Les invito a hacer esta oración, parafraseando la que Jesús El Señor nos enseñó hace mucho tiempo:
Padre nuestro que estás
donde la alegría no tiene fin,
gozosa nos sea tu memoria,
venga a nosotros tu alegría infinita,
hágase tu voluntad
en el éxito y en el fracaso.
Danos hoy
nuestra alegría de cada día
(Y dánosla también para mañana),
perdónanos nuestra poca sonrisa,
como también nosotros perdonamos
a los que nos asustan y espantan (a veces lo hacen en tu nombre).
No nos dejes caer en la tentación
de amargarnos la vida (tenemos un montón de pretendidos motivos)
por insignificancias
y líbranos
de la tristeza, si no es tuya.
Amén, aleluya.
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