Reza
un antiguo dicho: “Miente, miente, que algo queda”. Es una cuestión de estrategias. El diablo bien lo sabe. De tanto repetir una mentira, esa mentira va
quedando como verdad, por lo menos como buena posibilidad. Así como cuando un hombre abusador se dedica
día y noche a repetir al oído una mentira, una amenaza, a su víctima… Así
logrará poco a poco convencerla de lo que quiere, a fuerza de repetir e
insistir con su mentira. Así pues, para
difundir una mentira bastará la insistencia diaria y contar con una masa de
gente que no tiene tiempo o que no tiene ánimo para pensar ni criticar lo que
se le presenta a los ojos, o lo que machaconamente se propala en los
medios. Allí están y estarán las grandes
masas de gente que nunca leerán más que los titulares de algunos diarios amarillos
en el kiosko de la esquina. Y está y
estará la pantalla de televisión que todo el día va dictando un discurso hecho
de imágenes, ruido, música y palabras hábilmente teledirigidas en secreto con
objetivos que rara vez conoceremos. Y en
la tele aparecerán de pronto los artistas favoritos, -esos que la gente casi
ama y sueña-, ahora con un discurso nuevo, tolerante, “abierto”, actual, “inclusivo”. Ahora resulta que no son ellos sino ellas, o
mejor: ell@s o ellxs. Y están de fondo
finalmente pequeños grupos de presión oculta que se mueven en los pasillos de
edificios donde se diseñan políticas públicas: visitas, almuerzos, telefonazos,
cuando no regalitos y regalazos, mails, videos, libros y estudios, seminarios,
congresos, viajes con todo pagado para cursos de actualización en “nuevas”
políticas públicas… Y de pronto aparece,
como resultado final de un embarazo muy deseado por algunos: Todos y todas,
tod@s, todes y todxs… “Trabajando por tod@s l@s persuan@s”
Y
entonces en el colegio de tu hijo un día la profesora dice que los tiempos han
cambiado mucho, que ahora Manuelito es Manuelita, que no habría nada de malo si
a Juana le gusta Mariela y que piensen casarse, que ahora tu papá puede que un
día de estos se levante diciendo que no es tu papá sino que él es tu mamá y que
tu mamá puede que se vaya con su amiga para casarse en una boda múltiple en
Holanda, porque allí si han progresado y son más “abiertos de mente”….
Y el
fin de semana, cuando se te ocurra ir a un mall, de shopping, seguramente
encontrarás que en los servicios higiénicos han cambiado los iconos, ya no se
ven los de un varón o de una mujer, ahora es una figura medio varón y medio
mujer o quizá está una “x”, para los más de cien géneros que ahora dice la ONU que
existen.
Pero
el lunes siguiente, verás que la cosa no ha terminado allí: ahora resulta que
si un varón se siente mujer, debe ser tratado como mujer, que si una mujer se
siente varón hay que respetarla y tratarla como varón y que por tanto en el
baño de varones puede entrar uno con cuerpo de mujer y en el de mujeres puede
entrar una con cuerpo de varón. Puede
ser que alguien quiera cambiar de sexo, operaciones mediante. Pero también nos advertirán de que “en el
futuro” también podrán existir los que no tienen ningún sexo conocido, los que
se quieran casar con un árbol, las que se quieran casar con su perro y los que
se quieran casar con su computadora. Así
se entenderá el “todxs”…
Pero
para lograr todo esto tendrán que quemar todas las bibliotecas, o por lo menos
esconder tantos y tantos libros e investigaciones científicas sobre la
masculinidad y la feminidad. Tendrán que
cambiar nombres a ciudades, calles, instituciones, países…
Se
tendrá que reformar por completo la lengua castellana y en general todos los
idiomas conocidos, posiblemente mañana
yo deba llamarme “@” y tú te llamarás “x”, y tu mamá se llamará “r76” y tu
abuelo se llamará “#2”.
Y por
si fuera poco, tendrán que reescribir la Biblia, los Evangelios mismos, tendrán
que reinventar a Jesucristo, que quizá sea ahora Jesusa Cristusa o Jesxs
Cristxs. Se tendrán que borrar las
identidades personales sexuadas o hacer lo posible por dar cabida a las más de
cien variedades sexuales que “por innovación” ya habrán creado.
