Hace
varias semanas escribí “El gusto por lo feo”.
He recibido varios comentarios acerca de aquel post y les estoy muy
agradecido a todos ustedes. Y creo
que poco a poco voy conociendo más “casos” concretos de gusto por lo feo,
situaciones que corroboran esa intuición que tengo.
Y
sucede que unos días atrás me pasó algo curioso. Estaba yo cierto día en casa de una familia
amiga y la hija menor, una niña de tres años, en su lengua propia se esforzó en
decirme que yo tenía que ver su cuaderno de inicial, que tenía que ver sus
dibujos que eran muy lindos.
Pasados
unos instantes, yo tenía en mis manos el cuaderno. Los dibujos de la niña eran muy graciosos,
simpáticos y le felicité por ello. Pero
lo que me dejó por lo menos confundido fue el observar la tapa y contratapa del
cuaderno: estaba todo él decorado y diseñado con unas figuras que hasta ese
momento yo desconocía –me disculpan eh?
Yo no veo TV y prefiero no verla-.
Bueno, estas figuritas eran las “Monster girls”. Y como a mí me gusta observar los detalles
gráficos y los diseños me impresionó el ver que se trataba de unas chiquillas
que son eso: monstruos, zombis, algo así como “muertos vivientes” pero con el
signo de la coquetería e incluso “sexys”, dirían algunos.
Hasta
ahí quizá alguno me podría decir que eso no tiene nada de particular, que hay
tantas cosas así. Y yo me detengo en hacer un análisis más tranquilo del hecho
y observo que ahora a los niños y adolescentes se les presentan como
apetecibles, agradables, simpáticos, lindos, preciosos, etc., una serie de
cosas que en la vida concreta no dejan de ser feas, dañosas o alienantes.
Continué
impresionado cuando ví que la niña, la dueña del cuaderno, me hizo toda una
serie de gestos para dejar bien en claro que a ella le gustaba mucho esos
dibujitos. Su mamá intervino diciendo:
“¡Cómo le gusta esas cosas, padre…!”
Y
mirando y mirando, descubrí curiosamente que en el logo de estos personajes está dibujada
una calaverita humana con una flor rosada al costado. Y pensé, igual que ahora, ¿no es esa una muy
extraña combinación de lo macabro con lo dulce y tierno? ¿No resulta raro que ahora nos vendan esa
idea de que lo que antes era maléfico ahora se puede combinar con lo bueno e
incluso con lo tierno y así acaba siendo “lindo”?
Y
estas interrogantes no sólo son aplicables al caso de las “Monster girls” sino
también y más a toda una serie de cosas y realidades que hoy el mundo moderno
nos hace consumir, casi diría tragar, mental y materialmente hablando día a
dia. Y la lista de combinaciones
imposible pero “lindas” es una lista muy larga.
Es como si llegáramos a calificar un asesinato como “tierno homicidio” o
como si quisiéramos decir o pensar que un suicidio puede ser visto como un
“formidable modo de interrumpirse la existencia”.
Y
así el gusto por lo feo no sólo es gusto por lo que estéticamente horrible sino
que más, es gusto por lo malo, que nos lo venden suavizado, dulcificado, azucarado... disimulado.
Yo
sigo pensando que toda esta serie de extrañas “mescolanzas” provienen del
Maligno, del diablo, porque él es un experto en mezclar, confundir y marear a
cualquiera y por ello puede resultar vendiéndonos “gato por liebre”.
Pero
lo que me parece aún más preocupante es que vayamos, como sociedad, metiendo en
la cabeza de las jóvenes generaciones tanto gusto y afición por lo feo. Pienso no sólo en esa niña enamoradísima de
las chicas monstruo, sino en tantos otros casos de afición por lo que en
realidad es destrucción y muerte.
¿Necesito hablar todavía del “Circo del horror”?
Aún
no conozco algún estudio sociológico o psiquiátrico sobre este tema que a mí me
parece importante y necesario de ser discernido. Me gustaría enterarme de que algunos
profesionales honestos ya se han dado cuenta de este “fenómeno” y que se están
pronunciando sobre este fenómeno.