suena en la radio le ha podido despertar. Él sigue dormido, el gigante del sueño le ha atrapado y en su rostro tierno veo a muchos niños pobres. Me provoca orar, es lo que puedo hacer por ellos, no puedo hacer más por ahora.
Finalmente la señora ve que ya llega el momento de bajar, da un codazo al pequeño y le dice: “Joel, despierta, ya bajamos” Y Joel abre los ojazos y entre incrédulo y asustado y con los ojos rojos reconoce donde está. Su cabecita se mueve al ritmo que los baches imponen a la combi en su camino.
El pequeño baja de la mano de su madre.
Adiós Joel. No dejes de soñar en que las cosas pueden ser mejor.
Adiós Joel. No dejes de soñar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre es interesante lo que escribe porque va más allá de lo que a simple vista estamos acostumbrados ya a ver la mayoría de los mortales , sí Padre recemos para que los que sí podemos hacer algo por mínimo que sea lo hagamos pensando en los sueños de cada niño, de cada ser humano , y no nos quedemos indiferentes .