domingo, 8 de noviembre de 2009

A mi Cristo de Cruz Blanca

Jesús amigo,
Me atrevo a esbozar estas lineas que no sé si alcancen a ser un poema o por lo menos una prosa digna. En todo caso, si fuera algo literariamente bueno y considerable, alcanzaría a ser poco para lo que en verdad quisiera decir.
Aunque han pasado ya 22 años del fogonazo, aún tengo el gusto, el sabor en los labios del alma, de aquellos tres días de los cuales me queda más que el recuerdo. El sabor de tu presencia no se me ha quitado aún a pesar de haber probado tantos sabores distintos y fuertes.
Tenía apenas 16 y mi alma ya estaba medio dormida.
Tú brillaste y tu luz me alumbró, gritaste y quebraste mi sordera, me hablaste y desde entonces soy un mendigo de tu voz. Desde aquél entonces he caminado medio herido por la saeta de tu amistad.
La herida no se me ha curado y -hablando bien en serio- no tengo el menor interés de curarla. No me interesa más que ir por la vida medio herido con la llaga de tu amor, de tu luz, de tu paz.
Y voy herido también porque sé que aún cuando lo intento, son muy pocos, a veces hasta me parece que ninguno, los que me han entendido al tratar de explicarles el gusto que llevo en el hondón del alma.
Y voy herido porque creo que no soy capaz de transmitir un poco de aquella luz y de aquella paz que gusté y de la cual me queda más que el recuerdo. Tú lo has querido así, tienes tus motivos, no soy quien para exigirte nada.
Ahora entiendo mejor a Juan, el medio fraile, que decía que tu amor mata suavemente. Creo que es verdad... y qué hermoso que así sea.
No soy místico, ya me gustaría serlo, pero creo que tú te puedes manifestar a quien quieres, y -en particular- a quien busca en todo la Verdad y no se busca a sí mismo. Tantas veces he tratado de transmitir algo de ese gusto, algo de esa luz y no he podido hacerlo bien... las más de las veces luego de predicar he sentido una amarga desazón al no poder lograrlo.
Y te pido perdón por las veces que no contagié alegría suficiente; cuando casi olvidé tu luz, cuando casi me dejé adormecer por los cantos de sirena que de cuando en cuando escuché.
Gracias por ser el Dios del Encuentro, el Dios de lo imprevisible, el Dios de la paradoja y de la sorpresa, el Dios de lo imposible.
Sabes bien que no te sigo porque me gusten los dogmas ni porque sólo me lo dice La Iglesia, sabes bien que te sigo porque sé que tú vales la pena, porque sé que tú eres mi finalidad última.
No eres un mito y peor aún, nunca has sido mi pretexto neurótico para no "vivir bien la vida".
Te encontré cuando mi corazón buscaba la Verdad, cuando mi alma ansiaba Libertad.
Y en estos 22 años de camino, sé que nunca me has defraudado, que no tengo nada que reprocharte, que nunca has fallado a tu palabra, que siempre has sido leal y fiel a tu alianza conmigo.
Mi Cristo de Cruz Blanca: Gracias por ser El Imprevisible, por ser el Dios que rompe barreras y que no tiene reparo en sentarse a la mesa con los pecadores.
Mi Cristo de Cruz Blanca: Gracias por los que me hablaron de tí, por los traperos, por los búhos de distinto plumaje, por los evangelizadores anónimos, por los apóstoles sin títulos.
Mi Cristo de Cruz Blanca: Hazme recordar, quedo al oído, que quizá mañana o algún día cercano, a la vuelta de la esquina, habrá que volver a coger la mochila y volver a caminar al solitario amparo de tu amistad y de tu herida.
Gracias: Mi Cristo de Cruz Blanca.

Cruz Blanca, Ancón, 8 de noviembre de 1987.

San Nicolás de Tolentino, Cajabamba, 8 de noviembre del 2009.

Alabado sea Jesucristo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Padre, que hermoso y dulce debe ser para Ud. recordar ese llamado amoroso de nuestro Señor Jesucristo para servirle y seguirle.quería decirle con toda seguridad que su vida es luz y ejemplo para muchas personas una de ellas "yo", no creo merecer todo lo que el Señor me ha dado una de las cosas que mas le agradesco es los amigos que ha puesto en mi camino, que con sus enseñanzas y ejemplos han cambiado mucho mi vida uno de ellos Ud. gracias por todo Padre siga adelante llenando de alegría y de felicidad muchos corazones, gracias de todo corazón.
LG.

Anónimo dijo...

Padre Israel, gracias por compartir con todos, la hermosa experiencia de su encuentro con Cristo.
Que Dios sea siempre su felicidad y su plenitud.

Fabiola Cuba dijo...

Gracias Padre Israel, por su entrega, por sus heridas aún abiertas.
al igual que usted yo un día tuve la gracia de encontrarme con Jesús y decirle he aqui tu esclava, y doy gracias por tomarmelo muy en serio el Señor.
Usted lo encontro jovencito, yo ya con años a cuestas, con familia y todo. si lo hubiera encontrado joven como usted, sería de pronto una misionera o religiosa.
Gracias por su sacerdocio.
Fabiola