martes, 9 de octubre de 2007

«Danos hoy la alegría de cada día»

No sé si los que leen este blog se han atrevido a hacer una oración para pedir alegría. Me parece que la alegría es un don grande que se puede recibir y regalar sin mayor trabajo y puede y debe ser algo muy digno de pedirse. Yo sé que todos tenemos un montón de necesidades personales, de distinto tipo, pero sé también que si tuviésemos alegría las cosas serían un poco mejores. Y es que la alegría no es el resultado de no tener problemas o de que todos los sueños se cumplan fácilmente; la alegría es una disposición del alma que se puede contagiar y que no proviene sólo ni en primer lugar de haber comido y bebido bien, no es la alegría del animal sano, sino una decisión y correspondencia a un don que viene de lo alto.
Les invito a hacer esta oración, parafraseando la que Jesús El Señor nos enseñó hace mucho tiempo:

Padre nuestro que estás
donde la alegría no tiene fin,
gozosa nos sea tu memoria,
venga a nosotros tu alegría infinita,
hágase tu voluntad
en el éxito y en el fracaso.
Danos hoy
nuestra alegría de cada día
(Y dánosla también para mañana),
perdónanos nuestra poca sonrisa,
como también nosotros perdonamos
a los que nos asustan y espantan (a veces lo hacen en tu nombre).
No nos dejes caer en la tentación
de amargarnos la vida (tenemos un montón de pretendidos motivos)
por insignificancias
y líbranos
de la tristeza, si no es tuya.
Amén, aleluya.

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