martes, 1 de abril de 2008

Fieles a la propia alma

Los seres humanos somos una construcción constante, una obra nunca acabada. Dios que es infinito en sabiduría nos ha hecho así y es bueno.
Y porque somos una obra siempre en vías de realizarse y de acabarse, necesitamos fidelidad. La fidelidad es hoy por hoy un valor por lo menos bastante olvidado. Creo que la primera y más radical fidelidad es la que uno debe tener para con su propia alma: ser fiel a la propia alma.
Aún cuando los humanos somos bien poca cosa frente a la majestad de la eternidad y de la creación misma, tenemos todos una vocación a trascender, a superar nuestras propias limitaciones y a aspirar a cosas muy altas y bellas. En el fondo del corazón humano late siempre esa ansia de lo eterno, de lo infinito, de lo que no acaba, de lo que no se puede comprar baratamente, de algo frente a lo cual no son dignos los regateos. Cuesta mucho ser lo que Dios nos tiene reservado ser. Tenemos una costosa vocación por realizar, una plenitud que no se llena con cualquier cosa... Esa tensión entre lo pequeño que podemos alcanzar cada día y las grandezas para las cuales nos sentimos llamados, nos pide fidelidad. Porque frente a una vocación tan alta y laboriosa (¿acaso no lo es el querer ser feliz?), tenemos una constante tentación: rebajar la mirada, engañarnos, disculparnos, pensando que eso no es para nosotros, que después de todo necesitamos de mucho menos para ser felices de verdad, que somos realistas, que después de todo somos "humildes", que nadie nos ha llamado a cosas tan altas...
Necesitamos ser fieles a nuestra propia alma para no negarla, para no rebajarla, para no conformarnos con una existencia mediocre. Mediocre es aquél que ha renunciado a construirse desde adentro, aquel que ya no quiere más porque no quiere comprometer su comodidad o porque no quiere renunciar a sus propios intereses o porque simplemente tiene miedo al riesgo.
Cuesta ser fiel a la propia alma. Porque hay muchos que están muy dispuestos a vender su propia dignidad por un poquito de bienes materiales, por un poquito de placer o de comodidad, por evitarse un mal rato con otros.
Ser fiel es tener fortaleza para no venderser, para no alquilarse o para no dejar que nos amordace nuestra propia comodidad o nuestro propio capricho. Ser fiel a la propia alma significa apostarlo todo por ser de una sola pieza, como solemos decir. Ser fiel a la propia alma es no transar por un poco de beneficios pasajeros.
Jesucristo ha sido siempre fiel a su propia alma, a su propia vocación y misión; la amó, se apasionó por ella, vivió y murió por su propia misión, fue fiel a sí mismo. Que Él nos enseñe a ser fieles a nosotros mismos ahora y siempre y para su gloria.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha parecido muy interesante, considerar la fidelidad en sus dos aspectos. La Fidelidad a Dios no puede darse de verdad,ni esperarla de un alma, que no es fiel a si misma.
En la vida espiritual quizá se haya fallado en ello, y nos hemos "exigido", hemos puesto como meta, la fidelidad a un Jesús , que solo pedía cumplir normas ó propósitos, inluso votos.
Yo entiendo que la fidelidad es sobre todo entrega.

Fr. Israel del Niño Jesús, RPS dijo...

Gracias "Anónimo".
Así es, la fidelidad tiene el signo de la cruz: el madero vertical es la fidelidad a Dios y el horizontal es fidelidad a la propia alma, que es fidelidad a los demás. Para los que somos consagrados, la fidelidad no es sólo a los votos, sino antes, fidelidad a una vocación, es decir, a una llamada a la propia realización desde dentro, desde la voluntad de Dios. También hay quienes son fieles a sus rezos y oraciones pero no lo son en absoluto fieles a su propia alma, surgen así los espíritus encogidos, las mentes estrechas y los feos ejemplares de creyentes, tan distintos al hermoso Jesucristo, fiel a Dios Su Padre y fiel a él mismo.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

En este mundo que condiciona tanto el comportamiento humano, por dar ejemplos, el consumismo, el hedonismo,¿es posible que el alma pueda confundirse a tal punto, que ser fiel a sì mismo pueda ser sinònimo de ser el fiel representante de esta sociedad? Como veo que munchas personas viven tan tranquilas, duermen bien al final de un dìa improductivo, no les hiere la injusticia salvo que les afecte directamente, hasta se consideran buenas personas.O ¿es que el alma està aprisionada y lucha por manifestarse en su esencia acorde a la voluntad de Dios?

Fr. Israel del Niño Jesús, RPS dijo...

Yo pienso que para ser fiel a uno mismo, para ser fiel a la propia alma es necesario despertar primero. Es decir, hay que despertar el alma dormida, como dijo alguien, despertar de una rutina de muerte, de unas ideas que se repiten y que no se analizan, de una existencia mediocre y consumista, de un modo de vivir "minimalista" y comodón. Es verdad, hay muchos que ya se creen muy buenos señores sólo porque no son talibanes, pero es precisamente estar dormidos.
Es necesario despertar y comenzar a amar la intranquilidad propia de quienes se atreven a gastar la vida, de quienes se atreven a no traicionar su alma, aunque vayan medio desangrados por el camino.
Gracias, amigo.