viernes, 11 de julio de 2008

Pequeño rebaño

El ministerio que Dios me ha encomendado me ha llevado muchas veces a predicar ante asambleas muy numerosas. Recuerdo con mucha alegría aquellas dos oportunidades en las que tuve un auditorio muy atento de nueve mil personas. Otras veces he predicado ante asambleas muy pequeñas. Recuerdo aquellas dos o tres veces en las que prediqué ejercicios espirituales para 4 personas. Me hizo mucho bien enfrentarme a esos dos tipos de auditorios, aprední bastante.
Hace un tiempo leía un libro muy simpático de un pastor protestante argentino; al final de la publicación se reproducían varias fotos de su ministerio con cifras impresionantes: 100 mil personas en un estadio, 70 mil en el otro, una plaza nacional llena, etc, etc. Varias veces también he observado de lejos todo el movimiento de gente que se sucede en mi país ante la presentación de algún cantante evangélico muy conocido. Demás está decir que los cristianos no-católicos manejan bastante bien el tema del márketing y la publicidad, todas sus "campañas" de evangelización tienen el olor de multitud o por lo menos, el olor de masas que impresionan a cualquier católico incauto.
Paralelamente, hace algunos años descubrí una canción muy buena de Migueli, cantante católico español, que se titula: "Con sólo dos o tres". En esa canción el buen Migueli alude a muchas de nuestras reuniones de fe en las que habemos tan pocos que nos sobran los dedos para contar. Cierto, ante esta situación hay personas que inmediatamente ponen el dedo en la llaga: "Los católicos nos estamos quedando cada vez menos" y se blanden muchas razones o explicaciones para esta situación. Yo creo que sí, que muchas veces tenemos culpa los propios católicos y quizá más, los sacerdotes y religiosos. No tengo empacho en aceptar esta situación y las responsabilidades que nos tocan. En varios lugares los católicos pasamos por minoría no sólo numérica sino también minoría en iniciativas y en entusiasmo por la fe.
Sin embargo, muchas (subrayado ese "muchas") veces he concluído que los verdaderos creyentes siempre han sido minoría, siempre han sido un pequeño resto. El mismo Jesús aludió a esta situación cuando daba ánimos y exhortaba a no temer a su "pequeño rebaño".
Y pienso que es así, que en verdad los amigos verdaderos de Jesús siempre serán ese pequeño rebaño.
Pero no se me vaya a malinterpretar: Varias veces he soñado con mucha gente siguiendo a Jesucristo, con muchos jóvenes acercándose a recibirle en la Comunión de la Eucaristía, otras veces he soñado despierto con una gran multitud de gente rezando y cantando a Jesucristo, he soñado con comunidades grandes y fervorosas en la fe, he soñado con muchas vocaciones para la vida consagrada, para el sacerdocio, en fin, he soñado bastante, no lo niego. Pero cuando me he puesto a pensar seriamente en la situación de nuestras comunidades de fe, en la situación de nuestras asociaciones de creyentes (creo conocer bastante), he concluido con la cabeza fría que en verdad los verdaderos discípulos y misioneros siempre han sido pocos, siempre han constituído el resto del pueblo, el "Pequeño rebaño".
Aún en comunidades pequeñas en número no todos logran vivir al mismo nivel la entrega a Dios, siempre hay quienes se quedan un poco solos en la generosidad, siempre hay quienes sufren incomprensión y deben luchar a contracorriente... en medio de sus hermanos creyentes.
Yo creo que no de otro modo se tendría que interpretar lo que dijo Jesucristo en el discurso del monte: "Sean sal y luz del mundo". Es evidente que para poner un poco de sabor a un plato de comida sólo se debe echar un poco de sal, a nadie se le ocurrirá poner 100 gramos de sal para cien gramos de arroz, basta muy poco de sal. Lo mismo con la luz: es inútil llenar el techo de focos de luz o bombillas para alumbrar una habitación, basta con uno o dos a lo sumo.
Se entiende que la sal y la luz siempre son minoría, pero minoría suficiente para alumbrar y dar sabor a nuestra vida.
No quiero quitar el entusiasmo misionero a nadie, no quiero decir que no hay que expandir el Evangelio, todo lo contrario, tenemos que invertir todas nuestras fuerzas en hacer posible que todo el mundo crea en Jesucristo y le ame, pero sabiendo también que lo nuestro siempre es caminar a contracorriente y que con un puñado de gente Jesucristo puede hacer maravillas en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia.
No tengamos miedo si varias veces por creer en Jesucristo, por seguirle, por ser fieles a su Evangelio, por ser fieles a su llamado, nos quedamos un poco en soledad o nos parece que somos minoría: siempre fue así. No nos dejemos deslumbrar por masas que parecen imbatibles y muy creyentes pero que al final caen y desaparecen como la espuma.
No tengamos miedo de ser minoría.
Si Jesucristo está con nosotros -por la gracia-, somos mayoría aplastante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenas Tardes: querido Padre dejeme escribirle en silencio desde un rincon casi cerca de donde usted esta para decifrarle mi mas sincero cariño y en nombre de ese amor que usted un dia planto en tierras lejanas a estas aun se mantiene vivo ..es cierto que mantengamos ese contacto dia a dia con Dios me alegra ver que a modernizado su pagina me gusta ...y nuevamente gracias infinitas gracias `por hacer que desnude mi alma del pecado frente a mi creador ..y al cual le pido mil perdon por todo por cosas que hize y no hize ..gracias por traerme a mi realidad.....MIKITTA

DIOS ME LO BENDIGA SIEMPRE...