Y
claro, no faltarán quienes digan que “no existe la Ideología de Género”, que
son ideas antojadizas de algunos, que son los “prejuicios patriarcales
infundidos por la religión” que se levantan como “un nuevo fundamentalismo”,
impuesto desde una “visión machista y retrógrada en donde hay exclusión de los
diferentes”. Incluso habrá por ahí algún sacerdote católico
o una monjita muy de avanzadas –izquierdosos proclives a sectores políticos izquierdistas-
que muy sueltos de huesos dirán que es cuestión de tiempo, que la Iglesia en el
futuro tendrá que aceptar todas estas cosas y más (y serán esos mismos
religiosos los que en sus colegios y asociaciones instruyan a sus alumnos y
profesores a usar machaconamente el: Todos y todas, tod@s y todxs).
Y
frente a todo esto voy a ser muy ingenuo, voy a reclamar mi libertad de pensar
con mi propia cabeza, sin que la ONU me dicte mis pensamientos, sin que el
ministerio de educación me diga ahora lo que me conviene o lo que no, sin que
“Close-up” me diga que juzgue menos. Voy
a reclamar mi libertad de pensar con mis propias neuronas. Y aun a riesgo de que me digan “intolerante”
voy a atreverme a preguntar: ¿Dónde están las bases científicamente ciertas y
verdaderas de lo que hoy se afirma muy alegremente y en grupo? ¿Hay algún estudio serio que avale los más
cien géneros sexuales que ahora promueve la ONU y sus tentáculos en nuestros
países? ¿Desde cuándo el ser varón o
mujer es una cosa que cambia con los tiempos?
¿Es suficiente con decir que “ahora es así”? ¿Es suficiente de decir “juzga menos” para así
legitimar cualquier forma de vivir la sexualidad? ¿Es suficiente la razón “amor” para que dos
varones exijan su “derecho” a casarse y formar “familia”? ¿Habremos llegado al extremo de decidirlo
todo –políticas públicas- sólo por razones sentimentales –subjetivas- o emotivas? ¿Es suficiente decir “es que yo me siento
mujer” para ser mujer? Mañana
posiblemente yo me sienta un refrigerador y tendrán que considerarme
refrigerador y tendré que operarme para producir hielo…
Y
también, ingenuamente claro, voy a preguntar lo siguiente: ¿Por qué no se
contrasta el índice de suicidios y crímenes en los países donde todas estas
cosas están permitidas por leyes humanas?
¿Instaurando los más de cien géneros sexuales que promueve la ONU se hace a
la gente más feliz de lo que era antes?
¿Por qué los psiquiatras honestos no salen al frente de los medios para
hablar de los diversos trastornos que se producen en las personas que asumen
los nuevos géneros sexuales? ¿Por qué no
se habla del altísimo índice de divorcios y violencia en parejas
homosexuales? Desde luego, ya sé que por preguntarme y por preguntar
todo esto la única respuesta que me darán será esta: Eres un intolerante, te vamos
a denunciar. Pero nunca podrán dar
razones válidas y ciertas.
Es la
dictadura silenciosa de género. Es una
de las más grandes colonizaciones ideológicas que está en boga en varios
lugares del mundo. Antes nos colonizaban
llegando a nuestro continente con barcos y carabelas llenas de hombres
armados. Hoy los colonizadores se
introducen en nuestras casas usando las modernas carabelas que son la TV, el
internet, el celular y la música de moda.
Hoy los colonizadores no necesitan armas ni pólvora para asustarnos o para
someternos; hoy basta una mentira repetida mil veces, bastan las declaraciones
de un actor o el post de un cantante alineado con la ideología que se quiere
implantar. Y no hay mayor resistencia
por parte de la masa. Antes los incas,
los aztecas, los guaraníes luchaban a sangre y flechas por sus territorios y
por sus pueblos y familias. Hoy el
colonizador no encuentra resistencia pues gracias a un plan hábilmente diseñado
se ha metido hace tiempo en tu casa y en la mía, en tu colegio y en la
universidad y nos ha ido lavando el cerebro tranquilamente. Y entonces te han cambiado la cabeza, ahora
rechazas lo que antes amabas y defendías, antes cuidabas lo tuyo propio: tu
vida, tu cuerpo, tu familia, tu fe católica, tus tradiciones, tus principios
morales, tu cultura… Ahora ya no cuidas nada de eso, basta con que pienses que “eso
ya pasó”. Eres un esclavo y no te das
cuenta. Hacen contigo lo que
quieren. Les das toda la razón a ellos,
a tus colonizadores anónimos. Piensas que
es cuestión de modernidad. Razón tenía
nuestra Madre, la Santísima Virgen María, cuando en Medjugorje dijo alguna vez
que el Diablo muchas veces hace con nosotros lo que quiere, que nos destroza y
nos trata como trapos sucios… Por eso
también se puede entender cómo un gobierno o un gobernante, teniendo un pueblo
convertido en masa que no piensa, pueda fácilmente hacer aprobar leyes a favor
del oculto colonizador que le paga y que le dicta el discurso, con el todos y
todas, todes, tod@s, todxs bien puestecitos, claro.
