domingo, 11 de noviembre de 2007

Cuando Dios se hace fiel compañero...

Jesús amigo, amigo bueno
vengo a decirte por qué te quiero
porque eres libre y buen compañero
porque eres Dios, y no te andas lejos.

Jesús amigo, Jesús hermano
ven a mi casa y tráeme tus clavos
quiero llevarlos siempre en mis manos
y así, arrancar los de mis hermanos.

Jesús amigo, Jesús pequeño
gran pensador de todos los tiempos;
palabra viva, salud de enfermos
calor para quien vive en el suelo.

Jesús amigo, Jesús obrero
el de María y un carpintero
que eres el rey de pobres y tiernos
porque contigo nadie anda huérfano.

Jesús amigo, ¡cuenta conmigo!
aunque mis años no sean muy dignos;
mira mi adentro, sincero y vivo
y en tu palabra quedaré limpio.

Jesús amigo, buen compañero
vengo a decirte por qué te quiero,
porque tu vida llena mis sueños
porque tu amor, me hace un hombre nuevo.
(Migueli, P'adentro, 1999)

¿Cómo se hace para tener a Dios tan adentro?
¿Cómo se hace para tener a Dios como amigo?
¿Es posible tener a Jesús como fiel compañero?
¿Es posible que Jesucristo pueda convertirse en la pasión dominante de la vida?
¿Es posible tener tanta confianza en Él?
¿Es posible tener una fe tan viva?
¿Es posible contagiarla suavemente?
¿Puede Jesucristo convertirse en la ilusión constante de la vida, en el compañero de camino?
Las respuestas son de cada quien, yo tengo las mías y las comparto.
Me emociona escuchar la canción de Migueli (cantautor católico) cuyas letras dan inicio a este artículo, son cosas que salen del alma.
Desde hace unos años debo decir que no me llenan algunas canciones muy piadosas pero poco veraces y poco hondas, prefiero las canciones tipo Migueli. La que aludimos hoy se titula "Jesús amigo" y es bien franca y es simple, es de corazón abierto, me encanta, como tantas del buen Migueli.
"Vengo a decirte a decirte por qué te quiero, porque eres libre y buen compañero..."
Te has ubicado, Jefe, en el hondón del alma y te has conviertido en mi vida, y te has ganado mi afecto entero y te quiero como se quiere al único amigo, como se quiere al hijo único, como se ama la única esperanza. Eres libre por excelencia, eres libre porque eres veraz, hablas francamente y nunca desentonas con tu propia conciencia, eres libre y por eso eres fuerte, eres feliz, no tienes nada que ocultar ni que defender, juegas a perdedor también y eres valiente, eres buen compañero, eres fiel, no traicionas jamás.
"Jesús amigo, Jesús hermano, ven a mi casa tráeme tus clavos..."
Tráeme tus clavos, yo los tendré para que no te hagan daño, yo lavaré tus heridas y trataré de consolarte. Me enternece el alma saberte tan sufriente, tan cercano (no te andas lejos). Y yo te mostraré los míos, yo te enseñaré mis clavos... me consuela ya bastante saber que no estoy sólo en mi dolor y que tú fuiste el primero en sufrirlo. Y besaré tus llagas y limpiaré tus clavos, Jesús amigo si vienes hoy a mi casa. Y arrancaré los clavos de mis hermanos, no permitiré que sufran si puedo evitarlo... no los haré sufrir.
"Jesús pequeño... calor para quien vive en el suelo"
Perdona por haber deformado las cosas, porque creí que tú sólo admitías a los buenos a tu mesa, a tu casa. Tú eres pequeño y te gusta estar con los enfermos de alma y de cuerpo, con los pequeños, con esos que no cuentan en nuestras asambleas, con los que viven en el suelo, con los que comen de las migajas que caen de la mesa de los amos. Tú eres calor y vida para todos ellos. Te sientas con ellos, a su lado, te ensucias los vestidos con ellos, Jesús pequeño.
"Rey de pobres y tiernos... porque contigo nadie anda huérfano"
Me río para mis adentros (y también para afuera) cuando me imagino tu séquito, tú te gozas haciéndomelo imaginar: no es un séquito, casi parece un corso, un contraséquito, una contracorte, todo lo más lejano al boato y oropel; estás sonriente en medio de pobres, lisiados, niños, gente sucia, gente que no cuenta, Rey de pobres y tiernos. Y todos saben que contigo nadie anda huérfano, nadie se siente no amado.
"Jesús amigo, buen compañero, vengo a decirte por qué te quiero... porque tu vida llena mis sueños"
Sé que tú eres el cúmulo de todo lo bello, lo bueno, lo amable, lo laudable, de todo lo que es virtud y mérito, por eso tu vida llena mis sueños y, recordando esa canción del Tri, digo que si tú eres como un sueño, yo tan sólo soy un pobre soñador.
No te andes tan lejos, no dejes de llamarme, Amigo.

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