sábado, 10 de enero de 2009

Cuando se escucha a los "rebeldes"

Quien lee atentamente este blog podría concluir pensando quizá que el suscrito es una persona muy de "derechas", para aludir de algún modo a esa mentalidad aparentemente "cerrada" y monolítica, totalmente reticente a cualquier cambio, cuestionamiento o novedad del tipo que fuera.
Sin embargo debo decir que si de algo me alegro es de tener suficiente objetividad para saber escuchar a los que afirman pensar y vivir de modo "distinto".
Entre los que piensan "distinto" creo que podríamos distinguir dos grandes grupos de personas: El primero, el grupo conformado por los que por alguna razón se oponen a todo sistema establecido, a toda verdad absoluta, a toda norma oficial, a toda clasificación injusta y que están siempre o casi siempre dispuestos a "atacar", a contestar, a recibir cualquier idea ajena para de inmediato contestarla y oponerse ardorosamente.
El segundo grupo es el de los rebeldes más sosegados y analíticos, generalmente. Son aventureros en el espíritu, muy lúcidos y también críticos, lo suficientemente honrados para aceptar las verdades del otro o de los que piensan distinto de ellos. Son buscadores y son libres.
Tengo la suerte de contar entre mis amigos y conocidos a muchos de estos "rebeldes", de uno y otro grupo. Porque por debajo o detrás de mi apariencia imperturbablemente ortodoxa y de mis ideas exactamente seguras y doctrinalmente rectas, guardo -gracias a Dios- una bien disimulada atracción por lo nuevo. No por nada ya en mis años de seminarista uno de mis superiores me llamó: "Hambriento de novedades". Y se suponía que yo tenía que sentirme mal por ese reproche pero fue para mí un descubrimiento o mejor, una confirmación de mi propio camino.
El Señor me ha concedido la gracia de escuchar a muchos "rebeldes" y "distintos". Varios de ellos pensaban que, enfundado en el traje serio y hierático que suelo llevar, yo no sería capaz de escucharlos y menos de aguantarlos más de dos minutos.
Siempre me ha gustado la rebeldía (disculpen si escandalizo a alguien...), pero la rebeldía auténtica, la que viene de los que buscan con honestidad, no la que es producto de unas ideas fijas que son más monolíticas que las ideas que piensan atacar. Me gusta la rebeldía de quien pretende ser él mismo, la rebeldía de quien se pregunta por la verdad pero del todo ajeno a ideologías o preconceptos. La verdadera rebeldía es honrada y no es una pose vanidosa que responde al capricho pueril o adolescencial de quien la blande.
Me emociona la rebeldía de aquel que no hace de su actitud rebelde su propio ídolo, la rebeldía de aquel que si en medio de su lucha encuentra que estaba equivocado, tiene luego suficiente valor para admitirlo y no se engaña ni engaña a nadie. Pero sobre todo, la rebeldía de aquel que no usa su máscara rebelde o su pose contestataria para meter por lo bajo sus propios caprichos irracionales como "noble causa".
No creo en absoluto que ser rebelde sea algo "malo" o incorrecto, creo más bien que esa es precisamente una actitud que deberíamos cultivar y perfeccionar en medio de una sociedad acostumbrada a aplatanar y enanizar los espíritus que ven más lejos y más arriba. Porque me parece que uno de los mayores pecados que cometemos hoy por hoy es renunciar a ser nosotros mismos para integrarnos al pensar común: come, bebe, baila, goza, traga lo que te pongan pero no te preguntes jamás ni el porqué ni el para qué. (¿Acaso no será esa la mentira más grande que nos trae la "globalización"? ¿No será que por debajo de la impostación de la "aldea global" en el fondo quieren que renunciemos a pensar individualmente y a cuestionarnos legítimamente sobre la realidad en que vivimos?)
Creo, y es con seguridad que lo escribo, que la mayor ofensa que se hace al ser humano es cortarle la posibilidad de ser diferente bajo el pretexto de que "las cosas son así" y "todo el mundo lo hace". Estoy completamente sguro de que el mundo actual debajo de su pretendida máscara de pluralismo y diversidad en el fondo guarda la realidad de un espírtu totalmente autoritario y dictador que infunde en las mentes de cada cual la malagana o la desafección por romper de verdad los esquemas que nos imponen día a día. Hablo de la dictadura actual del consumismo, del hedonismo, de la moda, de la vida cómoda, del aburguesamiento progresivo de nuestra gente, de la vida light sin espíritus profundos pero sí llena de superficialidades y apariencias.
Y creo, así, con toda el alma, que el Evangelio de Jesucristo es una auténtica plataforma de lanzamiento hacia los infinitos espacios de la rebeldía divina. Porque si de eso se trata, Jesucristo ha sido el primero que rompió los esquemas de su tiempo y su misma persona es ya un reclamo a ver más allá y más lejos. Porque en ese niñito de Belén en brazos de su madre se esconde el Dios único y verdadero que por ser quien es, es Aquel que sabe escuchar a los "rebeldes", siendo él mismo el primero y el más grande Rebelde.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece Padre que muchas veces los cambios son necesarios, aunque duela romper con las tradiciones o las costumbres pero también hay que ser muy valientes para aceptar esos cambios, además es verdad que hacemos cosas por el simple hecho de que otros lo hacen incluso yendo contra nuestra propia conciencia para no quedar mal con los demás o por el que diran. mi admiración para aquellas personas rebeldes con "causa" por su valentia para defender lo que creen, ojala todos pudiesemos hacer eso. Gracias nuevamente Padre.