¿Quién
nos librará de esta solapada colonización ideológica? Desde luego, como creyentes cristianos y
católicos tenemos nuestra esperanza puesta en el poder de Jesucristo y en la
poderosa intercesión de María Santísima.
Pero no basta con mirar al cielo, debemos ponernos de pie para recuperar
nuestra soberanía, para recuperar nuestra libertad y la verdadera paz. Porque la paz verdadera va de la mano con la
verdad. No puede haber paz cuando no hay
verdad. Y la única verdad es la del
Evangelio de Jesucristo, entregado a la Iglesia para su administración en bien
de todos.
Extraño
la capacidad de lucha de los cristianos de los primeros siglos. Hoy suelo ver a gente que se ha resignado a
que las cosas estén como estén, esperando un milagro y nada más. Creo que Dios
nos juzgará por el amor. Y creo
firmemente que la primera obra de amor con el prójimo es mostrarle la
verdad. Creo que la pasividad no es una
virtud, como tampoco lo es el silencio si encierra miedo o indiferencia hacia
un problema que toca a todos. Recuerdo mucho
aquel texto de San Agustín en el que advierte que no pocas veces los pastores
del rebaño de Dios se comportan como perros mudos que no ladran cuando ven
venir al lobo y permiten que el lobo haga estragos entre las ovejas. Yo no quisiera ser un perro mudo. Por ello escribo y predico, aunque
posiblemente no sea muy escuchado o leído.
La
Ideología de Género (enfoque de género, perspectiva de género, teoría, dimensión,
etc.) hunde sus raíces en la ideología del comunismo y del feminismo
radical. Ya en 1848, en el “Manifiesto
Comunista”, Carlos Marx y Federico Engels proclamaron: “¡Abolición de la
familia!”. Hacia el 1930 el italiano
Antonio Gramsci habló de la “revolución cultural” para conseguir lo que se había
proclamado en el “Manifiesto Comunista”.
Varios intelectuales y psiquiatras vinculados a la Escuela de Frankfurt
especificaron que esta revolución sería sobre todo una “revolución sexual”. En 1949, Simone de Beauvoir dijo: “No se nace
mujer, se llega a serlo”. En los años
60, Jhon Money da a la palabra género su significa ideológico usando la frase: “identidad
de género” que dependería, según él, del condicionamiento cultural de las
personas y no de su sexo biológico. Como
única demostración presentó el caso de los mellizos Reimer. Money indujo a los padres de los mellizos a
castrar a uno de ellos, que habría sufrido un accidente quirúrgico genital, y
educarlo luego como niña. Money “vendió”
este caso como prueba científica de sus ideas, aduciendo que el género es una
construcción cultural. Años después tanto
el niño castrado, criado como niña, así como su hermano se suicidaron, uno el
2002 y el otro en el 2004. En 1969, Kate
Millet en su libro “Política sexual” presenta el género como principal bandera
contra el patriarcado. ¿La principal
institución del patriarcado? La familia.
Millet sostuvo además que “el amor ha sido el opio de las mujeres” y que el
objetivo es hacer desaparecer la heterosexualidad, abolir toda distinción de
sexos, fruto de una “lucha de clases sexuales”.
Ya que el comunismo no pudo probar la validez de sus teorías ni
demostrar su eficacia en la abolición de las clases sociales, ahora trasladaría
su lucha al campo de los sexos, así la nueva lucha armada no la lleva adelante
una columna subversiva terrorista sino los pseudointelectuales de la Ideología
de Género y sus artistas invitados: Miente, miente, que algo queda.
¿Nos
quedaremos callados ante tanta barbarie?
¿Pensaremos
todavía -a estas alturas- que un creyente, un católico, no debe pronunciarse
sobre estas cosas?
¿Seguiremos
sosteniendo que hablar sobre este tema es “meterse en política” y que por eso nos
quedamos calladitos, porque somos muy devotos?
¿Nuestra
fe no nos debe llevar a la acción?
Temo
mucho el silencio culpable, el silencio que otorga razón al que no la tiene, el
silencio de quienes deben denunciar al lobo y se quedan callados.
No
permitamos que nuestro país, el Perú, ofenda la memoria de los grandes santos
que aquí crecieron y se santificaron en la verdad.
Que nuestro
amor a Jesucristo no nos deje en silencio.