lunes, 25 de octubre de 2010

La dictadura del "corazón" (II parte)

Quiero ahora proporcionar a los jóvenes y a los educadores honestos, algunas pistas para una recta educación del corazón, espero me las puedan comprender y les sean de utilidad. No les escribiré desde mis títulos profesionales o pedagógicos –que no los tengo- sino desde mi experiencia personal y desde lo que he ido viendo en mi labor pastoral con adolescentes y jóvenes.
Queda claro que el ser humano es un ser-en-construcción, que progresivamente va ganando libertad. La libertad es lo más grande que, como semilla, el ser humano ha recibido de Dios para dirigirse a cumplir su vocación en esta vida: amar y ser amado. Amando en auténtica libertad durante esta vida podrá alcanzar a realizar su vocación última: Entrar en comunión plena con Dios en la eternidad, en la Gloria.
Y la libertad, paradójicamente, no se la conquista al dejar al muchacho o a la chica a expensas de sus gustos, caprichos y primeros impulsos. La libertad es la resultante de haberse conquistado plenamente. Y la conquista personal no es fácil, por ello ser Hombre es ser algo muy respetable (por eso no somos simples animales racionales). Y es que nacemos con un desorden interno que debemos aceptar realistamente y que debemos contrarrestar y acometer con decisión (al margen de si creemos o no en el pecado original, creo que basta un honrado examen personal para darnos cuenta de que es así. La ingenua concepción de que el Hombre es “bueno” por naturaleza ya fue superada hace varios siglos).
Y entonces, si el ser humano necesita conquistarse en libertad, necesitará también por ello una seria disciplina personal, es decir, tendrá que aprender a decirse NO a sus primeros gustos, caprichos e impulsos que le vengan cual reflujos estomacales. Esta primera disciplina creo que nunca debe faltar, sobre todo, en la adolescencia y juventud. Creo entender que es eso a lo que llamaban los griegos “Ascésis” y que se incorporó mucho después en la espiritualidad cristiana.
Por ello, porque la conquista de uno mismo no es fácil, propongo estas pistas:
1. Cada día haz por lo menos tres actos de negación de ti mismo en cosas que pueden ser buenas y atractivas para ti. Niégate en algunos gustos y caprichos. Así fortaleces tu voluntad, te haces más fuerte contra ti mismo. Si te vences en ello, al llegar a la noche felicítate y duerme muy tranquilo, hoy has crecido como ser humano.
2. Cuando veas surgir en ti algún afecto o emoción por alguna persona, de inmediato pon eso bajo el dominio de la razón y de tu conciencia moral. Tú puedes tener el control sobre esa circunstancia. Y si la razón y tu conciencia moral te dicen que no hay problema, pues quédate tranquilo. Pero si no es así: corta ahora y aunque llore el corazón, te habrás librado de una triste esclavitud.
3. Nunca aceptes un afecto que te degrade o te haga sentir menos valioso. Nunca aceptes un afecto que ofenda tus valores personales, espirituales o vaya en contra de tu conciencia moral. El amor construye y edifica, nunca destruye lo mejor que tienes. Aquella persona que tú amas debe respetar tus principios morales y espirituales y nunca obligarte a traicionarlos.
4. No aceptes ningún tipo de impurezas en ninguna relación afectiva. Es decir, el amor jamás debe llevarte a ser considerado (a) como mero objeto de placer para el que dice amarte. Ni tú debes hacer así con nadie. El afecto que considera al otro como “presa” codiciada no es digno ni vale la pena. No seas bocado de una bestia indomable.
5. Nunca regales lo mejor de ti, tu intimidad, a una persona que ni es la definitiva en tu vida ni está comprometida contigo para siempre. Dar el cuerpo equivale a dar la propia vida, es signo de dar el alma, ¿puedes dar el cuerpo y darte a ti mismo (a) en una relación que no tiene garantía de estabilidad ni madurez y que no está bendecida por Dios? La entrega del cuerpo corresponde a un momento sagrado y debe estar amparada por la fidelidad prometida públicamente (Matrimonio). Regalarte es respetarte bien poco y es la mejor manera de no amarte ni amar a nadie. Optar por la castidad antes del matrimonio es optar por el respeto y la madurez, es optar por la verdadera felicidad.
6. Por ello, el verdadero amor siempre espera, nunca va de prisa ni obliga a actuar contra la propia conciencia moral. La mejor defensa para el embarazo no deseado es abstenerse de relaciones genitales antes del matrimonio (es más decente, más barato, más higiénico, y produce una buena autoestima).
En fin, es lo que se me ha ocurrido decirles ahora. Muy a propósito no he querido mencionar ningún punto bíblico o de fe propiamente católica, porque pienso que para hablar de este tema si sólo nos quedamos en “razones razonables” ya salimos ganando bien de lejos. Y pienso además que, sin necesidad de enviar al infierno a nadie, les estoy diciendo a ciertas “mentes abiertas” que lo único que están consiguiendo con toda su ideología es animalizar y bestializar a nuestros adolescentes y jóvenes. Pues, si así lo quieren: no se van al infierno, pero ya los veo en el paraíso de los chanchos: Enlodados de porquería por los cuatro lados.
Pero por favor, si ya están encharcados señores, no enloden a los jóvenes que quieren vivir limpiamente.

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