miércoles, 3 de julio de 2013

Urgente: ¡Se busca una pasión!

Hace buen tiempo que voy comprobando -pastoralmente hablando- cómo es que el mundo en que vivimos va fabricando poco a poco personas que o no tienen una pasión o es que la esconden bien al fondo del alma, tan bien escondida que ya ni la usan.

Yo soy un convencido de que toda persona que quiera hacer de su vida algo que realmente valga la pena debe tener en el corazón una pasión bien encendida y que quien pretenda amar a alguien deberá comprobar si ese alguien es capaz de despertar en su interior tal pasión que le alcance para sostener su fidelidad toda la vida. Porque, en mi concepto, una pasión no es negativa sino que puede ser usada para alcanzar una gran santidad.  Yo no soy psicólogo sino sólo un simple sacerdote y pastor sin mayores títulos ni privilegios, pero me doy cuenta de que una pasión es una fabulosa combinación de amor, convicción, voluntad férrea, ilusión y entusiasmo encausados para algo realmente bueno, noble, justo y elevado.

Sólo una pasión que se desborda en el corazón puede impulsar a una persona a tomar decisiones radicales, evangélicamente correctas, evangélicamente acertadas.  Una pasión así entendida no es un fuego artificial de diez o quince minutos, es un fuego constante, más que la ebullición de unas hormonas repentinamente alborotadas.

Y observo cómo se va inoculando en el alma de los muchachos tanta anti-pasión.  Me resisto a creer que el mundo de hoy sólo puede formar gente sin pasiones, gente quizá un poco amorfa psicológicamente.  No puedo creer que nuestros jóvenes sólo tengan resistencia para entusiasmos de media hora, para alegrías de una sola noche, que sólo sean capaces de ilusiones de una semana. 

Sí, se buscan personas con una pasión.  Y si esa pasión es fuerte y tiene el signo de Jesucristo, pues muchísimo mejor todavía.  Yo ando buscando personas que tengan una pasión en el alma, pero no esas pasiones de telenovela en las que la pasión se reduce a un idilio amoroso que tan pronto como viene se va.  No creo que El Señor haya hecho tan increíblemente maravilloso el ser humano (física y espiritualmente) y lo haya destinado sólo para que disfrute de pasiones medianitas, que se pasan con la temporada, que asi como hierven luego se enfrían y se congelan.

Y es que creo que Jesucristo, Su amor, Su amistad, Su gracia, dan para despertar en cualquier corazón sincero el milagro de una pasión.

Sí, este mudno necesita de personas que tengan, que vivan una pasión, que caminen impulsados por una pasión.  Y ojalá cada vez más muchachos y chicas se despierten del sueño de este mundo en el que la mayor alegría es recibir un mensaje de texto.  Yo ruego para que hayan más jóvenes que superen las alegrías baratas, que desafíen las "felicidades" mundanas. 

Me ha hecho impresión un aviso publicitario de un chocolate muy popular, allí se pone la frase de un muchacho que afirma: "Para mí la felicidad es comer rico en cualquier parte del Perú".  De acuerdo con que en el Perú siempre se come rico, que hay cosas deliciosas para comer y que nuestra cocina es la mejor del mundo (déjenme alegrarme un momento por ello), pero de ahí a considerar eso como "felicidad" me parece una falsificación del concepto de felicidad.  Y yo entiendo ese mensaje publicitario porque sé que mundanamente hablando la felicidad se compra con monedas y dura a los sumo media hora y nada más.  Pero la verdadera felicidad, la que lleva la F en mayúscula es otra cosa y da para toda la vida y no sólo satisface el estómago.

Sólo los verdaderos apasionados encuentran la verdadera felicidad.

Se busca una pasión...  porque se busca una verdadera felicidad.



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