Dios tiene en Sus manos el devenir de la historia, es el
Señor de la Historia y no desatiende el grito de sus pobres ni se olvida de su
pequeño rebaño. Él ya lo había previsto
aquel día en el que advirtió a Pedro y a los demás discípulos que serían probados
y que el Maligno y el mismo infierno se ensañarían en contra del pequeño
rebaño. Él, Jesucristo, nos ha
garantizado la victoria final. Y fue -y
sigue siendo- Su voluntad la de confiar el pequeño rebaño al cuidado de un
hombre que le es de su completa confianza, él es Pedro.
Y Pedro es hoy Francisco, así como suena. Aceptar y respetar esto es ser católico. Porque no basta acertar con responder quién
es Jesucristo y adherirnos a Él como Mesías verdadero; es necesario también aceptar
y adherirnos a la primera voluntad del Mesías que es la de poner a Pedro como
vicario suyo, administrador y mayordomo de Su Reino.
Satanás, que es un inteligente estratega, el mismo que al
inicio de la historia humana metió la cuña de la desconfianza entre el hombre y
Dios (“No es verdad {lo que te dijo Dios}, Él sabe que si comen de este fruto
serán como dioses” Gen ….) para sumir en el pecado al ser humano, él mismo ha
buscado ahora de poner de un modo más fuerte todavía otra cuña para alejar al
hombre de Dios: “No es verdad {lo que te dice la Iglesia}, ella sabe que si me
sigues serás libre de verdad”. Pero la
estrategia del enemigo no termina allí, pues ha llegado a las esferas
episcopales y cardenalicias para meter la idea en algunos purpurados de que el
Papa {el Vaticano entero} no es legítimo.
Yo podría entender que un descreído, que un fanático de
ciertos canales anticatólicos en Youtube o que un “menteabierta” o newager use
esos argumentos y maneje cierta terminología anti Iglesia, pero me sorprende
observar que ahora eso es parte de la argumentación en ciertos grupos de fieles
y pastores: “El Papa Francisco no es legítimo”, “Es un hereje”, “Falso Papa”,
“Bergoglio y su secta”. Y no puedo sino
preguntarme ¿por qué tanto encono contra la figura del actual Sumo Pontífice?
Las razones para esta actitud “anti Francisco” creo
entreverlas en sus intervenciones, homilías, discursos y encíclicas. El Santo Padre no ha hecho sino seguir el
dictado de su conciencia iluminada por la fe y por el amor a la Verdad. Y a esta altura de nuestra reflexión debemos
recordar que la fe y la Verdad jamás han sido bien recibidas en este mundo, y
menos todavía en el mundo que nos ha tocado vivir actualmente.
Francisco es tan libre que no le ha importado en lo más
mínimo satisfacer o quedar bien con la vieja tribuna de esos cuatro o cinco que
se sienten los dueños de la Iglesia.
Todo aquel que alguna vez en su vida ha sido párroco sabe muy bien a qué
me refiero, pues de esas tribunas las hay casi en toda parroquia y veo que a
nivel internacional también existe alguna así integrada ya no por los cuatro
ancianos o ancianas sino por cuatro o cinco cardenales o arzobispos, esos que desde
su observatorio pueden cuestionar tranquilamente la infalibilidad pontificia
pero que a la vez dan por supuesta su propia infalibilidad en todo tipo de
temas, hasta en su tradicional opinión acerca de las medias rojas del Sumo
Pontífice. Definitivamente Francisco no
ha querido ni mirarlos y esa actitud tan “franciscana” les ha dolido, tanto
como duele e inutiliza un puntapié en la boca del estómago.
Francisco, al igual que su homónimo iniciador de los
frailes menores, nos está guiando a una comprensión más evangélica del
Evangelio. Y este empeño suyo deja en
evidencia a varios sectores de fieles y clérigos que de vida evangélica tienen
poco o nada. Porque está visto que uno
puede pretender ser católico sin conocer ni poner en práctica el
Evangelio. Allí están los actuales
adoradores de las tradiciones y de las “sagradas costumbres”, los que por lo
general se consideran guardianes de la fe y que no vacilan en identificarse
como caballeros y guerreros medievales –con o sin cota de malla y botas-
ungidos por quien sabe qué espíritu de supuesta fidelidad a lo que ellos llaman
“fe” o “religión”. Y definitivamente, Francisco
no calza en el oropel ni en los márgenes barrocos que ellos han impuesto y que
suelen usar para medir y pesar a los servidores de Dios. Él no les ha hecho mayor caso y eso les duele
mucho. Entonces, ¿así no resulta fácil
decir “Benedicto XVI sí, Francisco no?”
Y de allí a decir o crear la tendencia del “sedevacantismo” ya estamos a
menos de un paso. Cuando en lugar de la
fe lo que se defiende es una ideología o un esquema mental de clase se está a un
paso del absolutismo más trágico. Ya puede
Francisco tener varios detractores, incluso opositores acérrimos “en el nombre
de la fe”.
Pero Francisco, asistido por el Espíritu de la Verdad, ha
ido un poco más allá todavía. Ha
decidido limpiar la casa de Dios. He
admirado mucho su valentía al no mostrar ningún reparo para tratar abiertamente
el tema de los malos comportamientos y abusos por parte de varios sacerdotes y
religiosos. Y estoy absolutamente seguro
de que esa actitud ha sido la mejor, aunque haya abierto la puerta a una crisis
que toca a toda la Iglesia. Una crisis
que, bien mirada, puede traer a todo el cuerpo eclesial una nueva vida y un
nuevo fervor. Porque así como todo el
cuerpo de una persona se ve comprometido de algún modo cuando se le detectan
uno o varios tumores, así también es toda la Iglesia la que es y será sacudida
en el proceso de extirpar de su estructura elementos que con su pecado, doble
vida e inmoralidad la han perjudicado y la han comprometido. Y frente a una situación así siempre está la
tentación de no tocar el problema o de preferir mirar para otro lado. Francisco ha hecho bien, porque ha tenido el
valor y el coraje de ver, aceptar y mostrar la herida para que sea curada. Y,
definitivamente, esta actitud ha resultado antipática para varios que están
metidos en el problema y para los que en su momento no tuvieron el valor de
enfrentarlo y poner las medidas de curación.
¿Habrá fuga de fieles y clérigos por esta razón? Quizá fieles y clérigos tibios se irán, quizá
nuestra presencia en número disminuirá, quizá perderemos cierto prestigio y
ciertas seguridades y apoyos, quizá todo eso junto esté por venir, pues estamos
sólo al comienzo de una gran purificación.
Pero creo y estoy convencido de que todo esto es necesario que suceda
para que el pueblo de Dios sea más acorde con la voluntad de Jesucristo.
Gracias a Francisco, una Iglesia más pobre y humilde está
por venir. Gracias a Francisco, estamos
entrando por el camino de la gran prueba.
Y no te quedarás solo, Francisco. Porque aunque no tengamos mayor repercusión en
los medios, los que formamos parte del pequeño rebaño estaremos rezando por ti
y nos declaramos en comunión contigo, pues estar en comunión contigo es estar
en comunión con Jesucristo.
Hoy damos gracias a Dios por el magisterio de Pedro, que
en estos tiempos se llama Francisco.
Fr. Israel del Niño Jesús, R.P.S.
1 comentario:
Qué alegría leer su reflexión! El otro día viendo la película de Zefirelli no podía evitar ver cierto paralelismo con lo que le está sucediendo al Papa Francisco. Recemos por los que por falta de comprensión adoptan actitudes fariseicas, para que abran su corazón a la Verdad que este Papa nos brinda. Bendiciones!
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