miércoles, 5 de junio de 2013

Pastores a la medida



Hace varios años escuché, en una clase de teología, la frase “religiones a la medida”.  Este tipo de “religiones” son más que nada inventos a la medida del capricho, remedos de espiritualidad, corresponden a nuestras ansias de gozar de una religión que nos dé lo que más nos gusta, lo que satisface nuestros gustos y nada más.  Y es que los humanos no pocas veces nos inventamos también religiones a la medida de nuestros caprichos o a la medida de nuestros intereses, que en estos casos son muy poco espirituales.

Por este tiempo he venido meditando seriamente en lo que Nuestra Madre del Cielo, María Santísima, nos viene insistiendo a menudo en sus mensajes desde Medjugorje.  Son ya varias las veces en que ha insistido sobre la necesidad de orar por los pastores de La Iglesia (El Papa, los obispos, sacerdotes y religiosos).  Ha pedido también de amarlos y no juzgarlos.

Y precisamente aquí se ubica esta reflexión: en el hecho de que si a veces nos inventamos religiones a la medida de nuestros gustos o preferencias, podemos también caer en el error de buscar pastores a la medida de nuestros caprichos o a la medida de nuestras ideas o preferencias.  Y en verdad, detrás de toda religión o espiritualidad a la medida está un pastor a la medida de nuestros intereses.

Y si nos dejamos llevar fácilmente por nuestros caprichos o si vamos buscando algún interés humano o alguna ventaja o si vamos buscando algo o alguien para justificar nuestros errores o pecados, pues también podemos buscar y encontrar pastores a la medida de nuestras volubilidades.  Y entonces si tal pastor me dice algo que no me gusta entonces buscaré otro que sí me diga lo que quiero escuchar, si tal sermón me resulta incómodo, aunque sea verdadero, buscaré un sermón más “light”, si tal adhesión me resulta muy comprometedora, buscaré otra menos comprometedora, etc.

Me impresiona bastante el constatar que no poca gente con cierta vida espiritual va buscando pastores a la medida: a la medida de sus propias visiones personales, de sus propios egoísmos y cerrazones.  Tampoco Jesucristo llegó a colmar las expectativas de los fariseos y herodianos, por citar sólo dos grupos religiosos de su tiempo.  Jesucristo no era un pastor a la medida de ellos.

Y bien fácilmente nos sale criticar por lo bajo, lanzar alguna acusación, deslizar algún cuestionamiento a nuestros pastores, tacharlos por sus opiniones, poner o someter a debate sus declaraciones, poner en discusión sus enseñanzas.  Buscamos muchas razones: desde el hecho de que no nos guste su sonrisa hasta el hecho de que habla muy fuerte o no es tan democrático como otros y un largo etcétera.

Y sin embargo ahí esta María Santísima, la Reina de la Paz, para decirnos que amemos a nuestros pastores, que oremos por ellos, que no los juzguemos…

Tanto nos cuesta entender que Dios tiene voluntades muy concretas, aunque nos resulten duras de cumplir.  Tanto nos cuesta entender la obediencia.  Tanto nos cuesta la humildad.

Dios nos conceda la gracia de no seguir nuestros caprichos, de no seguirnos a nosotros mismos sino a Jesucristo por medio de la obediencia a nuestros pastores de Iglesia.

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